N varias regiones del país, especialmente en los estados de la frontera norte, comienza a extenderse una ola de pánico ante la cercana posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador se convierta en el próximo presidente de México.
Aunque las campañas no han arrancado de manera oficial, las encuestas muestran de forma consistente una ventaja -cómoda hasta ahora- del candidato del Movimiento de Regeneración Nacional, Morena.
En lo personal consideramos que López Obrador no ganará la elección presidencial por la sencilla razón de que el sector de indecisos terminará yendo por otra opción ante la ambivalencia ideológica y el desgaste político de "ya saben quién".
Sin embargo, preocupa sobremanera que las dos coaliciones rivales con candidatos hasta cierto punto parecidos en su ideología, se hayan dedicado en las últimas semanas a destrozarse mutuamente.
La campaña negra del PRI contra Ricardo Anaya no tiene nombre ni apellido. Una cosa es que moleste a Peña Nieto y al sistema que el "joven maravilla" se haya apoderado del segundo lugar en la contienda y el otro que lo quieran descarrilar a como dé lugar con acusaciones que francamente rayan en lo absurdo.
Porque no es lo mismo que la esposa del presidente de México construya una lujosa residencia con fondos provenientes de contratistas del gobierno y otra que un particular venda una nave industrial a un desarrollador a través de una empresa que en el momento de la compraventa cumplía con los requisitos legales.
Resulta muy sospechoso que dos años después y en plena campaña presidencial, la PGR y el SAT revelen información de una transacción con el evidente intento de sepultar la imagen del candidato Ricardo Anaya.
Por su parte "Por México al Frente" ha reforzado sus ataques en contra del PRI y su coalición, en un claro intento de fortalecerse como la segunda opción electoral y dejar en la cola a José Antonio Meade y sus huestes.
Son las estrategias clásicas de las últimas elecciones presidenciales en México. Sin embargo, al final del día lo que esta lucha encarnizada ha generado es un fortalecimiento de Morena y su candidato Andrés Manuel López Obrador.
El temor en varios sectores mexicanos de que AMLO sea presidente es muy explicable: México regresará a las políticas populistas de los 70 y 80 que sacaron al país de aquel desarrollo estabilizador y crecimiento del que hoy gozan muchas naciones asiáticas y europeas.
Corea del Sur, Japón, Singapur, España, Irlanda y Polonia, son algunos ejemplos palpables de lo que un país y sus habitantes logran progresar cuando hay claridad económica, disciplina y firmeza.
Si del 2018 al 2024 regresamos a las prácticas socialistas y al discurso demagógico, México sepultará las reformas estructurales que tanto trabajo ha costado implementar e irremediablemente se convertirá en una economía fallida como ocurrió en años recientes con Venezuela, Argentina, Ecuador, entre otros.
No proponemos en estos momentos una alianza entre las coaliciones encabezadas por el PRI y el PAN, pero al menos un pacto inteligente y de caballeros en donde se discutan las propuestas y se respeten a los candidatos.
Es cierto que el PRI y el PAN tienen la culpa de haber caído al segundo y tercer lugar en las encuestas. Ninguno fue capaz de satisfacer -en los últimos sexenios- las expectativas del pueblo mexicano.
Quizás les vendría muy bien perder el próximo primero de julio para que aprendan la lección, sin embargo, que no sea a costa de convertir a México en un islote socialistoide, anacrónico y autoritario como seguramente ocurrirá con la asunción de López Obrador.
Ante la lentitud de autoridades y el Congreso norteamericanos en tomar acciones, las cadenas Dick's y Walmart anunciaron que no venderán armas a menores de 21 años de edad. Dick's prohibirá además la venta de rifles de asalto, ambas medidas en respuesta a la reciente matanza estudiantil ocurrida en la preparatoria de Parkland, Florida... Todo listo para la edición 2018 de los Óscar en Los Ángeles, California, en donde "La Forma del Agua", dirigida por el mexicano Guillermo del Toro, es considerada una de las favoritas para llevarse la aclamada estatuilla. Sería el tercer mexicano en cinco años en ganar el premio como Mejor Director, sin duda toda una hazaña de esta nueva generación de talentosos cineastas mexicanos que integran Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro.
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