Siglo Nuevo

Ciudadanía en el ágora virtual

Entre el rumor y el ejercicio político

Ciudadanía en el ágora virtual

Ciudadanía en el ágora virtual

Saúl Rodríguez

A mediados del siglo XX, el canadiense Marshall McLuhan vaticinó la existencia de una aldea global. Una sociedad donde los ciudadanos del mundo adquirirían y compartirían información relevante al ejercicio político, de manera casi inmediata. Hoy esa aldea tiene lugar en el ciberespacio, es la nueva ágora. No obstante, la ignorancia respecto a la elección de información en Internet puede llevar al usuario a tomar decisiones equivocadas. Urgen estrategias donde la consciencia del quehacer ciudadano converja con el empleo responsable de las redes sociales.

ÁGORA VIRTUAL

En La Iliada, Aquiles convoca al ágora después de que el rey Agamenón le arrebata a la esclava Briseida. En la obra homérica, el ágora aparece como una asamblea militar en la que se dialoga, se discuten puntos de vista y se acuerda respecto a un asunto en común, en este caso, el rescate de la troyana.

Más allá del misticismo literario, los antiguos griegos construyeron su propia ágora en el corazón de Atenas, un espacio público donde los ciudadanos discutían y debatían sobre las principales cuestiones políticas del mundo antiguo.

Por ello importantes filósofos de la época cuestionaron el concepto de ciudadanía. El más destacado de ellos fue Aristóteles, quien suponía una virtud cívica de una comunidad de ciudadanos, políticamente organizados, capacitados para gobernar y ser gobernados.

Con los siglos evolucionaron los conceptos de ciudadanía y la morfología del ágora. Por ejemplo, en la Antigua Grecia los esclavos y los artesanos no eran considerados ciudadanos, y las mujeres poseían nula voz política. Por su parte, la idea del ágora como centro de discusión, más allá de los senados, se desplazó a lugares públicos como plazas, tabernas, centros culturales y en la recta final del siglo XX, al mundo virtual de Internet, donde ciudadanos comunes han encontrado la oportunidad de una participación política más abierta. A la interacción social dentro de este nuevo espacio se le conoce como ciudadanía digital.

Alejandro Natal, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, explica que la idea surge de la reinterpretación del ciudadano posmoderno en sus funciones de ciudadanía. “Es decir, si la ciudadanía es aquella persona que está involucrada en una comunidad política en la que participa y defiende los derechos de ese grupo, la ciudadanía digital sería la manera en la que en los nuevos medios de comunicación, los ciudadanos utilizan los recursos que estos ofrecen para empujar ideas sobre lo público, nuevas propuestas sobre formas de vivir en democracia y mecanismos para ampliar y proteger sus derechos y los de los demás”.

Natal, quien en 2014 coordinó un libro de ensayos sobre el tema, considera que la ciudadanía digital es un concepto poco usado, que apenas empieza a entenderse.

Los antecedentes se remontan a penúltima década del siglo XX, principalmente en el mundo del arte. En 1987, el colectivo Critical Art Ensamble (CAE) inició operaciones en Tallahassee, Florida; sus integrantes, a través de la llamada tactical media, comenzaron a explorar en los diálogos dados entre el arte, la crítica, el activismo y las TIC. Mediante la relación de estos elementos, el CAE fue pionero en cuestionar temas como los alimentos transgénicos o el bioterrorismo.

/media/top5/CiudadaniaDigital01.jpg

”Por cualquier medio necesario”, Critical Art Ensemble. Foto: critical-art.net

En 1994, Ricardo Dominguez, exmiembro del CAE, colaboró con la difusión en la red de la ideología del Movimiento Zapatista de Chiapas. Él y otros militantes de Electronic Disturbance Theater diseñaron un applet (programa creado en Java y que es componente de una página web) llamada The Zapatistas FloodNet, la cual era alojada en servidores del gobierno mexicano y recargaba sus portales virtuales cada cuatro segundos.

Si bien los anteriores casos suponen las primeras intervenciones ciudadanas en el mundo de la red, la práctica de la ciudadanía digital en la Web 1.0 (forma más básica que existió con navegadores de solo texto) requería de ciertos conocimientos en programación informática, por lo que aún no era accesible a cualquier ciudadano.

