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Sucesos del 3 de octubre de 1927; Asonada en el Campo Militar de Torreón

SIGLOS DE HISTORIA

Sucesos del 3 de octubre de 1927; Asonada en el Campo Militar de Torreón

Sucesos del 3 de octubre de 1927; Asonada en el Campo Militar de Torreón

Gildardo Contreras Palacios, miembro del Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas

(SEGUNDA PARTE)

A principios del mes de octubre de 1927, el 43 Batallón del Coronel Ibarra López, alojado en el Campo Militar de Torreón, contaba sólo con cerca de 50 elementos, principalmente a que la Primera Compañía se encontraba en México, como escolta del General Escobar, la Segunda estaba de Partida Militar en Parras, Coah., y la Tercera estaba repartida en la vigilancia de la Prisión Militar (por la salida a Gómez Palacio), de la cárcel pública, del Hospital Militar (por la Múzquiz), de Gómez Palacio y de Cd. Lerdo, por lo que los casi 50 elementos restantes, permanecían en el cuartel, en donde se encargaban de la vigilancia del Campo, cubriendo los puntos estratégicos del mismo. Aquella situación la tomaría muy en cuenta el Coronel Manzanilla para los planes que se proponía llevar a cabo.

Un poco más tarde de la llegada al cuartel del Coronel Ibarra, de esa noche del 3 de octubre, lo hizo el Coronel Manzanilla, que como ya dijimos, había salido hacia el centro de Torreón, muy temprano de ese día; llegó acompañado de algunos de sus subalternos, del Comandante de Policía y de 8 elementos de dicha corporación, quienes traían algunos tenates (canastos de palma) con botellas de licor, que pudieron haber sido de vino de Parras o tequila, con la supuesta intención de compartirlos entre los integrantes de su cuerpo armado, claro es que los recién llegados ya traían algunas copas encima. El grupo penetró hasta el fondo de la cuadra del Cuartel, en donde se alojaban y en donde los aguardaban el resto de los integrantes del 16 Regimiento.

A las 12.30 de la medianoche, salió de la cuadra del 16, una Sección, 2 oficiales y 64 de tropa, dirigiéndose al sector sur del cuartel, el vigilante del 43 les marcó el alto reglamentario, sin embargo los del 16 les contestaron con palabras altisonantes y le hicieron algunos disparos a muy corta distancia, el vigilante cayó, los sublevados pasaron sobre él y se apoderaron de la planta de luz, misma que mantuvieron apagada desde esa hora hasta que amaneció. Esos primeros disparos sirvieron para que el resto de la tropa del 43, se despertaran y empezaran a defender sus posiciones, encabezados principalmente por el Sargento Primero Encarnación Durán Altamirano y el Sargento Segundo, Onésimo Hernández Ramírez, quienes se hicieron de una ametralladora en la Sala de Academias, y empezaron a disparar contra los rebeldes del 16, quienes gritaban: ¡mueran los zafados!, por el mote de su jefe el Coronel Ibarra, ¡Viva Arnulfo R. Gómez! ¡Viva Francisco R. Serrano!.

Por lo tanto el Coronel Ibarra se despertó sobresaltado, confirmando su presentimiento de aquel alzamiento de los del 16, y pronto se incorporó a donde estaba la guardia del cuartel, allí recibió un rosón de bala en el pecho, sin consecuencias mayores. Los que mantenían a raya a los rebeldes eran los Sargentos Durán y Hernández y el capitán Rivera, quienes habían emplazado dos ametralladoras más, en el espacio de la Guardia.

Con una superioridad numérica notoria, los rebeldes del 16 Batallón, lograron hacerse de casi la totalidad del cuartel, el número de elementos les daba ventaja sobre los del 43, quienes realmente dominaban sólo el acceso principal al campo militar. En cierto momento de la refriega, los rebeldes pudieron hacer un total de 11 prisioneros y más que otra cosa, conminaban a los del 43 Regimiento a que se unieran a su causa y en conjunto tomaran la ciudad de Torreón, bastando que les abrieran el paso con los vigilantes para poder salir del cuartel.

A pesar de las arengas de los rebeldes, los prisioneros expresaron un no rotundo a sus propuestas. En seguida los del 16, formaron a los prisioneros en una banqueta de algunas construcciones del cuartel para proceder a su ejecución, sin embargo los Sargentos Durán y Hernández se percataron de ello e inmediatamente hicieron una descarga sobre los rebeldes y evitaron seguir con la ejecución; tras de ello, los salvados volvieron a unirse a los suyos y siguieron ayudando a la defensa del Cuartel.

A la una y media de la mañana del 4 de octubre, el General de Brigada José San Martín, Comandante de la Guarnición de la Plaza de Torreón, llegó al campo militar, y junto con otros jefes militares leales al Gobierno, dispuso que la fuerza de Caballería del 83 Regimiento, bajo el mando del Coronel de Caballería Rodolfo Casillas García, hospedado en lo que era el Hospital Militar, actuara sobre el lado sur del cuartel, y la del 18 Regimiento de Caballería, bajo las órdenes del Coronel Pascual Valadez, alojado en lo que fue la Escuela "Hijos del Ejército", iría sobre el lado norte del campo militar; una vez en sus posiciones los soldados (dragones) de caballería hicieron un fuego intenso en contra de los rebeldes.

