¿De verdad creemos que una sola persona puede cambiar a México?
Estamos a seis días de una elección presidencial que marcará historia en nuestro país. Histórica por lo que se juega, histórica por la participación ciudadana que se espera, pero sobre todo histórica porque con ella definiremos el rumbo inmediato de México.
Las campañas quedaron mucho a deber. Estuvieron marcadas por escándalos de corrupción, señalamientos y ataques. Hubo pocas propuestas reales, viables, y las que hubo, fueron pobremente explicadas. Y es nuestra culpa, por no exigirles a los políticos que las expliquen con "peras y manzanas".
Desafortunadamente a los mexicanos nos siguen "endulzando el oído" con las mismas frases y propuestas "utópicas", de cualquier película barata, como: "voy a terminar con la corrupción", "ya no habrá más pobreza" o "se acabará la inseguridad"... como si un decreto presidencial bastara. Como si hubiera varita mágica.
¿De verdad creemos que una sola persona podrá terminar con los añejos problemas que afectan a este país? No, no será así. No podrá hacerlo Andrés Manuel, ni Ricardo, ni José Antonio y mucho menos Jaime. Bueno, no lo haría ni Benito Juárez o Pancho Villa. Así de sencillo.
El problema de México es la debilidad de sus instituciones. De nada sirven las buenas intenciones si no se hace valer la ley. Y en México hay muchos por encima de la ella. Se requiere un grupo de especialistas para poder a comenzar un proceso de transformación de fondo, que primero siente las bases y en un mediano plazo podamos ver resultados, pero francamente se ve complicado. ¿Ya se les olvidaron las promesas de otras campañas?
Carlos Salinas de Gortari prometió ingresar a México al primer mundo. Y recuerde cómo nos dejó endeudados; Ernesto Zedillo basó sus compromisos con el tema de la inversión económica, pero el país apenas y se recuperaba de la devaluación; Vicente Fox no pudo resolver en 15 minutos el conflicto de Chiapas y mucho menos le dio la oportunidad a cada mexicano de tener un "vocho" y un "changarro".
Con Felipe Calderón, su lema de campaña fue ser el "Presidente del Empleo", pero las cifras al final de su sexenio marcaron un aumento de desempleados, y ni qué decir del tema de inseguridad tras su fallida guerra contra el narcotráfico; Peña Nieto hasta firmó compromisos ante notarios... y mire como acabamos, peor que nunca.
Ninguno de los actuales candidatos es diferente. Sus promesas son las mismas, vacías y sin un objetivo claro. "Terminar con la corrupción" no puede ser el mecanismo, tendría que ser el objetivo. ¿De verdad creemos que solo por que gane López Obrador se acabará la corrupción que mueve miles de millones de dólares en este país?
Y así también luces inviables varias propuestas de los demás candidatos, como la de Ricardo Anaya de otorgar un ingreso básico universal para combatir la pobreza. Es seguir fomentando el asistencialismo a grupos vulnerables, como se ha hecho a lo largo de las últimas décadas y el número de pobres está lejos de desaparecer.
Meade Kuribreña promete "educación de excelencia para tus hijos", situación imposible de lograr con el actual sistema educativo en el que los maestros y las escuelas tienen cada vez más necesidades y problemas. Y bueno, cortar las manos a delincuentes, como lo promete "El Bronco", tal vez funcionaría, pero en la edad media, no en el México actual.
Así que por favor, analicemos. ¿Por quién vamos a votar? No solo es el candidato. Tenemos que ver con lupa las propuestas y a las personas que los rodean. Y eso, sinceramente, es lo que más me preocupa, porque no bastan las buenas intenciones mientras un grupo de políticos corruptos sean los encargados de llevarlas a cabo... ¿o usted qué opina?
Twitter: @jperezarellano