El gran cambio llegó en el siglo XXI con el nacimiento de la Web 2.0, que permitiría al usuario común de Internet convertirse en consumidor y creador de mensajes al mismo tiempo. Cabe señalar que su aparición se dio por una cuestión económica al presentarse la caída de empresas alojadas unicamente en el ciberespacio. El suceso obligó el replanteamiento de la red; de un lugar donde sólo se comercializaban productos a un espacio en el que ya se compartía información.

En el pensamiento del filósofo Franco Berardi, el desarrollo social de la red depende de los modelos económicos y proyectos culturales que decretan “el cambio de interfaces tecnolingüísticas y comunicativas”. Para el italiano, Internet ha evolucionado en un área con recursos ilimitados. Apunta que, además de su origen como mercado de la new economy, la interacción que se da en la web 2.0 ha permitido que el usuario encuentre otras herramientas más allá de la socialización, con el fin de aportar propuestas a su entorno sociocultural y político.

DESCONFIANZA CONTRADEMOCRÁTICA

Una característica del clima político actual, es la desconfianza de los ciudadanos sobre las instituciones. Esta manifestación renació en la Ilustración (movimiento cultural e intelectual europeo) y en las ideas filosóficas de Montesquieu, donde era considerada un método para impedir la acumulación de poderes en pocas manos. No obstante, el sociólogo Pierre Rosanvallon indica en La contrademocracia: la política en la era de la desconfianza, que para la ideología democrática la suspicacia supone la vigilancia hacia la élite política, para así asegurarse de que cumpla con los compromisos hechos a los ciudadanos.

/media/top5/CiudadaniaDigital02.jpg

Pierre Rosanvallon. Foto: APA

Por su parte Alejandro Natal menciona que desde la década de los sesenta, la desconfianza hacia la clase política ha ido en aumento. Las causas son diversas, se incluye el desgaste de las ideologías de izquierda y de derecha, que al verse en el poder, no son capaces de mantener sus promesas de campaña debido a que tienen que negociar con otros partidos. Esto ocasiona que la fuerza política no logre dar la imagen de gobierno esperada, se deteriore en popularidad y rompa lazos con su base social.

Para Natal, el efecto de la “contrademocracia” de Rosanvallon no radica en la no participación ciudadana, sino más bien en que esta suceda a través de manifestaciones y medios alternativos como el Internet. La aparición de estas nuevas formas de practicar la política se suscitó hace una década.

En 2008, las elecciones presidenciales de Estados Unidos ocurrieron en una atmósfera de inseguridad y desconfianza debido a una de las recesiones más devastadoras en la historia de la economía internacional. El papel político de la red potenció en una manera nunca antes vista.

En la obra electoral, el personaje de Barack Obama aprovechó el hartazgo de una ciudadanía norteamericana respecto a la política republicana de George Bush y se plantó en el escenario de datos del ciberespacio para posicionar su campaña. Las razones de su éxito radicaron en que los jóvenes se apropiaron de su mensaje y que la participación ciudadana en la red permitió el financiamiento de su campaña con 745 millones de dólares, lo que le posibilitó renunciar a las arcas del financiamiento público.

Obama supo aprovechar las plataformas digitales, sin embargo, en países con un rezago tecnológico marcado, las entidades políticas mantuvieron su ignorancia respecto al verdadero poder de las redes.

Cuatro años más tarde, en las elecciones federales de México se presentó una revolución sin precedentes de la social media latinoamericana. La gestación del fenómeno ocurrió en diciembre de 2011 en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, cuando Enrique Peña Nieto, entonces candidato del PRI, confundió autores al señalar cuáles eran los tres libros que habían influido en su vida. Su error costó ser blanco de duras críticas y mofas en Facebook y Twitter donde aparecieron leyendas como el hashtag #LibreríaPeñaNieto.

La revuelta en las redes se intensificó cuando el candidato visitó la Universidad Iberoamericana en mayo de 2012. En la casa de estudios fue cuestionado por incidentes ocurridos en el pueblo de Atenco cuando era gobernador del Estado de México. El suceso intentó ser reprobado por políticos simpatizantes de Peña Nieto a través de medios de comunicación tradicionales como la prensa impresa y la televisión.

