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La importancia del contacto físico

PADRES E HIJOS

La importancia  del contacto físico

La importancia del contacto físico

IGNACIO ESPINOZA GODOY

Aunque para muchos padres de familia, los abrazos y todo contacto físico con los hijos no son indispensables para estos últimos, lo cierto es que se ha demostrado que este tipo de muestras de afecto son de vital importancia, pero no sólo para quienes los reciben, sino también para quien, de manera espontánea, los obsequia, como una forma de expresar la importancia que tiene esa persona en su vida, por lo que es una práctica que deberíamos fomentar con mayor énfasis y frecuencia entre todos los integrantes de la familia, pues así se afianzan y se consolidan los nexos que los unen.

Desde antes de nacer, generalmente, ese lazo de amor y cariño que une a la madre con el ser que está a punto de salir a este mundo ya se ha reforzado con esos prolongados abrazos que prodiga, desde el exterior, a su pequeña criatura en el vientre, una caricia que, sin duda, siente y que también se expresa mediante pequeñas frases que se han acumulado a lo largo de nueve meses, un tiempo que ha servido para estrechar más la comunicación entre madre e hija o hijo, lo que se demuestra con mayor vehemencia, efusividad e intensidad una vez que se genera el primer contacto físico después del nacimiento.

A pesar de que, en ocasiones, alguna madre puede no ser tan expresiva en general con quienes le rodean, y no precisamente porque sea antisocial, sino porque así son su personalidad y su carácter, lo cierto es que a veces la maternidad las puede cambiar radicalmente hasta verificarse una transformación inusitada, ya que la llegada de ese nuevo ser representa un hecho único, el milagro de la vida hecho realidad que, finalmente, la progenitora agradece y que expresa a través de un sinfín de cuidados que sólo ellas saben cómo prodigar para garantizar que a ese nuevo ser no le pasará nada y que tendrá lo indispensable para que se desarrolle en un ambiente de armonía y bienestar en todos los aspectos.

Ese es un cambio que podemos observar en madres que en su momento no fueron tan expresivas, quizás debido a que crecieron en un ambiente donde las muestras de amor, cariño y afectos no se manifestaron a través de un abrazo, un beso o, incluso, una frase que se dieron con la finalidad de demostrar la importancia que tienen en nuestra vida esas personas, que son indispensables porque están en todo momento apoyándonos cuando más las necesitamos.

Definitivamente, la madre y el padre son las personas con las que mejor comunicación debemos tener, de ahí que la mejor forma de entablar esa comunicación son esos pequeños detalles, esas muestras de afecto representadas a través un abrazo, de un "¡eres muy importante en mi vida!" o un "¡te amo", que son manifestaciones puras que, dichas con todo el corazón y manera espontánea, nos impulsan a aferrarnos a esta existencia, a tener motivos de sobra para desearles también lo mejor, corresponderles con la misma intensidad, porque a fin de cuentas no hay nada más importante que la familia.

De manera lamentable, amable lector, en la vida diaria hemos conocido casos en los que, por una parte, los padres (mamá y papá, ambos, o uno de ellos) no son muy dados a demostrarles a los hijos e hijas su amor a través de un abrazo, lo que en ocasiones sí puede afectarles a estos últimos ya que esas muestras de afecto, de cariño genuino, son necesarias e indispensables en la vida de toda persona, así que en ocasiones los vástagos se convierten en individuos duros, reacios a recibir un abrazo o una caricia donde sólo se involucra un sentimiento sano, libre de malas o dobles intenciones.

Esta situación no propicia tampoco, pues, una atmósfera de armonía y de ese amor, de esas muestras de cariño y afecto de las que precisamos los seres humanos para sentirnos amados, aceptados e importantes en la vida de las personas que representan lo mejor en nuestras vidas, de ahí que en ocasiones se va formando un círculo vicioso que se transmite de generación en generación porque así lo vivieron en el interior de sus hogares, porque así lo aprendieron en casa.

Sin embargo, también se dan muchos casos en los que los hijos que no tuvieron esas muestras de amor y ternura por parte de sus padres buscan romper con ese círculo vicioso para formar uno virtuoso en el que imperen los abrazos y los besos cargados de los mejores deseos, con la finalidad de forjar un mejor ambiente de armonía en su propio hogar, en el presente que les tocó forjar para los suyos.

Por todo lo anterior, estimado lector, es de vital relevancia que los padres no olvidemos, que no dejemos de lado esa maravillosa forma de demostrar nuestro amor y ternura a quienes comparten con nosotros todo lo extraordinario que la vida nos regala todos los días, así que no desperdiciemos el tiempo ni las oportunidades que se nos presenten para expresarles cuán importantes son en nuestra existencia.

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