Todo aquel enfrentamiento se llevó a cabo dentro de las instalaciones del campo militar y se prolongó de las 12.30 de la noche a las 5 de la mañana del día siguiente, hora en que se escucharon algunas cornetas tocando "alto al fuego", y con ello vino el cese de las hostilidades por ambos bandos. Inmediatamente entró al Cuartel, el General de Brigada José San Martín, acompañado del Coronel Ibarra López y un buen grupo de jefes y oficiales, leales al Gobierno. El General San Martín, con voz fuerte se dirigió a los combatientes y les dijo. "Ya no tiren muchachos, Alto al fuego…", "¿Por qué hicieron armas contra el Gobierno… por que la sublevación?", a lo cual algunos de los rebeldes del 16 Batallón, contestaron: "porque nos deben haberes, a mí me deben treinta días", otro dijo: "me deben veinte días" y otro más: "a mí me deben medio mes", las quejas denotaban, que los jefes del 16 Batallón, habían utilizado aquella falta de pago, con el propósito de sembrar descontento e indignación entre la tropa, con la intensión de provocar la asonada en contra del Gobierno. Tras las quejas, el General San Martín, les expresó que a todos se le pagaría lo que se les debía, promesa que se cumplió y como a las nueve de la mañana ya estaba en el cuartel, el señor Luis G. Mitre, empleado de la Oficina Federal de Hacienda, con muchas bolsas de plata (talegas de mil pesos), y a cada uno de los rebeldes se les fue pagando lo que a su criterio y de buena fe se les debía.

Una vez que los rebeldes del 16 Batallón se rindieron, informaron que sus jefes habían huido del cuartel como a las 4 de la mañana de ese día 4 de octubre de 1927. Habían salido por el rumbo oriente, en donde se localizaba la zona de los "embarcaderos" y que habían tomado en dirección a Tlahualilo. En seguida una patrulla del 83 Regimiento de caballería, salió a perseguirlos y no tardaron mucho en lograr su captura y regresaron con los jefes rebeldes al Cuartel, en donde quedaron a disposición de un Consejo de Guerra Sumario, que conforme a las leyes y reglamentos militares convocó y formó el General de Brigada José San Martín, comandante en jefe de la Guarnición. A los presos se les acusó de "asonada militar, haciendo armas en contra de elementos leales al Gobierno", en el enfrentamiento se causó la muerte de nueve elementos del 43 Regimiento, entre los que se encontraba el Mayor Ayudante, Conrado Flores y de parte de los rebeldes del 16 Regimiento, hubo un total de 32 bajas.

El primero en ser juzgado fue el Teniente Coronel Augusto Manzanilla, Comandante Interino del 16 Batallón, responsable del motín en contra del Gobierno. Cuando se presentó ante el Consejo, dicen que expresó las siguientes palabras: "Para que me hacen Consejo de Guerra Sumario, ya se lo que me espera, aquí ni el General San Martín, que es de Brigada y Jefe de la Guarnición de esta plaza, no vale nada, aquí el único que lleva la voz es el "zafado" (Ibarra), es el dedo chiquito de Escobar en Torreón, y lo que él diga eso es". Como en todo Juicio Sumario, el Consejo encontró culpable a Manzanilla y lo condenó a la Pena de Muerte. Manzanilla fue entregado al pelotón de ejecución a las 12 horas de ese día 4 de octubre. A esa hora al sentenciado se le fusiló en donde se ubicaba el campo de tiro del cuartel. El pelotón de fusilamiento estaba bajo el mando del Capitán 1° Victorio Contreras, del 43 Regimiento.

A Manzanilla lo siguieron otros diez oficiales rebeldes, quienes corrieron la misma suerte que su jefe. Del resto de la tropa de los alzados, algunos fueron enviados en "canje", 100 al 24 Batallón, que estaba en Saltillo, Coah., y otros 100 se cambiaron por los mismos elementos del 43 Batallón. De esta manera terminó aquella asonada militar encabezada por el Coronel Augusto Manzanilla.

Con la eliminación de sus enemigos políticos, Obregón como único postulante a la Presidencia de la Republica, salió electo en los comicios del 1 de julio de 1928, sin embargo nunca pudo gozar de aquel amargo y truculento triunfo, ya que el día 17 de ese mismo mes y año, fue asesinado por José de León Toral, en el restaurante La Bombilla.

Los asesinatos de Francisco R. Serrano y de Arnulfo R. Gómez, fueron la culminación de una serie de muertes en el México posrevolucionario, auspiciadas por la dupla sonorense del Caudillo y del Jefe Máximo, que empezaron con Carranza y continuaron con Villa, y quienes a base de una violencia inaudita trataban de hacerse del poder político del país, y con ello se estaba gestando la creación de un sistema político, corrupto, intolerante y violento, cuyos vestigios aún permean en algunas de las esferas de la política nacional; cuyo objetivo primordial es el de tener el "Poder por el Poder", al costo que sea necesario, sin pensar en lo "más mínimo" por solucionar los problemas y necesidades del pueblo para el que gobiernan. "Cosas veredes mio cid".

gilparras47@ yahoo.com.mx

www.parrasylalaguna.com

FUENTES:

Pedro Castro. El General Francisco R. Serrano. Una semblanza política. Polis. Investigación. Sociopolítica y Psicosocial. Otras Revistas. UNAM. Volumen 1. Num.2. pp.55-80.

Oscar Saucedo Segura. Memorias. Testigo presencial y participante de los hechos, con el grado de Cabo, en el 43 Batallón de Infantería, con residencia en el Campo Militar de Torreón, Coah., del 3 de octubre de 1927. Escrito Original a máquina, 5 cuartillas. Octubre 1947. Torreón Coah.

Manuel Terán Lira. .- Historia de Torreón.- Editorial Macondo. Tercera Edición.1989.

Gustavo Casasola. Hechos y Hombres de México. 1810-1910. Tomo 3. Editorial Gustavo Casasola. 1980.

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