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JESÚS MENA VÁZQUEZ

Todos los ciudadanos queremos ver cambios positivos en la forma en que opera el gobierno y es por eso que una mayoría votó por cambiar el status quo que han mantenido durante décadas las élites política y económica de México.

Sin embargo, la velocidad con que se pretenden realizar los cambios es posible que interfiera con las metas mismas que se ha establecido el nuevo gobierno, dificultando la operación administrativa de cada organización gubernamental, en aras de cumplir con las promesas que se hicieron durante la campaña.

Para ejemplificar esto quiero solamente abordar un par de temas pero hay varios más en que la lógica del nuevo gobierno es muy parecida.

La reubicación de las dependencias federales, independientemente de evaluar la efectividad de la medida, será, en los hechos, muy complicada. En las oficinas centrales de cada Secretaría de estado u organismo descentralizado laboran, en algunos casos, miles de personas de base, que son quienes realizan la carga de trabajo que lleva a cabo cada secretaría. La parte superior del organigrama de cada dependencia toma decisiones bajo el marco jurídico vigente y al hacerlo ordena a la maquinaria burocrática realizar las actividades necesarias para lograr los objetivos trazados. Los empleados de base, muchos de ellos sindicalizados, son los encargados de realizar la carga de trabajo necesaria para lograr dichos objetivos.

Si se deja de lado la inversión pública y privada que es necesaria hacer para realizar el cambio de miles de trabajadores y sus familias a una ciudad de provincia con cientos de miles de habitantes, es probable que exista inconformidad en muchos de ellos por el cambio de vida que tendrán que llevar ellos y sus familias, en cuyo caso se esperaría que los trabajadores sindicalizados presionaran para evitar el cambio de sede. Si fuera el caso, esas Secretarías u organismos descentralizados estarían operando solamente con la alta burocracia, los tomadores de decisiones, en una ciudad de provincia y una buena parte del personal de base en las oficinas de la Ciudad de México realizando el trabajo diario, con el inconveniente de tener que trabajar a distancia con quienes toman las decisiones.

Otra situación que tendrá repercusiones es la forma en que operarán las oficinas de las dependencias federales en los estados al operar la nueva figura de los delegados estatales, encargados de la operación de los programas de desarrollo del gobierno federal. Es imposible pensar que los procesos administrativos que lleva a cabo cualquier dependencia de nivel federal puedan verse suspendidos de un día para otro con la desaparición de las delegaciones federales. Seguramente el día a día de cada dependencia lo seguirá operando el mismo personal administrativo y habrá encargados -antes delegados federales- para cada una de las dependencias que le reportarán al nuevo delegado estatal, con lo que la reducción de la burocracia federal no tendrá una magnitud importante.

Lo que sí cambiará es que todos los recursos públicos para programas sociales y de desarrollo que disponían las delegaciones se centralizará al pasar el poder de decisión al nuevo delegado estatal, que depende directamente de la oficina del Presidente de la República. Si esta forma de operar es más eficiente o no que la anterior, será una cuestión que se habrá de evaluar después de un tiempo.

Twitter: @jesusmenav

Escrito en: Vida pública cada, nuevo, realizar, trabajo

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