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Pekín 2030, la olimpiada espacial

El gigante asiático apunta hacia arriba

Pekín 2030, la olimpiada espacial

Pekín 2030, la olimpiada espacial

Redacción S. N.

A pesar de las altas expectativas que tienen los chinos con su proyecto sideral, acortar la brecha con respecto a las naciones que dominan ese ámbito se antoja complicado. Estados Unidos ha cerrado la puerta de la cooperación, en 2011 el Congreso norteamericano le prohibió a la NASA trabajar con ellos.

Las aventuras espaciales de la humanidad han generado progresos científicos como la creación de herramientas sin cable (por la necesidad de crear un taladro compacto ligero, compacto y potente, pensado para profundizar en la superficie lunar).

Otras áreas en las que un fin espacial contribuyó a mejorar la vida terrestre involucran al calzado deportivo, el reciclaje de caucho y la medición de la temperatura corporal.

Contribuciones aparte, mirar desde el espacio la esfera mundial da a los países un prestigio nada desdeñable y así lo comprueban los planes surgidos hacia el extremo oriente del mapa.

En diciembre pasado, la República Popular China dio a conocer sus expectativas relacionadas con la exploración espacial para las próximas décadas: llegar al lado oscuro de la Luna y establecer allí un radar permanente, así como enviar una misión a Marte.

Con Xi Jinping al mando (desde 2013) el gigante asiático ha reforzado sus pasos para convertirse en potencia y liderar rubros que durante mucho tiempo le escatimaron la etiqueta de jugador a considerar.

PROGRESOS

Si bien los esfuerzos aeroespaciales chinos no son nuevos, los resultados destacados sí son una novedad, pasaron décadas a la sombra. Pusieron un satélite en órbita en 1970, algo conseguido por los rusos en 1957 con el Sputnik. Enviaron un hombre al espacio en 2003; los estadounidenses alunizaron en 1969.

Sin embargo, desde el primer chino cosmonauta la nación más poblada del mundo ha realizado caminatas espaciales, puso en el suelo lunar un explorador y ha mandado artefactos a preparar la ruta hacia el montaje de una estación espacial. Sobre este último objetivo, el programa consta de dos etapas: primero, poner en órbita un laboratorio y, en segundo lugar, montar su estación. El interés de Pekín radica en lograr avances y manejar tecnologías clave para la estancia a medio plazo de los astronautas fuera de la Tierra. La meta es investigar y proceder al envío de una cabina nuclear y otra de pruebas que sumen tonelaje a la estación espacial tripulada.

Wu Yanhua, director de la Administración Espacial Nacional de China, dio a conocer otra aspiración de sus científicos y autoridades: enviar sondas a Júpiter y a sus lunas. El trabajo y la inversión están dirigidos a conseguir que para 2030 el país de extremo oriente se empareje con rusos y estadounidenses.

A pesar de las altas expectativas que tienen, acortar la brecha que los separa de las naciones líderes en ese ámbito se antoja complicado. Estados Unidos ha cerrado la puerta de la cooperación, en 2011 el Congreso norteamericano le prohibió a la NASA trabajar con ellos. La razón: inquietudes relacionadas con la seguridad nacional, lo cual es interpretado por expertos en geopolítica como temor a los planes militares de Pekín.

MARTE

En septiembre pasado, China difundió la existencia de un proyecto para construir una estación simuladora de Marte. La idea es replicar al cuarto planeta del sistema solar en un área de roca roja ubicada en Haixi, prefectura autónoma mongol y tibetana, cercana a la Gran Muralla.

Conocida como la Cuenca de Qinghai, la zona fue calificada como el lugar con más semejanza al vecino sideral.

400 millones de yuanes (61 millones de dólares) conforman la partida asignada a transformar 95 mil kilómetros cuadrados. La base tendrá un triple fin: investigación sobre Marte, campo de entrenamiento para sus astronautas, y servir como atractivo turístico.

