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ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

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En el Potrero de Ábrego se cuenta de un pájaro que llegó una vez y se posó en la más alta rama del más alto árbol.

Nadie había visto jamás un ave así, y nadie supo decir después cómo era. Cantó ese pájaro y con su canto se detuvo el viento, las aguas del río se detuvieron y se detuvieron también las nubes en el cielo. El verde de los pinos se volvió más verde, y las flores hicieron más intenso su color.

Entonces todas las criaturas se amaron. El canto de aquel pájaro maravilloso hizo surgir en ellas el milagro del amor.

Ese mismo día el ave desapareció. Jamás ha regresado. De vez en cuando, sin embargo, el aire trae una nota de su canto, una sola, y entonces un hombre y una mujer vuelven a amarse.

Tú y yo no necesitamos la canción del ave, mujer mía. Tú eres una canción, y yo la oigo aunque calles. Miro en tus ojos el prodigio, y en tus manos florece el milagro del amor. Tu voz hace que se sosiegue el viento, que calle el río y que las nubes se detengan.

En ti también yo me detengo.

En ti soy.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador pájaro, milagro, canto, mujer

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