/media/top5/CiudadaniaDigital03.jpg

Alumnos ante la llegada de Peña Nieto a la Universidad Iberoamericana en su campaña rumbo a la presidencia. Foto: Pedro Rendón

La respuesta se dio en el ciberespacio. 131 alumnos de la Universidad Iberoamericana subieron un video a sus redes sociales contestando las acusaciones de los peñanietistas. El mensaje replicó en universidades de todo el país, donde se efectuaron diálogos entre estudiantes para debatir sobre las elecciones presidenciales, reuniones que posteriormente vitrificaron en marchas. El movimiento fue nombrado #YoSoy132, alusivo a los 131 alumnos que alzaron voz en primer turno. Su impacto prendió los focos rojos entres los integrantes del equipo de campaña de Peña Nieto por el deterioro de la imagen de su candidato.

Así, la tecnología acercó a los ciudadanos a la información y orilló a los políticos a replantearse la cautela y transparencia de sus actos.

Hechos más recientes, como la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski a la presidencia de Perú en marzo pasado, evidencian la influencia de la denuncia a través de las redes. Kuczynski fue relacionado con el fraude de la constructora brasileña Odebrecht, que habría pagado 4.8 millones de dólares a dos firmas relacionadas con el ex mandatario. “Mucha de la crítica en Perú fue ejercida a través de las redes sociales. Este tipo cae porque las redes ejercieron tal presión que el caso tuvo que ser llevado a corte”, comenta Natal.

Ante estos sucesos, el investigador recalca que las redes se vuelven la nueva plaza pública donde la gente cuestiona y conoce de otros temas.

La nueva forma de practicar el poder ciudadano ha permitido que sectores minoritarios de la sociedad alcen la voz. Ideologías como el feminismo o la comunidad de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (LGTB) han encontrado en el ciberespacio su papel en el ágora contemporánea.

“Hoy las redes permiten crear comunidad donde no había. Por ejemplo, los grupos LGBT en Ciudad de México presionaron muchísimo para la aprobación del matrimonio igualitario y la mayoría de esa presión se hizo a través de las redes sociales”.

El catedrático también reflexiona sobre el aumento en el uso de las redes sociales para debatir temas públicos durante las últimas elecciones presidenciales, donde se llegó a desmentir información falsa sobre el candidato de Morena. “Tuvo que ver la polarización de la elección entre López Obrador y los demás candidatos. Las redes se han vuelto fundamentales para los procesos electorales en cualquier parte del mundo”.

Sin embargo, para Natal, no todo es 'miel sobre hojuelas' e indica que existe un problema en la participación ciudadana porque “en la medida de que la información se vuelve más técnica, la participación se torna más complicada en el sentido que no necesariamente la participación es buena para la toma de decisiones técnicas. El aeropuerto lo mostró”.

/media/top5/CiudadaniaDigital04.jpg

Foto: México Decide

En octubre pasado, Andrés Manuel López Obrador (siendo aún presidente electo) convocó a consulta ciudadana para cancelar o mantener la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en Texcoco. La ciudadanía realizó debates en las redes, alimentándose en mayor parte, con información proveniente de notas periodísticas y fake news. Al final, el voto popular decidió anular el proyecto.

Para el investigador no se justifica la intervención de la ciudadanía, puesto que este tipo de casos se deben mantener en la democracia representativa y no llevarlos a la democracia participativa, debido a que su carácter técnico requiere un conjunto de conocimientos previos.

“Cuando las redes funcionan bien son a partir de temas muy específicos. Por ejemplo el tema de Javier Duarte. Ese enojo popular que vimos en Veracruz hizo que el país volteara la atención. Allí es donde ves que sí funciona, pero cuando los casos son técnicamente complejos, sucede lo contrario".

RUMOR DIGITAL

En 2010, Jaron Lainer, informático pionero de la realidad virtual, en su libro Contra el rebaño digital: Un manifiesto expone la necesidad de entender a la tecnología como extensión del ser humano. Es decir, enfatiza en que el usuario maneje conscientemente la red; y a pesar de que la considera un bien, también reflexiona sobre el riesgo que representa para la condición humana.

