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Una azotaina

Gilberto Serna

Si partimos del hecho de que nuestras autoridades, encargadas de la seguridad pública, no tienen empacho en reconocer que el Gobierno de México recibe amonestaciones del Gobierno de Estados Unidos de Norteamérica, algo muy grave está sucediendo. Lo asegura el titular de la Secretaría de Seguridad Pública federal, Ramón Martín Huerta, quien así lo dio a conocer a los diputados del Partido (de) Acción Nacional. Entre otras cosas, agregó: "nunca como ahora se han emprendido este tipo de operativos permanentes, -el combate a la delincuencia en la frontera- pero también, nunca como ahora recibimos reprimendas". ¿Se daría cabal cuenta de lo que estaba dando a conocer? Cóomo puede ser que alguien, por más poderoso que pueda ser, nos insulte sin que haya una respuesta adecuada de parte de la cancillería mexicana que preside Luis Ernesto Derbez. ¿Es esto lo cotidiano, que el Gobierno de Washington nos esté recriminando por lo que hacemos o dejamos de hacer?

El funcionario usó el término reprimenda. Es un lenguaje rudo, poco usual, casi siempre dirigido a un subordinado. Desde que empezaron los problemas en la frontera común -las ejecuciones un día sí y otro también- empezaron las reprensiones. Eso de que recibamos un regaño y nos quedemos como si nada estuviera pasando me provoca nauseas. La única defensa ante los embates de nuestros vecinos es ondear la bandera de la dignidad. Tenemos a los países del mundo que al reconocer que somos una nación independiente, hasta donde se puede ser en un mundo globalizado, nos estarán respaldando moralmente. No nos quedemos con el reproche cual si nada se nos hubiera dicho. Nos están increpando ásperamente y lo único que hacemos es abatir los brazos y agachar la cabeza. Es inaceptable que nos quedemos tan orondos. Inaudito es que nos den un rapapolvo y adoptemos una actitud, para decir lo menos, despreocupada. Hay un dicho en el refranero popular, que quizá no conozcan nuestros funcionarios, que dice: más vale una vez colorado y no cien descolorido.

La reprimenda no es otra cosa que una reprensión vehemente y prolija, en tanto que reprender comprende una amonestación usando el vituperio, desaprobando lo que se ha dicho o hecho. El vituperio es un baldón u oprobio que se hace a alguien. A menos que el Gobierno que recibe la andanada se dé cuenta de que no tiene cara con qué protestar, es de creerse que la prédica de los güeros tenga una respuesta puntual de parte nuestra. De otro modo damos la impresión de que los mexicanos somos sus empleados a los que se puede vejar así nomás como así. Esto se remonta a 1847 cuando con cualquier pretexto enviaron tropas a invadir nuestro territorio. Hay que reclamar con energía. Si ellos tienen la fuerza de las armas, nosotros tenemos la fuerza de la razón.

Es cierto que desde los tiempos de Ezequiel Padilla, canciller de México, no hemos podido encontrar el rumbo de nuestra política exterior. Un Emilio Rabasa ya habría salido a la palestra para poner a cada quien en su lugar. Actualmente sólo nos falta con que aparezca el doctor, que no es doctor, diciendo desde Los Pinos que Ramón Martín Huerta no dijo lo que dijo. Así se las gastan nuestras autoridades en estos días. Lo cierto es que los hijos del Tío Sam nos dan una repasata cada vez que se les antoja. No es conveniente hacernos los desentendidos concretándonos a señalar que allá en la tierra del Tío Sam hay más crímenes que acá, lo cual, siendo cierto, no quita el pescozón verbal. Para eso se requiere que nuestras autoridades se fajen los pantalones. Estamos suficientemente grandecitos para dejar que nos den una azotaina, venga de donde venga. No debemos permitir que nos pongan la pata encima, animándolos con nuestra indolencia diplomática, para que suban la otra.

Escrito en: Gobierno, nuestras, quedemos, nuestros

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