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OMAR ORTEGA SORIA

Son muchos los políticos que se han cambiado de camiseta, este fenómeno es tan antiguo como la historia misma de los partidos políticos, sin embargo, hoy más que en cualquier otro proceso electoral, hemos visto una gran desbandada de priístas, perredistas, panistas, e incluso de independientes, a las filas de Morena.

Y la explicación es muy lógica, sus cálculos dicen que ese partido puede ganar la presidencia, gubernaturas, presidencias municipales, así como varios espacios legislativos, haciéndolo muy atractivo, ya sea para buscar una oportunidad laboral o garantizar su vigencia política, a lo que se le suma la nueva postura reconciliadora de su pre candidato presidencial y fundador.

Hay que distinguir entre los políticos que lo hacen por mero oportunismo, revanchismo o berrinche, a los que lo hacen por una cuestión de convencimiento, que son los menos. Definitivamente es válido cambiar de opinión, el pensamiento humano evoluciona y miente quien dice que sus ideas se mantienen fijas, pero dejar un partido político con el que estás de acuerdo, porque no te dieron un cargo al que aspirabas, es muy discutible.

Los nuevos tiempos han hecho que se desdibujen los términos de ser de izquierda, centro o derecha; liberal o conservador; en un inicio los partidos políticos estaban bien definidos, el PRI representaba auténticamente al pueblo mexicano, o por lo menos a la facción ganadora de la revolución mexicana que enarbolaba los principios de la Constitución de 1917, los que querían una transición pacífica del poder, los que querían que se establecieran instituciones fuertes, en fin, un partido que aglutinaba al México diverso.

Después, un PAN, que representaba a las clases acomodadas, a los empresarios y comerciantes, a los profesionistas, quienes habían visto como la revolución mexicana había perjudicado sus intereses, que les limitaba el ejercicio de sus creencias religiosas, es decir, lo que podríamos considerar un partido conservador.

Luego, las nuevas opciones de izquierda, con sus muy características peculiares, ya sean las concepciones comunistas, obreras, campesinas o de barrios, por poner algunos ejemplos, que buscaban una mejor distribución de la riqueza, que veían una nueva realidad en donde la industrialización había democratizado la pobreza o donde la actividad política era dominada por cacicazgos.

El panorama ya no es tan simple como hace años, ya no todo es blanco y negro y el pragmatismo ha invadido la escena política. La tendencia es ahora militar donde se cree que se tendrá mayores dividendos políticos y no precisamente en donde se compartan los principios dogmáticos y documentos básicos. Las ideologías se han perdido.

Los políticos ya no toman una postura clara, o incluso la cambian según el auditorio a quienes se dirigen, ahí están sus opiniones sobre el aborto, los matrimonios igualitarios, la separación de la iglesia y el Estado, el aumento de los impuestos a quienes más ganan, el subsidio a la gasolina, el modelo de movilidad urbana, las corridas de toros, en fin, posiciones acomodaticias que evitan conflictos con su electorado.

Al abrirse tanto y sin distinción, Morena incrementará su votación, pero a corto y mediano plazo, va a poner en riesgo su propia subsistencia, ya que en lugar de atraer a políticos convencidos en su proyecto, se verá secuestrado por lo que se supone está combatiendo. Al tiempo.

Twitter: @omarortegasoria

Escrito en: Pulso Legislativo políticos, partido, quienes, representaba

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