En el Estudio sobre los hábitos de los usuarios en Internet 2018, realizado por la Asociación Mexicana de Internet, los números en México reflejan que de 2006 a 2017 el número de internautas creció en un 395 por ciento. Actualmente hay 79 millones de mexicanos que navegan en los mares de las social media, de esta muestra el 89 por ciento lo hace mediante el smartphone y disminuye el uso de medios fijos como la computadora de escritorio. El uso del ciberespacio sólo sigue una dirección: a la alza. La cuestión es de qué manera.

Para Natal, una de las desventajas de las redes sociales es que generan formas que no necesariamente son sanas para la ciudadanía. Por ejemplo: la sobresaturación de información tiende a confundir al usuario. “La información pude ser muy superficial, no siempre está corroborada. Por eso es que otros grupos de ciudadanos se han dedicado a trabajar en esa parte. Un ejemplo es lo sucedido en el temblor de 2017 en Ciudad de México con Verificado19S. La gente salió a verificar en las calles si realmente lo que estaba viendo en las redes era cierto o no”.

/media/top5/CiudadaniaDigital05.jpg

Foto: Dreamstime

Verificado es una plataforma que surgió a raíz de las noticias falsas que circularon en redes sociales después del sismo que sacudió a la capital mexicana el 19 de septiembre de 2017. Según la descripción en su portal web, la aplicación fue creada un día después del suceso por un grupo de ciudadanos, organizaciones y medios de comunicación ante la ineficacia del Estado para frenar la difusión de datos falsos que se prestaban a la confusión e interrupción de las labores de rescate.

“Hay muchas organizaciones que están dedicadas a esto, pero no logran cubrir a la mayoría de los usuarios de estos medios. Antes pasaba con un libro o un folleto y la gente se iba por el rumor. Hoy el fenómeno es a mayor proporción; mientras antes la información boca a boca tardaba un poco de tiempo en llegar de unos a otros, hoy la velocidad es vertiginosa”.

Cifras del estudio Trust Barometer 2018, realizado por Edelman, revelan que un 80 por ciento de la población en México considera que la información falsa puede ser influyente en sus decisiones. Alejandro Natal analiza que algunos sectores ciudadanos se han percatado de estos huecos de información dentro de las redes sociales, pero no es la mayoría.

La falta de una educación ciudadana ha provocado la difusión de las denominadas fake news. El especialista considera que estas se alimentan del rumor. “Mucha gente confía demasiado en la información que circula en las redes y la utilizan para tomar decisiones sobre la ciudadanía”.

En el rumor digital la información se produce más fácil y se torna más complejo controlarla. “En el ágora griega alguien decía ‘fulano es traidor’ y todos se le iban en contra. Nada garantiza que en lo que en la redes se dice es verdad. Sólo en la medida de que tengamos una mayor cultura ciudadana esto va a empezar a cambiar; la gente va a buscar más claridad y fidelidad en la información y conocer mejor sus fuentes”.

Natal afirma que para que se presente una ciudadanía digital, el interés político debe de emerger del propio ciudadano, aunque en ocasiones no es suficiente. “Muchas de las personas que están frente a las redes buscan la información que les interesa. Pero en muchos de los casos, la información sobre temas públicos les llega de rebote y lo que hacen muchas personas es retuituear o volver a mandar a Facebook o a WhatsApp, etcétera, pero ni siquiera analizan, cuestionan o revisan la fuente”.

La desconfianza en las instituciones ha ido más allá de la desaprobación política. En agosto pasado, dos hombres fueron linchados en Acatlán, Puebla, al ser confundidos con delincuentes. El pecado de Ricardo y Alberto Flores (de 21 y 43 años de edad, respectivamente) fue deambular por una escuela primaria de la comunidad, justo cuando en WhatsApp circulaba un mensaje que advertía sobre la supuesta presencia de una banda de secuestradores de infantes en el municipio.

