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IGNACIO ESPINOZA GODOY

En las semanas y meses recientes, las noticias sobre desapariciones de niños y adolescentes han proliferado en las redes sociales, al grado de que se ha generado una especie de psicosis que ha alertado a los padres de familia en torno a una situación que no es del todo real, ya que los casos que se han ventilado a través de internet provienen de otros estados del país y que, aparentemente, algunas personas los quieren hacer aparecer como si hubieran ocurrido en nuestra entidad federativa, con intenciones desconocidas que no siempre son buenas, por lo que en este sentido más vale tomar algunas medidas de precaución.

A lo que me quiero referir, estimado lector, es a que, si bien dichos casos de presunto secuestro o desaparición de menores de edad podrían o no ser reales, los padres de familia debemos estar muy atentos sobre los sitios que frecuentan nuestros hijos así como quiénes son sus amistades más allegadas, pues sólo de esta manera podemos saber con certeza acerca de sus movimientos, lo que nos podría ser de mucha utilidad en el desafortunado caso en que alguno de nuestros vástagos desapareciera sin alguna razón aparente para que esto sucediera.

Valdría la pena aclarar que no se trata de provocar pánico entre los progenitores, sino de prevenir un posible caso de desaparición forzada, secuestro o cualquier otro acto que implique la sustracción ilegal de alguno de nuestros hijos, ya que finalmente nadie está exento de que un incidente de esa naturaleza suceda en su familia, de ahí que más vale tomar toda clase de medidas de seguridad y precaución cuando se trate de proteger la integridad física de los que más queremos, pues desconocemos qué les podría pasar en caso de que sí fueran víctimas de la delincuencia común u organizada, que no descansa cuando se trata de dañar a la sociedad.

Conviene recordar que el año anterior (2017), en la ciudad de Durango, se conoció de varios casos de desaparición de varias adolescentes, de los cuales se divulgaron sus datos a través de las diferentes redes sociales con la finalidad de dar con su paradero, ya que de manera lamentable se comprobó que sí se trataba de casos reales en los que los progenitores de dichas menores de edad se mostraron muy angustiados al desconocer qué había sido de sus hijas, ya que no había pistas sobre su posible destino, así que ya se imaginará la situación de desesperación y de drama que se vivió en los hogares afectados por esa tragedia.

Sin embargo, para fortuna de las familias que atravesaron por esa situación de incertidumbre, las adolescentes desaparecidas fueron encontradas con la ayuda tanto de la sociedad como de la Policía y, según se supo posteriormente, en algún caso la ausencia de una de las menores se debió a un reto de esos que se pusieron de moda en las redes sociales, mientras que en otro caso se comprobó que la adolescente fue objeto de un engaño y que sí estuvo a punto de ser víctima de algún delincuente en lo individual o de un grupo organizado que, afortunadamente, no logró su propósito.

Ya había transcurrido más de un año desde que se supo de esos casos que sí causaron miedo, psicosis y confusión entre la población; no obstante, sí quedaron algunas secuelas de esos casos por lo que aún se difunde información que no corresponde a este estado, a pesar de que extraoficialmente se sabe de uno o más casos de los que se asegura que la autoridad no está enterada porque las familias afectadas temen que si interviene la seguridad de los desaparecidos podría estar en riesgo.

No obstante, amable lector, convendría que los padres de familia estrecháramos más ese vínculo de comunicación con los hijos, lo que sin duda sería de muchísima utilidad en caso de que se ausentaran por un periodo prolongado sin un motivo justificado, pues se ha sabido de casos en los que los adolescentes (sobre todo las mujeres) desaparecen del entorno doméstico por más de 24 horas o más de dos o tres días, y resulta que en algunos de esos casos que esclarecen las autoridades, los menores habían huido del hogar para vivir con alguna pareja.

De ahí la insistencia para que los progenitores seamos más perceptivos y mantengamos una mejor comunicación con los hijos e hijas, pues si desconocemos muchos de sus movimientos y de sus amistades o conocidos, difícilmente los podríamos localizar en caso de que desaparecieran repentinamente.

Se trata de estar más cerca de ellos, para conocer sus inquietudes, sus problemas, sus metas, sus aspiraciones en todos los aspectos, ya que finalmente convivimos con ellos todos los días y tenemos que estar enterados de todo lo que hacen, claro, sin llegar al extremo de invadir su privacidad, pero sí estando atentos a sus actividades cotidianas y ayudarles en todo lo que nos pidan, pues del equilibrio en su estado emocional y afectivo dependerá su armonía no sólo consigo mismos, sino con la familia, que es el entorno más importante tanto para ellos como para nosotros.

Escrito en: Padres e hijos casos, caso, pues, menores

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