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Moda y pintura (Parte 2: Balenciaga)

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SAC

Un vestido verde está frente a un cuadro del Greco. Es una de esas obras que a través de la sencillez del patronaje evocan la más alta perfección. El verde en la pintura destaca desde la esquina. Vibra mientras se eleva.

El vestido es de Balenciaga.

Cristóbal Balenciaga nació en 1895 en Guetaria, un pueblo pesquero en España. Su madre era costurera, y trabajaba para la familia de los Marqueses de Casa Torres (el marqués fue miembro del primer patronato del Museo Nacional del Prado). Esto marcaría las tres primeras grandes influencias de su vida: en primer lugar, el acercamiento temprano al patronaje y al oficio gracias a su madre; en segundo, la cercanía con la marquesa, que se volvería su mecenas y una de sus primeras clientas. Y por último, el arte español: 'el pequeño -Balenciaga- pasó muchas horas viendo las obras de arte de la colección de la familia mientras su madre cosía para la marquesa', recuerda Eloy Martínez de la Pera, comisario de 'Balenciaga y la pintura española', exposición que reúne en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid 90 piezas del diseñador en diálogo con 55 pinturas de artistas españoles.

Saioa Camarzana escribe que 'entre las piezas de la colección del marqués, el pequeño Cristóbal pudo ver la Cabeza de apóstol de Velázquez, los retratos de Carlos IV y María Luisa de Parma de Goya o el San Sebastián de El Greco. Todas aquellas horas esperando a su madre entre pinturas y los mejores trajes y telas calaron en el pequeño, que entró en contacto con el gusto de la élite. Su sensibilidad y su maestría hicieron el resto. 'Quería traer estos cuadros a la muestra porque quería empezar el relato en sus inicios para decir que la capacidad transformadora del arte también transformó a Balenciaga', sostiene Martínez de la Pera. Cuando hace reminiscencias a los encajes de Goya o cuando habla de la paleta de colores de El Greco 'es porque los vio cuando era niño''.

No hay rojo más rojo ni negro más negro que en Balenciaga. Estos colores, que dominaron sus colecciones, tienen una raíz profunda en la historia española. Es rojo el vestido de 1960, acompañado de una chaqueta de satén, construida con hilos metálicos, lentejuelas y mostacillas, que encontró su inspiración en 'El cardenal don Luis Mari´a de Borbo´n y Vallabriga', realizado en 1800 por Francisco de Goya. Es rojo el vestido en el Retrato de Mari´a del Rosario de Silva y Gurtubay, Duquesa de Alba, de 1921, pintado por Ignacio Zuloaga, y su reproducción exacta, hecha por Balenciaga, en 1921.

Y el negro, el negro español. El negro Balenciaga.

'Aquí el negro es tan negro que te golpea. Grueso negro español, casi aterciopelado, como una noche sin estrellas que hace que el resto de los negros parezcan casi gris', fueron las palabras que le dedicó la edición americana de Harper's Bazaar a Balenciaga, el 15 de septiembre de 1938.

El negro es un fetiche para la moda española. Felipe II, que reinó durante la segunda mitad del XVI, llevó a España el palo de Campeche para teñir prendas, cuando se descubrió en México. Felipe II fue el primero en exportar moda española, y exportó también el negro como color, como religiosidad, como símbolo de posición social. Eloy Martínez de la Pera asegura, para Harper's Bazaar, que 'a pesar de que siempre hablamos de la petite robe noire de Coco Chanel en los años 20, fue Balenciaga el que le dio con el negro esa profundidad a los tejidos, haciendo negros más vibrantes, más brillantes y un color con luz'.

En Balenciaga están Goya, Velázquez, el Greco, Zurbarán, Zuloaga. De Goya aprendió las transparencias, las pinceladas de color ('La Duquesa de Alba' es otro de esos cuadros que encontraron su reproducción exacta en un vestido). Del Greco dominó la paleta cromática y sus iridiscencias. Cuando la moda parece un asunto superficial, es importante recordar que Balenciaga resumió y homenajeó aproximadamente 400 años de historia del arte en vestidos.

Twitter:

@SNGCalderon

Escrito en: ITINERANTE negro, vestido, Balenciaga, arte

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