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Sanciones contra Irán, ¿qué implican para el mundo?

MAURICIO MESCHOULAM

 E Ntre tuits y amenazas, la primera tanda de sanciones contra Irán, a raíz de la salida de Washington del acuerdo nuclear con ese país, ha entrado en vigor. Dos días antes supimos que Irán había llevado a cabo una serie de ejercicios navales en el Golfo Pérsico. Las guardias revolucionarias iraníes confirmaron que los "juegos de guerra" habían durado varios días y estaban dirigidos a confrontar posibles amenazas de enemigos. El sitio de los ejercicios navales importa, puesto que por esa parte del globo transita nada menos que una quinta parte del petróleo que se consume en el planeta. Parece que ese tipo de respuestas, entre muchas más, son las que Teherán estará movilizando ante el acorralamiento al que se está viendo sometida.

Recordando, el acuerdo nuclear mencionado es un pacto firmado entre seis potencias (EU, Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China e Irán). Por tanto, la decisión de Trump de abandonar el pacto, no lo cancela en automático. Sin embargo, la Casa Blanca ha decidido aplicar la presión máxima que ya le conocemos, buscando con ello hacer que el efecto de su salida sí consiga acorralar a la cúpula iraní, a un grado tal que ésta se vea forzada a renegociar el pacto, lo que podría tener al menos las siguientes implicaciones:

Primero, Trump se coloca, una vez más, en el lado opuesto de sus propios aliados. Las potencias europeas están buscando hacer todo lo posible para que el acuerdo sobreviva, y están diseñando estrategias para que sus empresas esquiven las sanciones de EU. No obstante, es difícil que Europa logre la eficacia que busca. La mayor parte de las empresas preferirá evitar pleitos con EU.

Segundo, tendremos que observar la respuesta de China, Rusia y otros países afines. Por un lado, buena parte de sus empresas son invulnerables ante las sanciones estadounidenses. Por otro lado, hay que considerar que el nivel de enfrentamiento que hoy existe entre Washington y Moscú, o entre Washington y Beijing, es mucho más elevado que en 2010 o 2011 cuando todas estas potencias se coordinaban para sancionar a Teherán. De manera tal que es probable que tanto Putin como Xi Jinping sostengan la buena salud de sus relaciones -económicas y políticas- con Teherán, y que utilicen ese factor como medida de presión para golpear la agenda de Washington y avanzar la suya propia.

Tercero, la reacción de Irán. Ya podemos apreciar que, en Teherán, la posición que se fortalece es la de los duros, quienes desde hace tiempo sostenían que negociar con Occidente era completamente inútil. Irán conserva amplias capacidades para luchar una guerra de carácter asimétrico contra Estados Unidos, sus aliados, y sus intereses, a través de sus milicias aliadas o de otras medidas como ciberataques. Y claro, siempre queda la otra opción: reanudar la carrera para armar la bomba atómica.

Por último, los mercados. Es probable que en los próximos meses veamos afectaciones en los mercados petroleros a raíz del descenso en la oferta petrolera iraní y a causa de toda la conflictiva que se estará desatando.

Lo que viene, en suma, es la competencia entre la presión máxima que busca ejercer Trump, muy a su estilo, para sentar a Irán a renegociar el pacto nuclear, y la intención de los sectores más duros en Teherán de demostrar que ellos no cederán ante estas presiones. Por ahora esto solo está ocasionando que el nivel de conflictividad se mantenga escalando. Y mientras el magnate busca probar su eficacia, ya hemos visto como en varias partes del planeta sus estrategias tienen el potencial de dejar numerosas víctimas en el camino.

Twitter: @maurimm

Escrito en: Washington, presión, empresas, Irán

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