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Durango en la tarde

LETRAS DURANGUEÑAS

(*)

Tras de la tarde azul celeste. Celeste hasta los poros de las piedras, aturdidas de luz apenas luz que se posa sin peso en la vidrieras.

Lanzaban las canteras de la plaza suavemente sus himnos a la acera tal vez con la intención de acariciar el alma somnolienta de los pocos paseantes que vamos sin dinero en la cartera; mas con luz encendida piel-adentro en esos rinconcillos-madriguera y hogar en que se plantan para subir al cielo las estrellas.

La dulce placidez con que la tarde en esta trepadora enredadera cual es el corazón cuando nos late y nos lleva a las cumbres cuando suena, hace escuchar el Himno del Durango cercano de la arena; allá tras los cañones donde el Nazas hace todos los días el milagro de fecundar la tierra.

Y acá, cerca del bosque, en medio de los pinos de la sierra donde basta la lluvia del verano para que la quebrada entera haga subir los pinos poderosos hasta el cielo marcado como meta: y yo, que con las manos en las bolsas doy vueltas a la plaza porque encuentra mi parte de poeta el buen almácigo: Durango es quien me nutre y quien me lleva.

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS tarde, Durango, plaza, pinos

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