Asignar etiquetas positivas o negativas a los niños los perjudica; tanto le hace mal que lo identifiquen como el peleonero, inquieto, introvertido o el más inteligente, opinó Aarón Quiñones, subdirector de Enseñanza en el Instituto de Salud Mental del Estado de Durango (ISMED).
Tipificar a los niños está relacionado con el bullying, síndrome que, a decir del especialista, siempre se ha dado en las escuelas; no se trata de un comportamiento nuevo.
DAÑOS
Cuando se habla de bullying, los maestros y la familia tratan de proteger al niño agredido; cuando en realidad el fenómeno lo padecen tanto el victimario como la víctima.
Un niño agresor busca a uno que se deje ser violentado; este acepta por ser aceptado y pertenecer a un grupo.
Una de las necesidades principales de los humanos es pertenecer y ser aceptado.
Si no hay alguien predispuesto a ser agredido, no existiría el agresor.
LOS PRESIONAN
Los niños que son calificados como inteligentes o brillantes son sometidos a estrés para satisfacer las expectativas de sus padres y maestros.
Esta tensión puede continuar hasta que los niños crecen y llega el momento de elegir una carrera, que a menudo es a propuesta o imposición de los padres.
Tampoco es recomendable que los padres encaminen a los hijos a las profesiones de ellos o para trabajar en negocios familiares.
En la escuela, el menor que es calificado como inteligente ante otros maestros por su profesor anterior baja su rendimiento escolar, pues se queda con la idea de ser así y piensa que no necesita hacer más.
El psicoterapeuta solicitó no etiquetar a los menores y dejarlos elegir sus pasatiempos y actividades escolares.