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Mi tía solía vivir en París

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Mi tía solía vivir en París

Mi tía solía vivir en París

SAC

She told us that she jumped into the river once, barefoot.

She smiled... Leapt, without looking and tumbled into the Seine.

LA LA LAND

No soy actriz, pero la primera vez que vi 'La La Land' sentí que estaba reviviendo los últimos años de mi vida.

Hay una escena, casi alcanzando el final, en la que Mia (Emma Stone) trata de explicarle a Sebastian (Ryan Gosling) por qué no quiere seguir actuando. "Tal vez no soy lo suficientemente buena" es la frase que aún ahora provoca que me suelte a llorar. Nunca había visto que una película reflejara con tanta claridad las inseguridades de alguien que se aferra a un barco que parece que nunca encuentra un puerto al que llegar.

***

No fui una niña escritora prodigio. Pero siempre he sido una soñadora. Empecé a escribir a los catorce y desde entonces he sido más dura conmigo misma que lo que cualquier profesor o editor puede llegar a serlo. A menudo los miedos me paralizan: conozco a muchas personas que pueden escribir cuartilla tras cuartilla en un par de horas, mientras yo intento no llorar frente a la página en blanco. Recuerdo a la prima de un ex novio que me contó, apenas conocerla, que recientemente había descubierto que disfrutaba leer, así que la noche anterior había escrito 'una historia fabulosa de más de diez páginas'. Claramente, no volví a ver a la mujer. Yo solía ser así, pero mi capacidad de escribir con facilidad ha disminuido con los años, hasta volverse prácticamente inexistente.

Antes de 'La La Land' llegó a mi vida 'Di su nombre' la novela-carta de amor de Francisco Goldman a Aura Estrada, una joven promesa de la literatura mexicana que luchaba, entre otras cosas, por confiar en el talento que todos a su alrededor veían, menos ella. Recuerdo que en alguna entrevista, Goldman describió a Aura como 'una de esas poquísimas personas a las que realmente les corre la literatura por las venas'. Algún día escribiré una columna sobre este libro y lo que trajo a mi vida, pero ahora sólo recuperaré un fragmento del capítulo veinticinco, porque como la escena de 'La La Land' refleja el miedo a hacer algo que no parte de un lugar puro: 'Temías no ser sino las clases que habías tomado, las escuelas a las que habías ido, los libros que habías leído, los idiomas que hablabas, tus becas, tu tesis de maestría sobre Borges y los escritores ingleses, etc. No ser alguien especial, con un talento propio. Estabas desesperada por tener algo que fuera sólo tuyo'.

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Pocas personas hablan de los bloqueos creativos o de la dificultad de desarrollar algo que amas. Pero hay un texto de Atenea Cruz que siempre me ha servido como salvavidas.

El 18 de abril de 2014, Atenea publicó en su columna 'Misterios de la vida diaria' (también para este medio) un texto que giraba alrededor del poema 'The love song of J. Alfred Prufrock', de T. S. Eliot. No quiero resumirlo porque preferiría que quién se sienta atacado por la curiosidad haga una búsqueda rápida en Google y lo lea por sí mismo. Basta decir ahora que la columna de Atenea, como ella lo plantea casi al cierre, se transforma con el paso del tiempo y, en mi caso, sirve siempre como empuje: 'atreverse a vivir, atreverse a escribir, sin certezas, sabiendo que el canto de las sirenas no estaba destinado a nuestros oídos. Adivinar el miedo a fracasar, tener que escoger entre eso o contemplar la vida desde la ventana. Saber que estamos muriendo mientras tanto'.

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Hace una semana, mi amiga Virginia -la misma que me llevó a los gatos madrileños de García Álix- me dijo, muy seria, 'no dejes de escribir'.

He pasado los últimos meses en uno de esos bloqueos que parecen eternos. Lo disparó mi trabajo académico, que a todas las inseguridades del creativo, le suma el no-ser-lo-suficientemente-inteligente.

Dudo de cada palabra que escribo. Me regaño constantemente. Encuentro pretextos fáciles para detenerme: hay palabras que nunca aprenderé a acentuar y abuso de las comas, por ejemplo.

Escribir, muchas veces, es doloroso y frustrante. Y aún así, elegí que mi vida girara alrededor de ello.

Mientras intento tejer los hilos que rodean el trabajo periodístico de Rubén Darío, mientras reviso un ensayo, mientras escribo esta columna, escucho en mi cabeza la vocecita de las dudas, del miedo -'la inmovilidad de Prufrock ante la ventana', escribió Atenea-, del vacío, de lo tentador que resulta a veces dejar todo, empezar de cero y dedicarme a un oficio que requiera menos de mí, de la infinidad de textos que jamás resultaron como yo esperaba.

¿Lo harán, alguna vez?

Pienso entonces en el texto de Atenea, en 'Audition' de La La Land, en Aura Estrada.

Y sigo escribiendo.

Escrito en: ITINERANTE vida, mientras, siempre, personas

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