EL CORAZÓN DE DURANGO

Hola, compañeros y amigos de este hermoso mundo de las cuatro bases.

Es un placer saludarlos esta semana, en la cual reafirmé mi pensamiento sobre la gran afición que es la Durango.

Un gran primer duelo de la serie entre Olmecas de Tabasco y Generales de Durango fue el que vimos en el cuartel.

Lástima que el batazo oportuno no llegó para nuestra causa.

Veo algunos peloteros que están preocupados de más y se han olvidado de disfrutar el beisbol. Tal vez esa sea la razón de su bajón de rendimiento.

Sin embargo, cada uno de los peloteros, amateur o profesionales, sabe lo que es caer y levantarse.

Alguna de las cosas buenas que rescatar fue el carácter de Esteban Haro, a quien en sus últimas salidas se le venía crucificando.

Sin embargo, el martes fue requerido para enfrentar a Ronnier Mustelier y ¿qué creen?: lo ponchó para sacar un importante tercer out.

Desgraciadamente el batazo oportuno no llegó para Durango, pero el equipo se vio sólido y con deseos de triunfo, cosa que en ningún juego se les ha visto con otra cara.

Algunos de mis amigos o conocedores, quienes me cuestionaban el porqué Generales contrataba jardineros o jugadores de cuadro, en lugar de pítcheres, les puedo decir que un claro ejemplo fue el juego del martes.

De nada sirve tener a los mejores pítcheres que no permitan carrera si no hay quién trabaje en la ofensiva.

No siempre se va a batear de todas todas, o dar el hit cuando se quiere. Por eso es necesario tener en el banco a alguien con esa pimienta y tranquilidad.

Definitivamente, quien se lleva todos los aplausos y reconocimiento son ustedes, la afición de Durango.

Cuando en el sonido local se anunció a Danny Núñez, viejo conocido de los Generales, como bateador emergente se olvidaron de la playera que llevaba puesta y lo alentaron.

Esa es la afición del beisbol, la que, lejos de insultar o agredir a los jugadores, les reconoce su entrega, pasión y amor por el beisbol.

Enhorabuena, Durango. Hay que seguir por ese camino para que el beisbol profesional siga por muchos años aquí.

Quedamos en tres y dos.