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LETRAS DURANGUEÑAS

Tres buenos libros de nuestra tierra

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ÓSCAR JIMÉNEZ LUNA

Tres son las arterias principales por las que ha transcurrido la vida profesional de Víctor Samuel Palencia Alonso: la cátedra universitaria, la administración pública y el periodismo. Con sus activas derivaciones: los seminarios académicos, las conferencias, la planeación y ejecución de programas educativos, la difusión cultural. Y son precisamente sus infatigables reseñas sobre el patrimonio artístico durangueño -la palabra aquí resuena con un legítimo prestigio familiar- las labores que le otorgan para el caso que nos ocupa y en los tiempos de entre siglos, un lugar muy destacado en el quehacer intelectual de nuestra tierra. La economía, la literatura, la comunicación y la biografía son asimismo las fuentes naturales que sustentan la media docena de libros debidos a su pluma. Miembro del Seminario de Cultura Mexicana -en corresponsalía- entre otras notables instituciones, su obra constituye una referencia obligada para especialistas y lectores comunes. Sus apegos a las auténticas tradiciones y a los valores mayúsculos de su comunidad impulsan su diaria tarea en favor del Durango más progresista, siempre con un fuerte apoyo en las ciencias y otro en las humanidades. Su libro fue publicado en el 2013 por la Fundación Guadalupe y Pereyra.

Visiones del tiempo

Los libros, en principio, fueron sagrados. Los pueblos tuvieron sus palabras por verdades profundas, reveladas, representaciones de caminos ideales por donde podía andar el hombre en busca de su mejor destino. Pasados milenios, transcurridos ya siglos de evolución y avances de toda índole, la primera esencia de aquellas obras fundacionales ha encontrado ciertos ecos creativos en páginas contemporáneas. A esta tradición, en que la voz de un paraíso perdido nos sigue llamando, pertenecen los escritos reunidos de José Méndez Argueta, que se presentaron en conjunto gracias al sello editorial del IMAC, bajo aquella dirección de Enrique Escajeda.

Un largo estudio filosófico sustenta las historias que aquí son contadas; una reflexión atenta que luego da lugar a escenas y anécdotas que describen al ser en sus laberínticas circunstancias: los personajes, y los asuntos de fondo que los mueven, ponen en crisis mucho de lo dicho y que se tiene por seguro. Así, más que una obra de respuestas -y vaya que éstas no le faltan- el libro de narraciones de José Méndez Argueta nos presenta una serie de preguntas ineludibles: ¿Cuál es el verdadero progreso? ¿De qué tamaño es la brecha entre la naturaleza y la llamada civilización? ¿Qué se puede hace para volver a la senda de la comunión cósmica?

La amplia preparación académica del autor -quien ha explorado diversas culturas e idiomas- junto a su omnipresente inclinación poética, son las dos fuentes principales que animan todos sus relatos: "Sahuatoba", "Mitzel", "Yosti, cazador viajero", "Dafne" y, entre otros, "Garza encendida que despierta en albatros". En ellos se advierte, todavía más visible, un centro de energía que les da su sentido fundamental: la expresión que es un espléndido canto a la vida, como dice justamente en uno de sus poemas.

Enhorabuena -para utilizar un término pleno de esperanza- llega el libro Visiones del tiempo a nuestras manos. Su lectura contribuirá, sin duda, al pensamiento que abre horizontes y a la letra artística que nos confirma en el mundo. Agua pura para un presente doliente, pero que no renuncia nunca a su salvación diaria.

Curiosidades durangueñas y otros menjurjes

La tarea editorial de IMAC nos ha acostumbrado ya a esperar buenos frutos. Libros de arte, poesía y narrativa -entre otras ramas de la creación- integran una serie digna de las más atentas y sensibles lecturas. Los trabajos de carácter histórico han complementado, sin desmerecer un punto, tal colección de títulos, casi todos debidos a escritores e investigadores de nuestra entidad. Curiosidades durangueñas y otros menjurjes. De las actas de Cabildo. Ayuntamiento de Durango (1743-1922), viene a sumarse ahora con aciertos propios a este importante acervo bibliográfico.

Resultado de años de esforzado escrutinio en los archivos del municipio, sus autores, Juan Ramón García Maquívar y Eulalia Niebla Juárez, nos llevan a recorrer cerca de dos siglos de asuntos públicos que por lo mismo mucho tienen de existencias compartidas en el devenir de la comunidad. ¡Hay tanto detrás de esos documentos oficiales!; anotan la actitud ciudadana ante la autoridad gubernamental; reflejan la voluntad de alcanzar un orden jurídico, y certifican las políticas reglamentarias a las que deben ceñirse hombres y mujeres para mejor resguardar la armonía social.

Sin embargo, valga el subrayado, los usos y conductas, la vocación empresarial -en tiendas, teatros, hoteles y circos-, las formas de divertirse -jugando al billar o en corridas de toros, sin olvidarse de ir al cine, la maravillosa invención decimonónica-, o las maneras incluso de enamorarse llevando la romántica serenata, sobrepasan la rigidez de todo trámite legal. Los recopiladores y comentadores de dichos escritos, textos que hoy dejan el polvo del pasado, nos muestran que estos papeles de ayer todavía están llenos de vida. Delimitación de solares, solicitudes para hacer suertes en la calle, petición para echar a funcionar trenes y tranvías, acuerdos para servir bien en panteones y hospitales…, hablan al final de un pueblo en busca de convivencias organizadas. Hablan también del durangueño haciendo camino al andar, como dirían el poeta y el cantante. Leer este libro es, pues, mirarnos en el espejo de nuestros abuelos, en sus luchas y sueños. Es situarnos frente al horizonte, para seguir andando el viaje.

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS libro, nuestra, durangueño, editorial

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