Además, contemplan abrir campamentos interactivos que repliquen las condiciones del planeta rojo, esto con miras a preparar a sus cosmonautas, brindar a los visitantes una experiencia marciana y opciones didácticas basadas en travesías sobre espacio aéreo, astronomía y nuevas energías.

El concepto general es el de una instalación multifuncional en la que estarán relacionadas ciencia y ecología; otros beneficios serán fomentar el interés por la exploración espacial y generar derrama económicos para la región.

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Astronautas chinos durante una ceremonia antes del lanzamiento de la nave espacial tripulada Shenzhou 11 en el Centro de Lanzamiento de Satélites de Jiuquan en Jiuquan, China. Foto: Getty Images

EN ÓRBITA

Otro rubro aeroespacial en el que China ha logrado avances significativos es en el lanzamiento de satélites. En 2013 mandó a la órbita planetaria tecnologías 'de aplicación’, vehículos no tripulados cuyos fines son tan diversos como la recogida y transmisión de datos cósmicos, la comunicación telefónica y reunir información meteorológica.

En un tema relacionado, hace cinco años los chinos dieron a conocer que entró en operación el Proyecto Meridiano para investigar las cadenas de causa-efecto en el ambiente espacial de la zona solar-terrestre. Pretenden comprender los procesos que preceden a eventos climáticos espaciales de tipo catastrófico y las características regionales del medio ambiente sobre el territorio chino, según un comunicado emitido por el Centro Nacional de Ciencias Espaciales de la Academia China de Ciencias.

Este sistema servirá para impulsar sus excursiones siderales y posicionar a la nación más poblada frente a rusos y estadounidenses.

A propósito de la competencia con otros Estados, una misión china que ha adquirido relevancia es el Programa de Exploración Lunar. Desde su aprobación en 2013 se han lanzado varias artefactos y estos han capturado imágenes lunares. En 2016 se difundieron varias fotografías.

El segundo de sus aparatos recorrió 70 millones de kilómetros en el espacio profundo en buenas condiciones; así verificaron tecnología indispensable para futuros lanzamientos.

Comparadas con las imágenes captadas por la NASA, tanto las de décadas pasadas como las recientes, las fotos tomadas por los equipos chinos muestran un suelo lunar más rocoso.

La próxima fase consiste en mandar viajes no tripulados con capacidad para hacer el camino de vuelta, es decir, enviar una nave con una sonda que recoja dos kilogramos de muestras lunares y los transporte a la Tierra. El prototipo diseñado fue equipado con un taladro, esto le permitirá excavar hasta dos metros en el suelo.

La diferencia con respecto a las misiones rusas es que la operación china permite, al menos en la teoría, llegar a cualquier punto del satélite natural, o mejor dicho, incluso a su cara oculta. La próxima sonda sería enviada en 2019 y habría más a partir de 2020. La técnica, avizoran, podría conseguir muestras de Marte, un objetivo al que apunta Pekín en la próxima década.

ARTIFICIAL

China también está apostando por desarrollar inteligencia artificial, terreno en el que están realizando importantes inversiones representantes de la iniciativa privada estadounidense como Google o Facebook.

Que los esfuerzos chinos consigan superar a la competencia de la potencia occidental se antoja complicado. En el país más poblado del mundo hay 700 firmas enfocadas en la IA, cantidad que representa el 24 por ciento de las instalaciones en la Unión Americana dedicadas al mismo ramo.

Sin embargo, no parece que el gigante asiático vaya a renunciar a sus empeños. En mayo pasado, comenzó una prueba que, si resulta, será el antecedente de una estación lunar funcional. Se trata de simular cómo sería la vida en un entorno parecido al del cuerpo satelital por hasta 200 días.

Esta unidad, ubicada en Pekín, fue bautizada como Yuegong-1 (Palacio Lunar en español).

Los chinos quieren saber si es factible una misión espacial a largo plazo, buscan probar que es factible permanecer allá sin tener que estar mandando suministros.

El Palacio tiene módulos destinados a cultivos vegetales, una sala para criar animales, otra para tratar desechos, además de dormitorios, sala y sanitario.

Escrito en: espacial, chinos, China, estación

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