Durango

La vida detrás del cáncer

La vida detrás del cáncer

La vida detrás del cáncer

JUAN M. CÁRDENAS

Comer era terrible, sentía como si cada bocado le quemara la garganta y las entrañas; pero no era solo eso: todavía sentía como si el calor de la radiación lo trajera pegado a la piel a pesar de que habían pasado horas de que salió de la radioterapia.

Al menos el tormento de sentir el hervor interno podía mitigarlo: bastaba con no comer. Pero no había manera de aplacar la sensación de estar envuelta en llamas, los doctores le dijeron que para quitar el ardor de la piel podía ponerse "cualquier cremita"; no sabía de las pomadas especiales para las personas que recibían radiaciones y los doctores nunca le hablaron de cuidar su alimentación ni de ejercicios de rehabilitación.

Por su cuenta, tuvo que buscar en internet diversas investigaciones y publicaciones científicas, leer libros, contactar a especialistas nacionales y extranjeros que le abrieron el horizonte de esperanza para superar el cáncer de mama. Así fue desde que le hicieron el diagnóstico, incluso tuvo compañeras de terapia que murieron porque los médicos que las atendieron les dijeron que eran unas exageradas.

Por eso María quiso contar su historia.

 LA CASA

Esa mañana, muy de mañana, María se asomó a ver la vida como todos los amaneceres de los últimos diez años. Dice que no tiene 50, sino diez años de edad, porque lleva una década de sobrevida, luego de que le diagnosticaran cáncer de mama en el 2003.

Apenas hace dos meses le fue posible a su familia cambiarse de la casa donde vivían, en la zona más contaminada de la ciudad de Durango. "¿Qué paradoja, no?", dice mientras recuerda que cuando llegó con su pareja a esta ciudad provenían de una de las urbes más contaminadas del mundo: el Distrito Federal.

Creyó que la constante irritación de ojos y garganta, esa pseudoasma que muchos años la persiguió, por fin habían quedado atrás.

"Es una paradoja porque, ya sabes, encontrar vivienda a tu gusto no es fácil y se nos presentó la oportunidad de adquirir una casa por medio de financiamiento institucional y bancario. Cuando la adquirimos, en 1991, ya llevábamos tres cambios de casa en la ciudad de Durango, dejamos la primera por su ubicación, la segunda porque estaba en una zona muy alacranienta de la ciudad y temíamos por nuestros niños, y la tercera porque en época de lluvias se inundaba".

"La casa que entonces compramos, aunque estaba retirada del centro, tenía excelentes alternativas de comunicación; además era una casa muy cómoda, tenía tres baños, cocina grande, jardín y patios delantero y trasero de buen tamaño, era un 'plus' que difícilmente habríamos tenido en el Distrito Federal".

"¿Qué torpeza, no?, haber pensado sólo en las condiciones de la vivienda y no en el medio en el que se encontraba: rodeada de ladrilleras, lagunas de oxidación y cercana al basurero municipal".

"Si hubiera existido entonces eso del acceso a la información, quizá habría preguntado cuál es la zona más contaminada de la ciudad, eso de la dirección de los vientos, o qué acciones tenía contempladas el Municipio para revertir la contaminación provocada por las ladrilleras, las aguas residuales y el basurero".

Esa mañana, desde la ventana de su nueva casa, María miró hacia el azul profundo del cielo de Durango, distinguió postes de luz con una telaraña de cables de alta tensión y, no muy lejos, antenas de telefonía celular.

"¿Será verdad que son peligrosas para la salud; es decir, si pueden producir cáncer?, se preguntó.

También se preguntó si los tres casos de cáncer que conoció justo en la calle de atrás de su anterior casa, fueron una mera casualidad o tienen una causa común. Se cuestionó si el Centro Estatal de Cancerología realiza estudios en sus pacientes para medir la relación del impacto ambiental y la presencia de cáncer, o si lo hace la Secretaría de Salud, o la del Medio Ambiente o los grupos ecologistas, el partido político que pregona ser ecologista o el propio Municipio o quién.

"Pero debería hacerse".

 LA REALIDAD

El miedo invadió a María cuando detectó una bolita en la parte inferior de uno de sus senos, el temor la paralizó como si presintiera que vendrían meses de luchar contra un mal que estaba en su interior, como si visualizara el menosprecio de los oncólogos que le decían que se quitara la peluca o como si imaginara que su médico la regañaría por acudir a un tratamiento innovador que se desarrollaba en Cuba. Tal vez hasta previó que se sentiría exhibida por los médicos canadienses que se asomaron atraídos por una "bolita muy curiosa" durante unos estudios, que más parecían función de cine.

Porque todo esto pasó después de que su amiga la convenció de que fuera a hacerse los estudios, esos donde los doctores le dijeron que "eran bolitas y cosas de mujeres", para que luego le recetaran algo para el estrés.

A diez años de haber sido diagnosticada y controlar el cáncer, María tiene muchas interrogantes sobre el cuidado postoperatorio, luego del agresivo tratamiento al que fue expuesta. "No hay seguimiento ni una adecuada orientación de las mujeres que tuvimos cáncer. Yo misma he tenido que leer mucho, investigar, entrar a internet, visitar especialistas en el Distrito Federal, para que me asesoren sobre cómo tratar el linfoedema, que es la inflamación severa del brazo por la retención de líquido linfático, muy común en las pacientes que fuimos operadas, por la extracción de ganglios de la axila, el sobrepeso provocado por los medicamentos o los dolores crónicos de espalda, de cabeza y huesos".

También se pregunta qué han hecho con su expediente clínico o sus datos personales, es decir, su estado de salud o antecedente de su enfermedad pues, curiosamente, hace tiempo recibe llamadas telefónicas y mensajes a su correo por parte de empresas aseguradoras que ofrecen paquetes con especial énfasis en la cobertura en cáncer de mama o cualquier otro tipo de cáncer para su familia.

"¿Esto del cáncer puede ser hereditario, es una mutación genética? y, en tal caso, ¿por qué se da? ¿Cuál es el estudio que le practicaron a Angelina Jolie para pronosticarle un 85 por ciento de probabilidades de desarrollar cáncer de mama?

Se pregunta si el cáncer de mama es una enfermedad del subdesarrollo o cómo habría sido su historia si hubiera nacido en Alemania o en Suiza o en Australia, países con alta calidad de vida.

Quizás allá nunca hubieran permitido asentamientos habitacionales en medio de ladrilleras, basureros y lagunas de oxidación. Tal vez en esos países no habría tenido que esperar tanto a que le detectaran esta enfermedad, pues aquí, después de insistir en diversos encuentros médicos en que algo no estaba bien, le hicieron la detección. ¿Acaso allá le habrían dado tratamiento oportuno para evitar el avance de su tumor? Probablemente, con avanzados estudios de genética, la habrían prevenido de que tenía un alto porcentaje de desarrollar esa enfermedad, tal vez...

Escrito en: cáncer cáncer, María, casa, estaba

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