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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Casi nadie ha oído hablar de San Olindo y Santa Loria.

Vivieron en el siglo IV después de Jesucristo. Fueron contemporáneos; Butler asegura que habitaron en la misma ciudad: Leya, de Egipto.

Se amaban; estaban destinados a ser esposos. Pero en secreto se habían convertido al cristianismo, y cuando eso se supo sufrieron persecución y cárcel. Finalmente se les martirizó. Ella murió decapitada como Santa Catalina; a él lo asaetearon como a San Sebastián.

Las únicas imágenes que de ellos se conocen están en una capilla romana a la que no llegan ni los turistas ni los fieles. Nadie les lleva flores; no arde ante ellos el tenue fulgor de una candela. Pero en la noche bajan de sus pedestales y se aman. Entonces los lugareños ven un resplandor que sale del pequeño templo, y cuando el cura y el sacristán llegan la mañana siguiente perciben un aroma como de rosas de Alejandría.

San Olindo y Santa Loria. Anatole France iba a escribir sus biografías, pero otros temas lo ocuparon. A ellos no les importa el olvido en que viven después de la muerte. Cada noche su amor da luz de luna y perfume de flor.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador Santa, llegan, noche, después

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