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Lo que no se mide, no se puede mejorar

Desde Otro Ángulo

Lo que no se mide, no se puede mejorar

Lo que no se mide, no se puede mejorar

ARLENE CONTRERAS

Diseño efectivo de proyectos, programas o políticas públicas; detección de su funcionalidad; conocimiento en qué y cómo se utilizan los fondos públicos, son algunas de las bondades que ofrece la evaluación de políticas públicas que, en los últimos años, cobra vigencia en México y otros países desarrollados. Y que en Durango, poco a poco, va implementándose.

La experiencia dentro de la función pública arroja una realidad: la propia agenda cotidiana de las instituciones y sus titulares, provocan una saturación en la actividad diaria, dejando de lado una ejecución real y efectiva de la agenda estratégica, lo que trae consigo resultados pocos positivos.

Sin generalizar, es evidente que diversas dependencias federales, estatales y municipales entran a esa dinámica de ir y venir con eventos no planeados a fondo, "eventitis", lo que provoca crisis continúas, obligándoles a tomar un papel reactivo y no preventivo. Y si a eso le sumamos la guerra de competencias entre un gobierno y otro, las cosas se complican aún más.

Si dentro de la agenda estratégica, las instituciones incluyeran la importancia y la ejecución de la evaluación, habría un espacio para la reflexión de las acciones y programas más relevantes. Existiría un momento para meditar en el cómo se llevan a cabo los programas de gobierno. Estarían en la disposición de conocer lo que sí y lo que no funciona, y tomar acción sobre ello.

En físico y matemático británico, Sir William Thomson es el autor de una de las citas más célebres con relación a este tema. "Lo que no se define, no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar, lo que no se mejora, se degrada siempre". Y si esto lo trasladamos a la función pública, resulta extremadamente fuerte si las dependencias trabajan sin definición, sin medir, por tanto, sin mejorar, es decir, en un punto de degradación.

En la gestión pública, el monitoreo y la evaluación se utilizan para analizar y valorar el desempeño, los resultados, los procesos e impactos de una intervención. Y los resultados, es decir, la evidencia, deben ser institucionalizados e incorporados, sistemáticamente, a la actividad de los operadores de los proyectos, programas y políticas públicas.

La trascendencia de emprender evaluaciones radica en que son una retroalimentación para mejorar la función pública, pues facilita la toma de decisiones y permite identificar áreas de oportunidad y así plantear recomendaciones.

Está el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Coneval, una instancia gubernamental mexicana con autonomía y capacidad técnica para generar información objetiva sobre la situación de la política social y la medición de la pobreza en México, que permita mejorar la toma de decisiones en la materia.

En Durango, el Instituto de Evaluación de Políticas Públicas del Estado, Inevap, es un Organismo Constitucional Autónomo, encargado de realizar y coordinar las evaluaciones a las políticas y programas públicos que se implementan en la Entidad y, según información manejada en medios de comunicación, avanza en la implementación de evaluaciones en dependencias locales.

Mayúscula es la responsabilidad de los gobiernos estatales, además de los poderes Legislativo y Judicial; entes autónomos, municipios y las entidades de la administración pública paraestatal y paramunicipal, de ahí la importancia de que se sensibilicen y hagan una pausa en su agenda, y reflexionen en la importancia de la evaluación y la toma de decisiones derivada de los resultados, pues, es evidente, que lo que no se mide, no se puede mejorar.

TW. @ArlnContreras

Escrito en: Desde otro ángulo programas, políticas, agenda, mejorar

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