El señor hizo el universo.
Lo hizo a su imagen y semejanza.
Quiero decir que lo hizo infinito.
El universo, en efecto, no tiene final.
Cuando parece que termina está empezando.
Sus misterios son igualmente inacabables.
Una vez que el Señor hubo hecho al universo llegaron los hombres.
Inventaron los números.
Y uno de ellos inventó el ajedrez.
Entonces exclamó el Señor, admirado:
-¡Caramba! ¡Y pensé que sólo yo podía crear infinitos!
¡Hasta mañana!...