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Miércoles de Ceniza

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

El inicio de la Cuaresma que celebramos el día de hoy, ha dado oportunidad al Papa Francisco para mostrar su muy particular estilo de ejercer el ministerio que como cabeza de la Iglesia es a su cargo, mediante un mensaje que se aparta de los esquemas a los que estamos acostumbrados.

Son tres las notas características del llamado que es objeto de comentario. En una época en la que pareciera que la voz de la Iglesia abandonó el leguaje apocalíptico, el Pontífice comienza por citar el Capítulo Veinticuatro del Evangelio de San Mateo, que refiere al discurso en el que Jesús a unos días de su pasión y muerte, hace una comparación profética entre la destrucción de Jerusalén en el año setenta de nuestra era y el fin del Mundo.

Destaca en este punto la cita del versículo doce del capítulo y libro mencionados, que refiere a que la proliferación del mal terminará por enfriar la caridad de la mayor parte de la humanidad, y aparecerán falsos profetas que seducirán como "como encantadores de serpientes", lo que conduce a voltear nuestros ojos hacia el hombre moderno atrapado en la trampa del amor al dinero, el consumo de drogas y la búsqueda del placer de las relaciones fáciles e irresponsables, en las que las personas son desechables.

Francisco evoca a la Divina Comedia de Dante, y nos recuerda la escena del infierno en la que el diablo está sentado en un trono de hielo, que es símbolo del amor extinguido. La desaparición del amor sobre la faz de la tierra deja un vacío a nivel personal y social, y genera violencia en contra del niño por nacer, el anciano abandonado, el enfermo doliente, el extranjero migrante así como en contra de todo aquel prójimo que no se ajusta a nuestras expectativas.

El Papa afirma que este enfriamiento generalizado del amor fraterno es causa del humor ácido, del pesimismo estéril, de la tendencia al aislamiento egoísta, de la sensación de soledad y otras formas de sufrimiento que son flagelos del hombre contemporáneo, y todo ello conduce a guerras intestinas, lo mismo en nuestras pequeñas comunidades familiares o locales, que a nivel macro, en los escenarios nacional e internacional.

En el plano de la ecología, Francisco culpa a este enfriamiento del amor entre hermanos del envenenamiento de la tierra y los mares, por causa de nuestra negligencia y el afán desmedido de lucro. Ante el contenido del mensaje papal, resulta obligado evocar la escena escatológica que ofrecen los conflictos armados que existen no solo en países del norte de África y Asia Menor sino en los cuatro puntos cardinales del globo, y ver cómo los mares contaminados sepultan los cuerpos de los migrantes forzados que huyen de la guerra y los cielos surcados por máquinas voladoras que hacen llover proyectiles de muerte.

La segunda particularidad del mensaje del Papa para esta Cuaresma, consiste en que al igual que en otras ocasiones excepcionales, desborda su llamado a la conversión más allá de la comunidad católica e incluso cristiana, y lo hace extensivo a todos los hombres de buena voluntad, consciente como es, de que los problemas que aquejan al mundo de hoy no son exclusivos de los cristianos, sino que por el contrario, son comunes la humanidad en su conjunto.

No quedan ahí las palabras papales. La tercera vertiente del mensaje de Francisco invita a la acción directa al través de la oración, como vehículo de comunicación mediante el cual convergen todos los hijos con un mismo Padre, el ayuno como oportunidad de experimentar las carencias de nuestros hermanos menos favorecidos y la limosna, entendida esta como oportunidad de compartir nuestros bienes, en solidaridad con los que poco o nada tienen.

Escrito en: Archivo Adjunto amor, mensaje, Francisco, Papa

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