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La vigilia de los días

LETRAS DURANGUEÑAS

La vigilia de los días

La vigilia de los días

FCO. JAVIER GUERRERO GÓMEZ

En esta noche escribo. Nadie comparta de la suerte, divulgaré los versos amparado por etérea lámpara que sólo se alumbran los deseos. Mi nula autonomía eterna lucha con el subconsciente: Árbol mágico de los suspiros. El aliento de la vida cunde, la sangre mancha la osadía, recorro pesares que me agobian como rutina diaria. El tiempo voraz cae herido, todo es espejismo, nadie que vio nacer, el infinito me sorprende y lo atrapo en fragmentos. La mosca cae en la trampa que teje sin cansarse la araña por instinto.

Así navego genes en ristre, vanas palabras, flor sin agua. Si las luces de los astros hace tiempo dejaron de existir. Lo creo. El río mueve, cae la lluvia limpia el cauce que deja la sequía, nacen ranas, lo peces nadan, su espejo de luces, estático vuelo: la libélula. Persigo la corriente taciturna, pueden pasar las horas, nada es mío.

Estar vivo a diario ir terminando con el cuerpo. Lucha crucial, los ojos hablan y las manos miran. Endurecen tubos arteriales, la rosa es invertida, colores barrocos que traicionan.

El cielo un tinte pesaroso, duelen las pupilas al mirarlo, un éter en luctuoso velo no logra desprenderse. Esto muerde el alma, opresión que espina la palabra, tiende sus anzuelos.

Aquí divagando a luz perdida los ruidos de la calle. La noche sigue con forzadas marchas. Un niño llora por su poco tiempo, el adulto no se fija en eso, el anciano lo da por recorrido. Esperanza de ser por retornar al mundo.

Tiemblan las manos sobre los ojos llenos de preguntas. Sopor de media noche.

Espero llegue a las paredes de mi cuerpo Lo que motiva conquistar el mundo.

¿Qué me incita a escribir? Esa masa de sesos que se enreda predicando lo necio de los hombres. Es la duda el porqué de la existencia Pero ¿quién soy y mi materia a dónde se dirige? Sólo esencia silente en el mar de la nada. Todo es falso. Lo único posible: este momento al que acaso acorralo con las letras.

Aquí de asombro, nadie detenga la osadía, mi legajo, herencia y tesoro, sin mapa a quien lo encuentre.

Voy diciendo al correr de la pluma ¿Palabras nuevas? Ya no existen ¡Imposible! Mi intento vano al escribir lo que dicta la conciencia, buscar entre tinieblas algo que rescate y tenga idea, como el beso que por primera vez nos dio la amada.

Seguir en el camino, predicar, más no ser escuchado, cofre donde estremece la historia de cada uno. El dinero, el poder, todo es mentira sólo el amor nos conduce al absurdo sendero del poeta.

Sigue la noche esbozada, letras fluyen sin dique, como vetas que ensamblan las paredes de las minas. Insolentes rechinan escupiendo en el reglón que forma su horizonte, donde nada la tinta, instrumento que va desmadejando la escritura. Mi rumbo maldiciendo lo que ayer me enardecía, sueño, vigilia, rasgan la epidermis que resiste.

Salí lleno de esperas en la alforjas, caminos huecos, sangre fuerte las sienes martillaban, ilusiones entre manos abrigando alboradas en abiertos cielos. Yo vi caer algunos, entre futuros avanzaban otros sin voltear para atrás, como soles nos invadían.

Los primeros años en que felicidad tendió su beso. El túnel del amor abría sus trampas en momentos sensitivos. Dos miradas, dos cuerpos, esencia que dice ser humano, el despertar del yo, vida que vibra entre azules pensamientos, viaje de tiempo sin brújula. Los sueños tropiezan con los años, retemblando, espejismos que hieren. La palabra remolina en el sentir rehúye las conquistas, ¿Qué me espera? Lacero senectud.

Los otros me ven pasar cobijado de tiempo. Promesas de amor, aquellas que en la boca se resisten. Cansados de mirar a los vencidos, repiten los grillos el himno que remueve la esperanza, la rama florida de los árboles es juventud y en tiempo se asesina.

El corazón asusta de latidos Es playa donde el dios de siempre oculta la tierra prometida. Anónima miseria, los ojos de otros seres el pasado que remueve el alma. El mañana nunca ha sido mío, solo queda el momento. La escritura, escoria lo que llena el papel tan percudido, reloj, corazón de engranes no dejan de moverse, en cada vuelta ha pasado otro minuto igual de triste. Los empolvados lomos de los libros ¡Cuántas historias por sus ríos pasaron! La ciencia aprisionada, Países me contemplan. Los archivos del mundo con su filo hieren la ignorancia, en su lenguaje mudo cobran el precio de la llama misantrópica, incendia la pestaña. Soledad que acecha el vértice de la mano, aniquila, empuja tiempo que oprime. Meditar en las sombras, los ojos ciegos a su entorno escuchan roer el pensamiento. El día se desprendió dejando el campo que la noche llena. Escribo empolvado de recuerdos, tal vez sin condiciones en la conciencia el fruto de la vida. Paso rodante de los años conforma y estremece, la alergia de ser un todo con la especie. Uno entre todos es sustancia vana sanguinolenta llaga.

Duele la costra al filo del recuerdo, grito asilenciado de protesta, Años dejados en ceniza en esperas sembrado. Vivos dan hilos de aliento. Los amigos caídos tristes fechas, en la vigilia de los días...

Termino de escribir, el sol se asoma...

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS tiempo, ojos, noche, manos

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