A 4 meses del arranque de la Cuarta Transformación en que presuntamente el poder Ejecutivo dejó de ser el poder de los poderes, observamos como nunca las manecillas del reloj girar en torno del voluntarismo presidencial.
La meritoria cruzada emprendida por el presidente López Obrador contra corrupción e impunidad ha cubierto un alto precio desmantelando proyectos viables -NAIM- o pretendiendo reducir al máximo la intermediación burocrática -estancias infantiles-. La habitual incertidumbre sexenal de cada cambio de gobierno se agudiza frente a la carencia de un Plan Nacional de Desarrollo y ante la duda de la interpretación y aplicación del estado de derecho.
Como suele ocurrir, las cifras oficiales se contradicen con la información propagada por las agencias y organismos relacionados, confundiendo a la opinión pública. Sostiene López Obrador que la confianza de la inversión se manifiesta como nunca y que la recaudación en 3 meses -850 mil millones de pesos- representa 8 mil millones de pesos por encima de lo programado, 20 mil millones de pesos más que con Peña Nieto. Agrega AMLO "Vamos bien, el peso se aprecia, la inflación ha bajado y existe confianza del consumidor, el turismo está creciendo, entrando más divisas por esta actividad". Pronostica el Presidente un crecimiento para el presente año del 2% del PIB y 4% promedio durante su mandato. Por otro lado, medios de comunicación, cámaras, agencias y organismos vinculados, advierten que la economía del país se desacelera, las exportaciones se han reducido, 46% de la obra pública se ha adjudicado sin licitaciones abiertas, las ventas al menudeo han caído sobresaliendo la venta de autos así como las carteras de compañías de seguros, 60% de la fuerza laboral permanece en la informalidad, la inseguridad ha ido al alza, se pensionará a 22 millones de habitantes, el turismo ha descendido -por lo pronto- al séptimo sitio mundial. La cancelación del NAIM con un costo estimado de 13 mil millones de dólares con un avance de obra de la tercera parte ha ocasionado colateralmente el pago de indemnizaciones y el freno a un sinnúmero de proyectos diversos. Ante las evidentes señales de debilidad económica se espera un plan de desarrollo regulatorio de las distintas líneas programáticas. Se estima un crecimiento del PIB para 2019, si acaso, del 1.5%.
Mención aparte merece la para López Obrador mal llamada reforma educativa, motivo de marchas y plantones de la CNTE, incluso obstruyendo los accesos a ambos recintos legislativos. La resolución presidencial al respecto es que de no llegarse a ningún acuerdo con la Coordinadora, AMLO estaría dispuesto a retirar su propio proyecto de reforma, regresando la materia educativa al estado legal existente previo a la reforma de Peña. Pensando mal, ¿sería esta la intención de la CNTE?. En otros términos, se devolvería a la CNTE el control de la venta y herencia de plazas, desaparecería la evaluación de maestros y también el INNE (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación). La salvedad sería que la nómina magisterial recaería en la Federación. Recalcó AMLO que su propósito es cumplirle al magisterio nacional. Ojalá se incluyera en tan loable intención a los jóvenes alumnos que por angas o por mangas ven interrumpido casi cada ciclo escolar porque sus mentores se encuentran ausentes de las aulas atendiendo asuntos de la grilla sindical.
Empoderando sindicatos y coordinadoras, resucitando anquilosados y desprestigiados liderazgos sindicales, tolerando arbitrarias y prolongadas huelgas, vaticinamos una nueva mal llamada reforma educativa. Con educación todo, sin educación nada.