Editoriales

La formación de los profesores para el Nuevo Modelo Educativo Nacional de la SEP

ROLANDO CRUZ GARCÍA

ROLANDO CRUZ GARCÍA
"Ninguno hay que no pueda ser maestro de otro en algo" — Baltasar Gracián

Cómo sabemos, en agosto del 2018 habrá de implementarse el Nuevo Modelo Educativo Nacional, por parte de la SEP, para toda la educación básica y media superior del País; la pregunta es ¿Está preparado el profesorado para una reforma de tal magnitud? la respuesta seguramente es negativa.

Cuando hablamos del trabajo cotidiano del profesor, parte de las discusiones giran en torno a los problemas que enfrentan a diario y a lo que hacen al interior del salón de clases para resolverlos y solo ocasionalmente se menciona acerca del análisis y la reflexión que subyacen al aspecto visible de la enseñanza del maestro y el aprendizaje del alumno.

Cuando nos referimos a la formación de los profesores, entendida ésta como un proceso de desarrollo integral y profesional, es fundamental relacionarla con el PEA (Proceso de Enseñanza-Aprendizaje), ya que ambos aspectos nos facilitan un importante descubrimiento, incluso por parte del propio profesor, sobre todo acerca de las formas concretas de su desempeño, lo que le da significado al trabajo cotidiano con los estudiantes.

Para entender a cabalidad el desarrollo integral del docente, se debe visualizar como una función integradora, es decir como una convergencia entre el saber disciplinar, el saber didáctico-pedagógico y el desarrollo humano; el problema es que cada institución educativa soluciona los problemas de capacitación de sus docentes de diferente manera y de acuerdo a sus circunstancias.

Existen instituciones que imparten cursos aislados sin ninguna coherencia, hasta aquellas que tienen programas bien estructurados, otras orientan sus esfuerzos ya sea a la capacitación disciplinar o a la formación pedagógica o a la formación de la inteligencia emocional del docente o en el mejor de los casos a una combinación de todas.

A esta forma irregular de abordar la formación del personal docente en las instituciones educativas, se añade el hecho de que, una parte de los profesores aún y cuando tienen conocimientos disciplinares, experiencia y buena voluntad, no tienen en realidad una sólida formación pedagógica, lo que implica que, en no pocos casos, se repita el papel del "mejor profesor" aprendido durante su época de estudios y que en ocasiones está cargado de ciertos vicios que más que ayudar al proceso de aprendizaje de los alumnos lo dañan.

Aquí es de donde surge la pregunta ¿qué debemos entender por desarrollo integral de los profesores? La postura teórica de Dale Lange (1990), es útil ya que plantea: "el término desarrollo de profesores, es usado en la literatura para describir un proceso continuo de crecimiento intelectual, de experiencias y de actitudes de los profesores". Por lo tanto el desarrollo de los profesores implica la integración de las vivencias del trabajo cotidiano del aula con los fundamentos teóricos de la didáctica y la pedagogía bajo el esquema siguiente: Conocimientos + habilidades + actitudes y valores.

En este sentido, un programa de formación docente deberá buscar un perfil que refleje los principios de una formación integral, tolerante, plural, pertinente, equitativa, responsable, solidaria que permita el diálogo en un ambiente de libertad e inmersa en los valores éticos universales, como es conceptualizado en el modelo educativo.

Las competencias docentes para un nuevo modelo educativo, fueron declaradas desde la Conferencia Mundial sobre la Educación celebrada en 1998 en la UNESCO, y ha tenido una influencia muy fuerte en los sistemas educativos de la mayoría de los países del mundo, la introducción de nuevos conceptos y de una nueva visión de lo que es la educación ha orientado los esfuerzos que se han realizado para adecuar los sistemas y modelos educativos a las nuevas concepciones.

La UNESCO define a las competencias como: "El conjunto de comportamientos socio-afectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un desempeño, una función, una actividad o una tarea". Lo que nos vuelve a remitir a la integralidad.

La educación basada en competencias, es entonces aquella cuyo currículum está fundamentado de manera integral, en la resolución de problemas, el empleo de recursos que simulan la vida real, el análisis y resolución de problemas, el trabajo cooperativo y el apoyo de tutorías.

Para el nuevo modelo educativo se requiere de un profesor que posea competencias claramente definidas: Especialista en facilitar el aprendizaje, integrador de aspectos científicos, tecnológicos, sociales y éticos, planeador y diseñador del aprendizaje, especialista en su área disciplinar, especialista en evaluar, investigador, guía o tutor, estimulador del trabajo en equipos, generador de situaciones pedagógicas exitosas, empleador de herramientas tecnológicas, promotor de hábitos y habilidades de estudio y motivador de la creatividad y el pensamiento crítico, entre otras.

Finalmente, las necesidades de desarrollo personal y profesional del docente, se complementan con habilidades para el trabajo en el aula, manejo de problemas estudiantiles en el aula, manejo de las técnicas de información y comunicación y por último algunos temas emergentes de interés para el docente. Todo esto nos regresa a la pregunta inicial ¿Están nuestros profesores, de preescolar, primaria, secundaria y bachillerato, preparados para todo ello? Habrá de contestarse pronto.

Agradezco sus comentarios a: [email protected]

Escrito en: Rolando Cruz García formación, desarrollo, trabajo, habilidades

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas