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Acércate a mí, hijo…

LTS Claudia María Simental Flores

Se acercan las vacaciones y junto con ello, la oportunidad de convivir con nuestros hijos por más tiempo, de platicar, de salir a caminar, en pocas palabras, de “re-conocernos”, es decir, retomar el rumbo como familia, descubriendo lo que hace a ésta el lugar ideal para forjar los valores, viéndolo como una meta alcanzable y necesaria para lograr un modo de vida más humano, que posteriormente se transmitirá de manera natural a la sociedad entera...

Formar y llevar a la familia en un camino de superación constante no es una tarea fácil. Lo primero que debemos resolver es el egoísmo: mi tiempo, mi trabajo, mi diversión, mis gustos, mi descanso... si todos esperan comprensión y cuidados ¿quién tendrá la iniciativa de servir a los demás?

Conviencia. Es necesario reflexionar que el valor de la familia se basa fundamentalmente en la presencia física, mental y espiritual de las personas en el hogar, con disponibilidad al diálogo y a la convivencia, haciendo un esfuerzo por cultivar los valores en la persona misma, y así estar en condiciones de transmitirlos y enseñarlos. Son muchas las alternativas que nos proporcionan la facilidad de seguir cultivando los valores: actividades al aire libre, los deportes, juegos de mesa, eventos sociales y culturales, afición por alguna de las bellas artes. A través de ellas desarrollamos nuestras capacidades físicas e intelectuales, y dependiendo de su naturaleza, fomentan la amistad, el liderazgo o la actitud de servicio y solidaridad, como por ejemplo: escuchar los problemas de nuestros hijos que algunas veces, para los adultos, tienen poca importancia; la ida a cenar o al cine con el cónyuge... etc.

Alternativas. Del mismo modo, todas nuestras aficiones personales pueden ser un buen pretexto para promover la convivencia: tocar un instrumento, pintar, leer, armar modelos a escala... pues siempre encontraremos con quien compartir y aprender más.La unión familiar no se plasma en una fotografía, se va tejiendo todos los días con pequeños detalles de cariño y atención, sólo así demostramos un auténtico interés por cada una de las personas que viven con nosotros. Todo a nuestro alrededor cambiaría y las relaciones serían más cordiales si los seres humanos se preocuparan por cultivar los valores en familia. Cada miembro, según su edad y circunstancias personales sería un verdadero ejemplo, un líder en el ramo, capaz de comprender y enseñar a los demás la importancia y trascendencia que tiene para sus vidas la vivencia de los valores, los buenos hábitos y las costumbres. Toda familia unida es feliz sin importar la posición económica, los valores humanos no se compran, se viven y se otorgan como el regalo más preciado que podemos dar. No existe la familia perfecta, pero si aquellas que luchan y se esfuerzan por lograrlo.

Escrito en: vivir bien familia, valores, nuestras, cultivar

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