Editoriales

De Política Y Cosas Peores

ARMANDO CAMORRA

ARMANDO CAMORRA

"Mi esposa sale todas las noches a la calle pintada como coche; vistiendo blusa con el escote hasta el ombligo, falda apretada, boa de plumas, medias de malla, bolso de chaquira y zapatos de tacón aguja. Se ofrece a los hombres por dinero y.". Todo eso dijo aquel hombre en el teléfono. "Perdone usted -respondió el que contestó-. Su problema debe tratarlo con un abogado o un siquiatra. Yo soy agente de bolsa". "Precisamente -replicó el otro-. Quiero que me diga cómo invertir el dinero que está ganando mi señora". El director de Meteorología llamó al encargado de los pronósticos del tiempo. Le preguntó: "¿Qué le está sucediendo últimamente, Güero Chano? Antes no fallaba en sus predicciones. Sabía cuándo iba a cambiar el clima; cuándo iba a llover; cuándo iba a estar húmedo el tiempo. Ahora, en cambio, se equivoca siempre. ¿Qué le pasa?". "Señor -explicó muy apenado el otro-. Es que mi esposa me dio no sé qué, y se me quitaron las reumas". Doña Panoplia de Altopedo iba a ofrecer esa noche una cena de gala, para cuyo efecto contrató a un mesero. Le dijo "He observado que los de su clase van al baño y luego toman con los dedos los terroncillos de azúcar del café. Use usted estas pincitas". Terminada la cena, cuando los invitados pasaron a la biblioteca para tomar el café, doña Panoplia llamó aparte al mesero y le preguntó: "¿Está usted usando las pincitas?". "Por supuesto, madame -respondió el hombre-. Y eso que batallo mucho para sacudírmela con ellas". Celebro la promulgación de la ley por la cual los ciudadanos mexicanos hijos de padres extranjeros podrán desempeñar cargos que antes les estaban vedados por causa de la nacionalidad de sus progenitores. Esa exclusión era claramente discriminatoria y hacía de muchos mexicanos ciudadanos de segunda clase. Lo que no celebro es que la dicha ley sea llamada popularmente con el nombre de aquél para cuyo beneficio personal se aprobó: Ley Taibo. Una vez más el Presidente López impuso su omnímoda voluntad -me canso ganso- y terminó, contra todos los vientos y todas las mareas, favoreciendo a su allegado, que ahora dirige de hecho y de derecho el Fondo de Cultura Económica. No sé si mi opinión peque de drástica, pero aquí y en todas partes usar el poder político para favorecer personalmente a un amigo se llama corrupción. Claro, en este caso la corrupción es honesta por venir de quien viene, pero eso no le quita su tufo de tráfico de influencias. Esperemos a ver qué hace el señor Taibo al frente del FCE. Ojalá haga lo mismo que hizo AMLO con la residencia de Los Pinos: quitarla a los pocos para darla a los muchos. En fin, ya podrá decir el escritor aquello de "haiga sido como haiga sido". No batallará para decirlo, tomando en cuenta su estilo de expresión. Don Cucurulo, senescente caballero, cortejaba con elegante discreción a Himena Camafría, madura señorita soltera. Un día le dijo: "He observado, amiga mía, que no le gusta a usted hablar de su años juveniles ¿Le pasó algo en su juventud?". "No me pasó absolutamente nada -respondió, hosca, la señorita Himenia-. Por eso no me gusta hablar de ella". La esposa de don Carmelino pasó a mejor vida. En el funeral el viudo lloraba desconsoladamente, tanto que sus gemidos conmovieron profundamente al padre Arsilio. El buen sacerdote se acercó al doliente y le dijo: "No llores, hijo mío. Quizá no sea éste el mejor momento para decírtelo, pero has de saber que en mi parroquia hay numerosas mujeres, viudas o solteras, que podrían ser una buena esposa para ti. Pasado algún tiempo te presentaré algunas". Don Carmelino se limpió las lágrimas y le preguntó: "¿Y no tiene algo para hoy en la noche?". FIN.

Escrito en: De Política y Cosas Peores esposa, usted, todas, cuándo

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas