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¿Abismo?

FEDERICO REYES HEROLES

FEDERICO REYES HEROLES

A la memoria de Gonzalo Aguilar Zinser

"Si alguien me preguntare 'qué es la solidez' le remito a sus sentidos para que lo informen".

— John Locke

Algo no cuadra. Rescatar a México, salvar a México, si un marciano se paseara en estos días por nuestro país y fuera sometido al bombardeo inmisericorde de los spots, pediría el primer vuelo de regreso a su planeta. Algo, mucho de esquizofrenia ha invadido la plaza pública.

¿De verdad estamos al borde del abismo?, y entonces, ¿dónde acomodamos las piezas del rompecabezas que tenemos enfrente? No necesitamos imaginar, podemos recordar, lo hemos vivido. Abismo a principios de los años ochenta, cuando México estuvo a punto de declarar la suspensión de pagos, como Juárez. Meses en que el avión de BANXICO iba a diario por "verdes", billetes que eran devorados en minutos por el miedo de millones de mexicanos, colas inmensas para adquirir la divisa que parecían no tener fin. Pero hoy el peso flota y ha tolerado hasta la embestida de Trump, hoy el Banco de México cuenta con autonomía real y las reservas actuales, más los créditos pre-aprobados, hablan de salud financiera. ¿Emergencia?

Abismo cuando sólo podíamos exportar petróleo y las oscilaciones del mercado apretaban la soga en el cuello de un país drogado con el oro negro. Hoy somos uno de los principales exportadores del mundo, exportadores de manufacturas y también productos agropecuarios. Tenemos un superávit comercial con EE.UU. muy substancioso. Abismo cuando la economía decrecía año tras año, y el país se desindustrializaba a zancadas. Hoy el retrato de nuestra economía es ya muy similar al de los países industrializados; el sector servicios ocupa dos tercios de la población económicamente activa, la famosa PEA, la industria se encarga del 25% y la agricultura del 14%. Los tres se modernizan obligadamente. El desempleo está bajísimo.

Abismo cuando el navío hacía agua a borbotones por un déficit del alrededor del 16%. Imposible tapar todos los hoyos a la vez, por eso el estado tuvo que soltar lastre en una operación, allí sí, de emergencia que duró casi una década. Llegamos a tener el agua en la barbilla y las plegarias nacionales pedían que no hubiera una ola. Abismo cuando el fantasma del desabasto hizo varias apariciones y el pavor merodeaba. Hoy el consumo del mexicano crece sistemáticamente y la oferta es la de un país abierto y moderno. Por eso los centros comerciales se multiplican como hongos por toda la república para atender a las crecientes clases medias. El crédito avanza, el hipotecario, sumado a las acciones de las instituciones de vivienda, han cambiado la vida a millones.

Abismo cuando el aparato electoral estaba diseñado para aplastar opositores y por ello las alternativas violentas visitaban la mente de muchos compatriotas. Lo peor eran las resistencias internas de los que consideraban al autoritarismo él único camino para darle viabilidad a México. El fraude patriótico era respaldado por una pesada maquinaria corporativa y muchos pensaban que México no encontraría la salida del laberinto. La ciudadanía, desorganizada y contenida, era incapaz de ejercer un contrapeso real. Hoy, con todos sus defectos, y vaya que los tiene, contamos con un sistema electoral, costoso pero confiable, que tiene un enorme cimiento en la participación. Los fortalecidos movimientos y numerosas organizaciones ciudadanas son una realidad en casi todas las latitudes de nuestro país. La pluralidad informativa ya no tiene fronteras.

Hoy el corporativismo está herido de muerte, pensemos en la revolución del sector energético que arrinconará, lenta pero irremediablemente, al sindicato de petroleros, otrora poderosísimo actor que amenazaba al propio presidente de la República. Y qué decir del cambio de coordenadas institucionales para el magisterio como parte de una reforma educativa que permite al estado recuperar la conducción del enorme sistema con el que ya contamos. Dónde ponemos esas piezas en la lectura del abismo. Lo curioso del caso es que hay muchas críticas válidas, ciertas que se pueden hacer a la labor de gobierno, inseguridad, corrupción, por supuesto, pero afirmar que México está al borde del abismo está más allá de la exageración inevitable en toda campaña.

Abismo es una analogía inválida que se convierte, primero, en falsedad evidente y, con la repetición millonaria, en mentira. Lo paradójico es que los muchos logros de México lo son también del panismo y del perredismo, que hoy cobijan el discurso catastrofista que confunde y envenena. Eso también es corrupción, el afán de victoria no justifica el engaño. Sigamos la conseja de Locke, recuperemos los sentidos, observemos a México en sus calles, sus casas, en su consumo, en el bienestar generado en décadas de trabajo, que sean ellos, los sentidos, los que nos lleven a la solidez en nuestro juicio.

Escrito en: FEDERICO REYES HEROLES México, país, Abismo, muchos

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