/media/top5/CiudadaniaDigital06jpg

Linchamiento de personas inocentes en Acatlán de Osorio, Puebla. Foto: AFP

La policía local arrestó a los sospechosos por “alteración del orden”, pero no los encontró culpables de algún delito. No obstante, la gente indignada que se reunió en la comisaría municipal estaba convencida de que eran los secuestradores. Francisco Martínez, habitante del lugar, comenzó a transmitir por Facebook: “Gente de Acatlán de Osorio, Puebla, dese cita para apoyar, es por nuestros hijos (…) por favor, compartan esta publicación. Están tocando las campanas, vengan a apoyar, entre más unidos estemos esto se puede hacer justicia”.

La desconfianza en las instituciones y el hambre de justicia por parte de los acatlenses, orilló a que estos se mantuvieran creyentes de lo divulgado en el ciberespacio. Las personas reunidas abrieron la celda, se abalanzaron sobre los sospechosos y los quemaron vivos. Martínez ha sido identificado como uno de los principales emisores del mensaje.

“Lo que estamos viendo es justo como pasaba con las mujeres que acusaban de brujas y al final las acababan linchando. Cada voz, en lugar de agregar algo que se convierta en verdad, se agrega a esta irracionalidad colectiva donde se quiere tratar de resolver problemas a partir de, no de un análisis profundo, sino simplemente de una solución rápida. La sociedad contemporánea quiere soluciones rápidas”, advierte Natal.

El bulo y el nulo criterio de los habitantes de Acatlán para evaluar la información recibida en sus smartphones acabaron con la vida de dos personas, esto parece confirmar la idea del filósofo Tzvetan Todorov de que: “los avances tecnológicos no siempre ofrecen ventajas, incluso son fuente de nuevas amenazas”.

EXTREMISMO

Los huecos de información que aparecen en el ciberespacio han fungido como madrigueras donde la ideología extremista ha logrado tejer su red de mensajes. Según Jaron Lainer, el algoritmo de Internet está enfocado en atrapar la atención de los usuarios para que su comportamiento sea más rentable. Esto crea un semillero de negatividad; sensaciones como el enojo, el racismo o la aporofobia se asoman desde estos oscuros sesgos.

Lainer recuerda a Séneca, aquel filósofo que presenció las consecuencias del odio en la élite política del Imperio Romano, sólo que el informático planta su butaca en el teatro virtual. Pero Lainer cree que más allá de un plan maléfico de compañías como Google o Facebook, el fenómeno es más bien fruto de un error en la concepción del algoritmo creado a finales del siglo XX. No obstante, el estímulo que la instrucción da hacia las emociones hostiles es sumamente alto, de ahí que los mensajes terroristas de ISIS (Estado Islámico) tuviesen más alcance que los emitidos por activistas durante la Primavera Árabe.

/media/top5/CiudadaniaDigital07.jpg

Terroristas de ISIS lanzaron un video en que decapitan al periodista estadounidense-israelí Steven Joel Sotloff. Foto: Youtube

A principios de la presente década, por medio de Twitter, ISIS ensambló una red de mensajes para ganar popularidad entre la comunidad islámica. En ellos invitaba a los internautas a unirse a su causa. Videos, fotografías e ilustraciones bélicas esperaban despertar sentimientos de repudio contra los simpatizantes del Bloque Occidental. Al percatarse de la respuesta positiva hacia estos mensajes, gobiernos como el de Irak recurrieron a bloquear Twitter y Facebook para evitar que ISIS siguiera propagando sus misivas.

Más tarde, la tendencia fue percibida por las consultoras políticas de Occidente. En artículos de The Observer y The New York Times se lee que en 2016 la firma Cambridge Analytica extrajo datos de 50 millones de usuarios de Facebook y los entregó al equipo de campaña de Donal Trump, entonces candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos. Al contrario de Obama, Trump consiguió la información de sus votantes sin consentimiento. El escándalo giró las miradas hacia Facebook porque la empresa de Marck Zuckerberg permitió que esto sucediera.

Trump ganó las elecciones gracias al sistema del Colegio Electoral. Sus retractores atribuyeron el triunfo a su presencia en las redes, donde llegó a utilizar fake news para desprestigiar a Hillary Clinton (entonces candidata). Incluso se habló de una supuesta intervención de Rusia.

