Poemas para recordar siempre a Durango
ENCARGO
Sé que vas para Durango
y te pido por favor,
que me traigas un encargo,
para mí de gran valor;
de la tierra del Calvario
una poca tomarás,
nada más lo necesario
para el uso que sabrás.
Tiene el Cerro de Mercado
bastantita elevación,
por su fierro es muy mentado
más allá de la Nación.
El Calvario es una loma,
es un triste pedregal
que ni en cuenta se le toma
por altura o por metal;
pero se halla casi dentro
de la misma población,
pocas cuadras hay del centro
y me gusta con razón!
la colina está cercana
del que fuera mi solar
y también de una ventana
que conoce mi cantar.
El polvito del Calvario
entre sedas dispondré,
para hacer un relicario
que en mi pecho colgaré;
bien envuelta en la mascada,
que mi madre me dejó,
la tierrita consagrada
estará donde esté yo.
Ese polvo de mi cerro,
que mi carne tocará,
en las horas de destierro
mi dolor aliviará;
me dará constantemente
un suavísimo calor,
recordándome mi gente
y templando mi valor;
me hablará de cada cosa,
de la rosa del pensil,
de la moza que es hermosa
y del hombre que es viril;
me dirá de mi pasado,
de la madre que se fue,
del terruño venerado
que jamás olvidaré.
Anudado en el pañuelo
que guardé con devoción,
llevaré mi patrio suelo,
pegadito al corazón.
Con el polvo milenario
de la tierra en que nací
voy a hacer el relicario
más precioso para mí.
Será siempre mi consuelo,
mi segura protección
el girón del patrio suelo
pegadito al corazón.
Gozaré toda mi vida,
doble beso maternal:
el de mi madre querida
y el de mi tierra natal.
A tu vuelta de Durango
no me dejes de traer
el encargo que te encargo,
yo te lo he de agradecer.
Baltimore, Md., 10 de noviembre
de 1938.