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IGNACIO ESPINOZA GODOY

Durante la adolescencia y parte de la adultez, cuando nuestros hijos aún no llegan a los 30 años de edad y aún se les puede considerar jóvenes, hay una etapa de sus vidas en las que una decisión equivocada puede truncar sus sueños y sus planes a corto, mediano y largo plazos.

Me refiero a un embarazo imprevisto, ese que no entraba en sus planes pero que, por un descuido o imprudencia, se materializó y que, ante tales circunstancias, nuestros vástagos no saben qué hacer ya que se trata de un acontecimiento que altera todos sus objetivos, empezando por la actualidad, por su rutina.

Por supuesto que a los padres de familia (y aquí se incluye a ambos, es decir, mamá y papá) que se podrían ver involucrados directamente en esta situación una noticia de esta magnitud podría caerles como una bomba, pues a pesar de los muchos consejos que ambos adolescentes o ya adultos (mayores de 18 años) pudieron haber recibido en el sentido de que se cuidaran si tomaban la decisión de tener una vida sexual activa, la realidad es que podrían estar ante hechos ya consumados y ante los que no se puede hacer mucho, a menos de que determinaran interrumpir el embarazo de manera ilegal o que este suceso se generara por causas naturales.

Se trata de una situación que han experimentado miles, si no es que millones, de familias donde una noticia de este tipo les ha caído como un balde de agua fría ya que nadie espera que una menor de edad se convierta en madre a esas alturas de su vida, y ni qué decir del padre, que también podría ser un adolescente o un adulto muy joven, que tampoco esperaba procrear en un momento en el que la preparación académica es lo más importante para forjarse un mejor futuro en el aspecto económico y como parte de su realización personal y profesional.

Sin embargo, como consecuencia de un descuido, de dejarse llevar por el momento, dos jovencitos pueden tomar una decisión equivocada y tener relaciones sexuales sin el uso de un método anticonceptivo para prevenir un embarazo, y así, luego de unos días o semanas, los resultados están a la vista: una menor de edad se da cuenta de que en su vientre está procreando la vida de un nuevo ser, al que no esperaba y que llega en un ambiente donde prevalece la incertidumbre sobre cómo será recibido no sólo por sus progenitores, sino por los padres de estos.

Y así, una vez que una de tantas jovencitas constata que podría ser madre si se dan las condiciones, o hacer todo para que este suceso no se materialice, el dilema está ahí, ya que se trata de la decisión más importante de su vida, pues está en juego no sólo su presente, sino su futuro mismo, toda vez que eso implicará alterar su rutina actual para ofrecerle todos los cuidados posibles y necesarios a ese ser que lleva en su interior y que ya es parte indispensable en su existencia.

No obstante, en esta situación, el apoyo y la comprensión de los padres desempeña un rol fundamental, ya que si se carece de este factor difícilmente la madre adolescente o adulta joven podrá salir adelante por sus propios medios, aunque, desde luego, hay casos en que las jóvenes han podido sobrellevar con éxito ese pesado presente que significa hacerse cargo de un nuevo ser que precisa de cuidados especiales, constantes y extraordinarios, pues si no se le brinda la atención adecuada podría tener problemas de salud durante su gestación, es decir, dentro del vientre de la madre primeriza.

Una vez planteado este escenario, que es posible que se haga presente en algunas familias, los padres debemos tener mucho cuidado en ese aspecto y adoptar más una actitud de prevención que de reacción, es decir, debemos fomentar más la comunicación, el acercamiento con los hijos e hijas, para que ellos sepan que tomar una decisión equivocada da lugar a una consecuencia con la que se puede cargar por el resto de sus vidas.

A pesar de que a muchos progenitores se les puede dificultar la comunicación con sus vástagos para platicar de temas tan complicados como puede ser la sexualidad, lo cierto es que en la medida que lo tomemos como algo natural (porque así es), en esa misma medida los estaremos ayudando a que reflexionen cada decisión que vayan a tomar en ese aspecto.

De otra manera podríamos estarnos lamentando si luego nos enteramos de que una de nuestras hijas o de nuestros hijos está a punto de convertirse en madre o padre, en una edad en la que no tienen la suficiente madurez física, mental o emocional, ni mucho menos cuentan con la capacidad económica para hacerle frente a un suceso de tal naturaleza.

Por ello, amable lector(a), los padres de familia debemos estar muy atentos a tender más puentes de comunicación con las hijas e hijos, con el objetivo de prevenirles sobre los riesgos que implica el hecho de tener una vida sexual activa sin el uso de un método anticonceptivo adecuado a su edad y características fisiológicas, ya que de lo contrario, si no se toma en cuenta este factor, las consecuencias ya las conocemos todos.

Escrito en: Padres e hijos decisión, padres, tener, madre

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