Editoriales

Calles... a la calle

Sobreaviso

RENÉ DELGADO

A ver si mañana no se fisura la estatua de Plutarco Elías Calles al conmemorarse el aniversario del Revolucionario Institucional, al tronar de las matracas y al retumbar de la batucada de Peee-Pepe-Pepe-Pepe-Peee... tan creativa y conceptuosa como los postulados de campaña en boga.

El marco de la celebración tricolor es patético. El todavía encargado del partido, Enrique Ochoa, no abordará la tribuna porque no las trae todas consigo. El primer priista de la nación, Enrique Peña Nieto, se guardará porque, ni modo, es hora de ceder el espacio. Y, entonces, el orador en la fiesta del partido será un simpatizante: el candidato José Antonio Meade que no acaba de articular su discurso, convencer a los priistas de hacerlo suyo, fijar los ejes de su campaña ni de remontar el tercer sitio que conserva incólume en la preferencia electoral.

Ojalá y no vaya a abrir la boca el camandulero contravoz del candidato, alguno de los panistas falderos -adiestrados por el PRI- o el responsable de reposicionar al simpatizante a como dé lugar, el agente Alberto Elías Beltrán. La situación del partido, el gobierno y la campaña no dan para eso y, por lo mismo, la fiesta tiene un tinte funeral.

¡Qué modo de celebrar un año más del Institucional!

Tan proclive a consultarlo, quizá José Antonio Meade debería pedir el parecer de Vicente Fox sobre la estrategia desatada por el partido y el gobierno contra el candidato panista, Ricardo Anaya.

Valdría la pena porque si las tenazas del partido y el gobierno no aprietan hasta lastimar a Anaya, en vez de debilitarlo en la contienda electoral, terminarán por fortalecerlo y debilitar aún más a las instituciones usadas como ariete. Fox sabe del asunto. En su momento y a partir de otro motivo judicial, aquél intentó descarrilar a Andrés Manuel López Obrador y, al final, reculó, dejando mal parado al procurador Rafael Macedo de la Concha y al ministro Mariano Azuela, así como a las instituciones implicadas... Mejor parado sólo quedó el tabasqueño.

Si no van hasta el final, en menudo lío se habrán metido Meade y sus estrategas.

Sin descartar que el abanderado panista tenga cuentas que rendir sobre sus negocios inmobiliarios, familiares o personales, el asedio oficial del cual hoy es objeto despide el tufo de una persecución política, no el aroma de un súbito celo por procurar justicia.

En esa causa, los administradores de la campaña tricolor y el propio candidato ya se embarcaron. Decidieron recorrer ese camino y, ahora, difícilmente podrán apartarse de él. Corrieron al fondo de un callejón y si proceden contra Anaya, muy pocos creerán que los anima un desconocido y acendrado sentido de justicia; y si se echan para atrás o nomás no pueden, la conclusión será obvia: los dobló, de nuevo, el muchacho maravilla.

¿De quién fue la ingeniosa, no genial, idea de lanzarse a esa aventura? Al grito de ¡órale, va!, ¿quién embarcó a todos, incluyendo al candidato?

El punto delicado es que José Antonio Meade adoptó la estrategia, sin darse una mínima distancia ante ella.

Fundir la carpeta de investigación con el manual de propaganda, echarle porras al encargado de la Procuraduría y vituperar al señalado podría terminar por arrastrar al candidato oficial a una situación aún más compleja. Hacerlo caer en la trampa tendida por él mismo y sus estrategas, sin salir del sótano electoral donde se encuentra.

Si la estrategia falla, Meade, el más inocente -eso dice él de sí mismo- de los candidatos presidenciales postulados por el priismo, no podrá deslindarse del enredo. No podrá pintar su raya, por haberla borrado él mismo.

Si al candidato oficial tanto lo irritan los presuntos y turbios negocios inmobiliarios de un competidor o la supuesta e inexplicable sobrevivencia del otro competidor sin trabajar, igual deberían irritarlo el espionaje gubernamental a ciudadanos, el desvío de recursos públicos, el encubrimiento de quienes reciben sobornos y los traspasan al partido con el que simpatiza...

Señalar la corrupción de los otros, sin mirar el saqueo de los propios, conjuga de manera extraña la honestidad con la complicidad.

A ver si la figura de Plutarco Elías Calles no se fisura al ver cómo se judicializa y desinstitucionaliza la política. ¡Feliz aniversario!

El socavón Gerardo Ruiz

El secretario Gerardo Ruiz replica el anterior Sobreaviso.

"Estimado r. Delgado:

"Con relación a los comentarios publicados en su columna de hoy sobre mi persona le comunico lo siguiente: fue un hecho público que estuve presente en el sitio del accidente en el Paso Exprés el mismo día que ocurrió apenas pude llegar al sitio, en donde declaré a los medios de comunicación. Fue hecho público que personalmente le di el pésame a la esposa y novia, así como a familiares de los señores Mena, víctimas en el accidente, y les ofrecí el apoyo que requirieran, hecho que atestiguaron representantes de los medios de comunicación. Fue hecho público y declarado a medios de comunicación, que solo la SCT atendió a la familia y le siguió ofreciendo apoyo indefinido. Fue hecho del conocimiento público que la SCT, de manera exclusiva y con la aprobación de las familias afectadas, gestionó la indemnización legal de las empresas y su entrega a los deudos. Fue hecho público que una servidora pública de alto nivel de la SCT mantuvo contacto con las familias de los señores Mena hasta que ella misma consideró que ya no la requerían.

"Estos comentarios reflejan la realidad de los hechos, motivo por el cual le pido precisar la información en su columna.

"Atentamente

Gerardo Ruiz Esparza".

Ante la réplica, sólo queda agregar: Es hecho público y notorio que no asumió la responsabilidad.

[email protected]

Escrito en: Sobreaviso hecho, público, candidato, campaña

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas