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Reforzando su autoestima

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Reforzando  su autoestima

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IGNACIO ESPINOZA GODOY

Si bien muchos padres de familia buscamos que el desarrollo emocional de los hijos sea el adecuado, lo cierto es que en ocasiones, de manera inconsciente, los presionamos demasiado al grado de que lesionamos su autoestima en ámbitos como el de su aprovechamiento académico cuando, por ejemplo, hacemos comparaciones con los hijos (dicen que todas las comparaciones son odiosas, y este caso no es la excepción de la regla), situación que termina por dañarlos severamente cuando no obtienen los resultados que se esperan de ellos en ese aspecto, debido a que los progenitores no siempre entendemos que todos los hijos son diferentes, y en su desempeño escolar no tendría por qué ser distinto.

Por ello, estimado lector, los padres debemos estar muy atentos para alcanzar a discernir la magnitud del objetivo que deseamos alcanzar cuando, en aras de buscar que los hijos sobresalgan en el renglón académico, los forzamos a obtener las calificaciones más altas, pues si bien el propósito inicial se podría considerar, en primera instancia, como noble, también habría que tomar en cuenta que debemos reflexionar sobre la estrategia adecuada de tal forma que no lesionemos la autoestima de alguno de los hijos con lo que podría llegar a convertirse en una obsesión materna o paterna, o de ambos.

Algunos padres de familia hemos conocido de varios casos en los que los hijos son forzados (así, literalmente) a que su desempeño académico sea de excelencia, de tal manera que los progenitores pierden de vista que con esta actitud están ejerciendo una presión con la que no siempre pueden lidiar los pequeños y los adolescentes, e incluso, los adultos (en el caso de aquellos estudiantes de nivel profesional), sobre todo cuando podrían padecer algunos problemas con determinadas materias y no tienen a quién recurrir para mejorar en calificaciones.

En ese contexto, los padres (mamá y papá, ambos) debemos reflexionar en el hecho de que si bien siempre buscamos que los hijos sobresalgan en su aprovechamiento escolar, también debemos considerar que estos tienen que contar con todos los medios y herramientas para que ese objetivo se cumpla tal como nos lo planteamos y se lo transmitimos a nuestros vástagos, esto con la intención de que ambas partes estemos en la misma frecuencia, aunque siempre deben sentir que cuentan con todo nuestro respaldo para que esa misión se cristalice de manera espontánea, sin recurrir a medidas represivas cuando se encuentren algunos obstáculos en el camino.

Quienes hemos conocido de algunos casos en los que algún hijo carga sobre sus espaldas un peso muy fuerte por escuchar el comentario de alguno de sus padres, en el sentido de que debería aprender de su hermano (o hermanos) que generalmente destaca por sus altas calificaciones, nos percatamos de que sus progenitores le están causando un daño intenso, a nivel emocional, al lesionar su autoestima, ya que este tipo de actitudes, de comparaciones, no deberían existir al interior de los hogares, pues todos los hijos son diferentes entre sí, y no tendrían por qué ser iguales en su rendimiento académico.

"No aprendes a tu hermano(a), que siempre saca buenas calificaciones. Deberías ser como él, que es aplicado. Ponte a estudiar; a ver si así te va mejor en la escuela". Estas son algunas expresiones, frases hirientes que se pueden escuchar en muchos hogares con una frecuencia que nos sorprendería y que no siempre dimensionamos la magnitud de su impacto en los hijos que las reciben, a tal grado que estos terminan por pensar que, efectivamente, tienen que ser igual de "aplicados" que sus hermanos, con lo que su autoestima, al sentirse inferiores, es afectada de manera terrible.

Lo más recomendable, de acuerdo con especialistas en el tema, es no hacer comparaciones entre los hermanos respecto de su desempeño académico, ya que cada uno de ellos tiene su propio ritmo para aprender y salir adelante en la escuela, por lo que se sugiere que los hijos reciban la misma dosis de apoyo para que su rendimiento escolar sea el mejor posible. Y si alguno de ellos tiene problemas en el aprendizaje de cierta materia, lo mejor es ofrecerle respaldo a nivel personal o, de ser posible, conseguirle pasantías externas para que se regularice y se ponga al corriente, pero sin hacerlo sentir mal recriminándole sus bajas calificaciones.

También, en otros ámbitos de su desarrollo, los hijos son diferentes, por lo que hay que incentivarlos, motivarlos, estimularlos para que exploren y exploten sus aptitudes, habilidades y destrezas en aquellos aspectos en los que observemos que tienen un desempeño sobresaliente, para que se sientan apoyados en lo que realmente les gusta, sin ser víctima de comparaciones con sus demás hermanos.

En la medida en que tratemos con justicia y equidad a los hijos, en esa misma medida estaremos propiciando que no haya competencia entre ellos para sobresalir en el ámbito escolar y en otros aspectos.

En todo caso, debemos enfatizarles que la competencia para ser mejores siempre será consigo mismos, para superarse gradualmente en todo lo que emprendan, y de esta manera estaremos formando hijos más saludables en el sentido emocional.

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