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José Edgar Salinas Uribe

Perras vecindades

Perras vecindades

Perras vecindades

JOSÉ EDGAR SALINAS URIBE

Tener mascotas se ha vuelto muy común. Tan común que referirse a ellas como animales de compañía es una descripción apropiada para los tiempos que corren en los que el sumo cuidado al hablar (y en no pocos casos también al callar) es un imperativo ante las sensibilidades de todo tipo que se mueven por ahí. De manera paralela a la evolución en la percepción sobre la tenencia y cuidado de mascotas las ciudades se han llenado de viviendas verticales o fraccionamientos cerrados con estrechos circuitos y pequeñas áreas, denominadas verdes, compartidas por cien o más familias. La combinación de estas dos dinámicas ha dado pie a ciertas rutinas que ya son propias de un nuevo paisaje citadino: sacar a pasear a la mascota.

Es poco habitual que en las páginas editoriales se toquen temas propios de lo que podemos llamar la intimidad de los fraccionamientos, pero ha crecido tanto esta forma de "urbanismo" que lo acontecido en ellos es un tipo de micropolítica puesto que en ellos la organización vecinal es un deber, aunque la participación se reduzca a la aportación (o no) de cuotas. Por otra parte, si bien la opinión editorial habría de ocuparse de los temas comunes y de relevancia para el conjunto de la polis, no puede negarse que una realidad compartida por cientos de miles de familias que ahora tienen un hogar con estas características es un asunto de relevancia para la polis, si esta se entiende como la cuestión de las cosas en común.

Pues bien, una de las cosas que estas nuevas vecindades tienen son precisamente las dinámicas originadas por la posesión de mascotas que, como animales que son, naturalmente tienen necesidades biológicas que no pueden ocultar ni tampoco eludir. Y es el caso que estos animalitos requieren hacer del baño. Y, salvo uno o dos perritos tik tokteros que divierten al respetable mostrando cómo utilizan baños apropiados para los rockstars de su especie, el resto de sus congéneres ven esto como un artificio engorroso si a la mano se tiene una calle o un área verde común.

Huelga decir que para efectos de evitar suspicacias tóxicas del porqué abordo este tema aquí (y ahora), en todos los casos considero inocentes a esas criaturas domesticadas para la compañía, y en torno a la cual se ha originado toda una industria, dicho sea de paso. He aquí, pues, que tal es la necesidad y volumen de paseos de las mascotas que ya hay agencias que ofrecen los servicios de paseo para tales animalitos, cubriendo así las dificultades que sus acompañados oficiales tengan para hacer dicha tarea. Una de las tareas que incluye la tarifa del paseo es la de levantar y llevar a la basura las deposiciones de la mascota, de manera que la calle o área verde no den cuenta de lo allí vertido y nadie en el fraccionamiento o edificio reclame irresponsabilidad de parte de la agencia de paseadores.

Y es aquí donde llegamos al punto que buscaba comentar, ¿por qué hay tantas quejas en los chats vecinales y en redes sociales respecto a que hay vecinos que no recogen las heces de sus mascotas cuando las sacan a pasear? Yo diría que se trata de un déficit de ciudadanía. Se trata de personas que han sustraído a la consideración como elemento de una ciudadanía propia de estas nuevas realidades urbanas. El espacio común no es el terreno de nadie en el que todo se vale, incluido dejar tirado aquello que por ningún motivo dejarían de recoger si estuviera en la sala de su casa.

La reflexión aquí propuesta no es sobre las mascotas, los edificios o los fraccionamientos, sino sobre los componentes de una ciudadanía culturalmente urbana donde la vecindad no solo radica en la proximidad de las personas sino, también, en los espacios que se comparten y se usan en común. Tomar conciencia de lo que ello significa e implica conlleva el ejercicio de la consideración, es decir, de que convivimos con otras personas en un espacio compartido. La consideración es un tema que se aprende y por tanto hay que estar educados en ello. La ausencia de consideración es también un déficit de educación.

@EdgarSalinasU

Escrito en: José Edgar Salinas Uribe mascotas, estas, tienen, personas

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