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Aquel lado de la noche

LETRAS DURANGUEÑAS

Aquel lado de la noche

Aquel lado de la noche

ARMANDO BLANCARTE VILLARREAL

Debía haber alguna manera, si hasta las ollas de presión tienen una válvula de escape ¿cómo podría salir de esta condición? Por el resquicio de lo que creía una ventana miró hacia arriba, al único sitio a donde podía ver por su inmovilidad y descubrió esa ventana luminosa de contorno circular de pálido brillo plateado que prometía: calidez, paz, pero tal vez también silencio total. Se adivinaba luz del otro lado de lo profundo, denso muro oscuro donde él se encontraba y, siendo propenso a la soledad silenciosa, se sintió atraído.

Me enamoré a primera vista. La miré cada día, o mejor dicho cada noche. La vi decrecer hasta volverse una uña y desaparecer en medio de la absoluta oscuridad, para luego volver a crecer hasta convertirse en esa ventana: hermosa cual moneda de plata. No recuerdo donde estoy, solo sé que es muy oscuro. Ese descubrimiento me ha dado cierta alegría, sentí un jalón en la comisura de mi boca, es una sonrisa en mi cara tiesa.

Ahora he percibido que el muro en donde está la ventana o puerta de luz, no es perfecto, tiene pequeños agujeros por el que se escapan rayitos brillantes, quizá por ahí pudiera asomarme al otro lado. Crees que es real, o quieres creerlo; que de aquel lado existe un mundo luminoso. No sé cuándo o dónde habías escuchado que de allí los astronautas habían traído a la tierra muestras de polvo, rocas; dijeron que experimentaron la ingravidez; y cuando lo supiste, te pareció un desperdicio de viaje, pues lo consideraste realmente insustancial ¿sería que estaban ocultando la ventana al infinito de luz, reservándolo para el uso egoísta del país que los envió?, concluiste como lo único interesante, que al no haber gravedad, no existiría ni el arriba ni el abajo; soltura, relajamiento total. Lo encontraste muy conveniente y lo más interesante era que si ellos llegaron, tú también podrías lograrlo. Julio Verne ya había estado ahí; supiste con esa reflexión que tú ya tenías lo necesario para ese viaje.

Esa noche estuve a la expectativa, la anterior hubo eclipse total de luna, lo que me impidió hacer el viaje, miraba a través de mis parpados cerrados, presentí la aparición del disco plateado; me esforcé en abrir a medias un ojo y, tenue, un rayo de luz misterioso penetró la retina hasta mi alma. Atravesé el denso muro oscuro como túnel; viajaba como el hombre bala sintiendo las heladas y oscuras caras metálicas del cañón, siempre dirigido hacia ese pálido brillo. Y, cabalgando sobre rayo de luz, he llegado a la fuente. Estoy flotando en medio de un destello cálido, el brillo me encandila…me desintegra…me diluye.

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS ventana, lado, muro, luz,

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