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EXTORSIONES DURANGO

'Le vamos a cortar la cabeza'

'Le vamos a cortar la cabeza'

'Le vamos a cortar la cabeza'

SAÚL MALDONADO

Son las seis de la mañana y Juan está en un hotel de la zona Centro en un municipio del sur del país. Recibe una llamada amenazándolo con hacerle daño a su familia en Durango si no hace lo que le indiquen. Ahí inician sus horas de martirio.

Juan sale del hotel sin colgar el teléfono, lo obligan a ingresar a otro alojamiento y encerrarse en una habitación sin colgar la llamada.

Le exigen que desconecte la aplicación de WhatsApp, y una vez que lo hace los extorsionadores aprovechan para conectar, en un aparato controlado por ellos, la aplicación con el número de Juan quien debe proporcionarles la contraseña que se genera automáticamente vía mensaje de texto.

Una vez que los extorsionadores tienen el control del WhatsApp el martirio se extiende a la familia de Juan, en Durango.

Primero, reciben un mensaje de texto en donde Juan les pide auxilio. el mensaje es contundente: lo quieren matar. Eso alerta a todos los familiares.

El mensaje permanece activo durante 10 minutos para que todos los integrantes de la familia tengan tiempo de compartir la angustia.

Luego, el administrador del grupo familiar es contactado. A él le dicen que "levantaron" a Juan y que necesitan dinero. Una cifra de cientos de miles de pesos.

Los delincuentes refuerzan su versión al enlazar telefónicamente al hombre aislado a miles de kilómetros.

Juan es obligado a hablar con su familia. Dice que estaba bien y da santo y seña de que en verdad se trata de él.

Es sábado, la familia pide un plazo razonable para juntar el dinero porque no hay bancos abiertos. Se niega, la familia tiene apenas una hora bajo la amenaza "le vamos a cortar la cabeza", nada de hablar con la policía.

Inicia el dilema en la familia, la interrogante, es o no es la voz de Juan el que estaba del otro lado de la línea, unos dicen que sí, otros que no.

15 minutos antes de la hora vuelven a llamar sólo para indicarles que se acaba el tiempo.

Llega la hora y el teléfono suena "¿Cuánto juntaste cabrón? no te voy a esperar hijo de la chingada, si te interesa la vida de tu hermano te hubieras movilizado..."

Da indicaciones de tomarle una foto al dinero reunido, enviarla por whatsapp e irse a un banco a depositarlo.

Un integrante de la familia, metido a negociador, logra alargar la llamada 45 minutos, tiempo que otros integrantes utilizan para acudir a la Fiscalía General del Estado a pedir auxilio. De inmediato el Grupo Antisecuestro toma el control.

En cuestión de minutos establecen que la llamada de los extorsionadores sale de un penal de Tamaulipas y que el teléfono de Juan sigue en el municipio del sur del país.

La familia ahora sabe que se trata de una extorsión pero Juan sigue aislado. La prioridad entonces es ubicarlo para hacérselo saber.

Mientras, los extorsionadores siguen en la línea telefónica maldiciendo y amenazando con cortarle la cabeza y enviar la imagen por WhatsApp.

Tras 45 minutos los extorsionadores cuelgan. A los tres minutos llega una fotografía al chat del grupo familiar una fotografía. Nadie se atreve a abrirla.

La imagen es de Juan, una foto del día, serio, con los ojos cerrados... Vuelve el pánico y el calvario se instala en la familia otras tantas horas.

Especialistas del Grupo Antisecuestros de la Fiscalía piden enviar mensajes de texto a Juan diciéndole que todo está bien en Durango y que sólo responda por la misma vía para informar si está bien.

Pasan los minutos y por fin llega el texto "estoy bien, gracias a Dios".

Se restablece la comunicación y el especialista antisecuestro logra hablar por teléfono con Juan, vía directa. El terror se convierte en anécdota.

Cifras alarmantes

Como el anterior, a la Fiscalía llegan de dos a tres casos por semana.

Es posible que la familia logre decifrar que se trata de una extorsión pero la persona aislada no y con ella juegan psicológicamente los extorsionadores.

Se tiene registro de casos en los que la víctima, en ocasiones menor de edad, permanece escondida durante varios días.

En el caso de Juan, la foto del día fue solicitada por los extorsionadores para acreditar que lo tenían privado de la libertad, además de que no le permitieron colgar el teléfono.

Personal de la Fiscalía explica que en ocasiones a la víctima le piden hacerse fotos de la persona en cierta posición o con colorantes rojos que simulen sangre lo que aumenta el miedo en las familias.

Por ello el llamado a la población es a no hacer caso de llamadas que vengan con claves 476, 695, 692, porque lo más seguro es que son realizadas desde penales.

Si ya hubo contacto es importante acudir o llamar a la Fiscalía y pedir el apoyo del grupo antisecuestro, para lograr ubicar a la víctima que permanece aislada.

Escrito en: Extorsiones Durango Extorsiones Juan, familia, minutos, extorsionadores

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