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Las aplicaciones y sus riesgos

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Las aplicaciones y sus riesgos

Las aplicaciones y sus riesgos

IGNACIO ESPINOZA GODOY

A pesar de que los padres de familia sabemos que el hecho de que nuestros pequeños hijos cuenten con un teléfono "inteligente" es más que nada para estar mejor comunicados con ellos, lo cierto es que el uso de esta tecnología va más allá si tomamos en cuenta que las aplicaciones que se pueden instalar en estos dispositivos móviles representan un riesgo latente por el sinnúmero de usuarios que pueden agregar y a los que en ocasiones ni siquiera conocen personalmente, así que el peligro es aún mayor si alguno de esos contactos busca hacerles daño.

Por ello, amable lector, desde el momento que nuestros vástagos tienen acceso a un teléfono celular y mediante el que se pueden conectar a internet o cuentan con saldo para comunicarse con amigos, familiares, compañeros de la escuela y hasta algunas personas que no forman parte de este selecto círculo, el riesgo de que alguien pueda hacerles daño siempre estará presente ya que, desafortunadamente, en la actualidad existen individuos y redes de criminales que no descansan y siempre están buscando blancos fáciles de engañar para sus propósitos de trata o de abuso sexual, de ahí que los progenitores debemos estar siempre muy al pendiente para que eso no ocurra.

Muchos seguramente se preguntarán cómo podemos conocer a los contactos con los que tienen mayor comunicación nuestros hijos de tal manera que no se sientan hostigados ni molestados en su privacidad, lo que puede ser posible, en primer término, si mantenemos comunicación permanente con ellos para ganarnos su confianza y así saber quiénes son sus mejores amigos o amigas, qué intereses en común comparten, pues sólo de esta forma podemos llegar a interiorizarnos en el mundo de nuestros vástagos y estar más tranquilos con la certeza de que nadie les hará daño mientras mantengamos ese vínculo de cercanía.

En este sentido, me voy a permitir compartir con los lectores de esta columna una anécdota de la vida real, sobre un caso ocurrido en la ciudad de Durango en el que una pequeña de 11 años de edad, que estudia sexto grado de primaria, estuvo a punto de ser secuestrada por un individuo que se hizo pasar por una niña de una edad similar pero de otra escuela; sin embargo, gracias a la intervención oportuna de su madre y de las autoridades, el presunto delincuente fue detenido para ser investigado debido a las pruebas que se le encontraron al momento de su captura.

Resulta que la niña fue contactada a través de whatsapp por un varón de edad madura, lo que logró debido a que se hizo pasar por una pequeña de edad similar a la que pretendía engañar, a través de una foto que, obviamente, consiguió de alguna parte para así ganarse la confianza de la menor a la que buscaba hacerle daño. Luego de varios días se hicieron muy "amigas" a través de una comunicación muy constante, situación que hizo sospechar a la madre, quien en un descuido tomó el teléfono de su hija para buscar las conversaciones recientes.

De esa forma pudo darse cuenta de que su pequeña hija estaba en peligro, así que buscó ayuda de las autoridades, quienes le recomendaron que su pequeña le siguiera el juego al presunto delincuente cuando este le pidió que se vieran personalmente, lo que acordaron en la esquina de la escuela, donde ya algunos agentes policiacos esperaban para conocer la identidad de la supuesta niña, quien resultó ser realmente un sujeto de más de 30 años que tenía en su poder en ese momento dos teléfonos celulares, en uno de los cuales se encontraron las conversaciones recientes con la menor a la que pretendía "conocer".

Cuando supe de ese caso, varias preguntas se agolpaban en mi cabeza, como qué hubiera pasado si la madre de la niña no se hubiera interesado, preocupado y tomado cartas en el asunto para conocer por qué su hija usaba su teléfono con demasiada frecuencia, así como quién era la supuesta amiguita con la que sostenía conversaciones virtuales y que no tenía mucho tiempo de conocer.

Como este caso, seguramente, hay varios o muchos pero que, por obvias razones, no se ventilan públicamente para no alarmar a la población y proteger, al mismo tiempo, la identidad de las personas involucradas. Sin embargo, estimado lector, son casos que suceden con una frecuencia que no quisiéramos que ocurrieran pero que desgraciadamente sí se generan en este y otros estados de la república.

Por ello, como padres de familia, debemos estar muy atentos al manejo de las redes sociales en las que navegan nuestros hijos, con el objetivo de concientizarlos en el sentido de que no deben aceptar la amistad de cualquier persona que les envíe una solicitud ni, mucho menos compartir datos personales ni de la familia, ya que podrían caer en manos equivocadas que podrían hacerles daño, de ahí que debemos estrechar la comunicación con nuestros niños, niñas, jovencitos y jovencitas para conocer más sobre su entorno así como sobre su círculo de amistades más cercano, pues de esta manera podemos tener más tranquilidad y sabremos a quién recurrir en caso de alguna emergencia.

Escrito en: Padres e hijos nuestros, comunicación, conocer, teléfono

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