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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Entre dos copas de vino y otras dos mi amigo desahogó su pena: tenía sentimientos encontrados acerca de su padre. Me contó:

-Los sábados iba a ver a su hermana, que estaba en un asilo privada de razón. Una vez lo acompañé en el largo viaje en automóvil a la ciudad donde el asilo estaba. Al verlo la mujer esbozó un asomo de sonrisa. A mí me miró fijamente y luego me hizo una leve caricia en la mejilla. Al cabo de unos meses mi padre me dijo con tristeza que su hermana había muerto. Poco tiempo después falleció él. Mi madre se casó con otro hombre, y yo me fui lejos. Pasaron los años. En su lecho de muerte una tía me confió que la supuesta hermana de mi padre era en verdad su esposa, o sea mi madre, y que la que yo creí mi madre era la mujer que llevó a vivir con él cuando mi mamá enfermó. Ahora no sé qué pensar acerca de mi padre. Nunca dejó de ver a mi madre, y eso es bueno; pero nunca me dijo la verdad, y eso es muy malo.

Yo le dije a mi amigo que a nuestros padres no los debemos juzgar. Los debemos amar, comprender y recordar. No sé si acerté al decir eso. También lo dije entre dos copas de vino y otras dos.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador debemos, padre, vino, otras

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