El filosofo Franco Berardi considera que la inyección del mensaje del neoyorquino tuvo éxito en estados clave para el Colegio Electoral, territorios con supremacía blanca. Berardi alude a la desesperación de este sector, que ha creído con fuerza en el principio neoliberal de la ultraderecha estadounidense: aquel que aboga por el triunfo como único camino en la vida, y llama a estos hombres “perdedores profesionales”. Practicantes, al igual que Trump, de una “obsesión machista frustrada”.

Actualmente, el republicano tiene su principal trinchera en Twitter, donde suele lanzar ataques (en un lenguaje poco político) a sus adversarios y sectores de la población que se oponen a su mandato, como comunidades LGBT y grupos de migrantes tales como la caravana centroamericana que actualmente tiene bastión en Tijuana.

“En Estados Unidos puedes ver un crecimiento de la violencia. Mucho de lo que declara Trump se amplifica en estas redes, sobre todo por ciertos grupos radicales. Si tú te metes en uno de esos blogs lo que verás, es que utilizan como encabezados sus tuits. Luego les dan una lectura mucho más radical que la estupidez que haya dicho Trump”, condena Natal.

Lamentablemente, el discurso intolerante de Trump ha traspasado fronteras. En octubre pasado, un folleto comenzó a circular por las redes sociales en Honduras. El documento convocaba a una caravana hacia Estados Unidos para escapar de la violencia del país catracho. Trump comenzó a criticar la iniciativa en Twitter y culpó al periodista Bartolo Fuentes.

/media/top5/CiudadaniaDigital08.jpg

Comentarios de mexicanos contra la Caravana Migrante proveniente de Centroamérica. Foto: libertaddigital.news

El pueblo hondureño se organizó. El 19 de octubre pasado cerca de cuatro mil migrantes centroamericanos entraron ilegalmente a México. La desaprobación de sectores en la sociedad mexicana tampoco se hizo esperar.

Las redes se volvieron una zona de debate; mientras algunos usuarios mexicanos se solidarizaban con la caravana, otros satanizaban con discursos xenófobos. Un mes después parte del contingente llegó a la ciudad fronteriza de Tijuana. Los colonos salieron a protestar en contra de los migrantes, su sustento era información procedente de Internet, en su mayoría no corroborada, donde se acusaba a los centroamericanos de causar desmanes en su trayecto. Los mexicanos daban la razón a Trump.

A principios de noviembre, la televisora alemana Deutsche Welle realizó un reportaje en el lugar. Allí levantó testimonios de migrantes, entre ellos, el de una mujer que cansada por la travesía, se quejó de la comida ofrecida en los albergues. Un internauta editó el video y dejó sólo el extracto de la señora, sacándolo de contexto. La edición se viralizó. En las redes pronto circularon bulos que atribuían a los hondureños el título de “delincuentes malagradecidos”. El repudio mexicano hacia los migrantes se intensificó. Pocos verificaron la información, la ciudadanía digital 'brilló por su ausencia'. El algoritmo había actuado de nuevo.

Este recrudecimiento en la ideología de grupos radicales parece replicarse en Brasil, donde Jair Bolsonaro, político ultraderechista, considerado homófobo y misógino (personalidad similar a la del presidente de la Unión Americana), ganó las elecciones cariocas.

Para menguar la situación, Natal propone una educación que abogue por la democracia, “como antes que existía la clase de civismo, donde se enseñe a ser responsable con la información que se comparte, que se escribe y que se lee. Aprender a discernir qué información se tiene [...] Quizá en la escuela, en las primarias o en las secundarias, los chicos deberían comenzar a aprender, a distinguir qué información es más útil y cuál no”.

Las pocas estrategias gubernamentales en México no han sido eficaces. En 2013, el gobierno de Enrique Peña Nieto implementó el Programa de Inclusión y Alfabetización Digital (PIAD), con el fin de promover el uso de las TIC en alumnos de quinto año de primaria a nivel nacional. Entre 2013 y 2017 se emplearon 6 mil 783 millones de pesos en la entrega de dispositivos móviles a alumnos y docentes de primaria.

/media/top5/CiudadaniaDigital09.jpg

Foto: Ciudadanía Digital

En 2015, la Auditoria Superior Federal señaló las carencias del PIAD. En primera instancia, el gobierno nunca justificó por qué se habían elegido ciertos estados para la entrega de los aparatos. También se dio a conocer que más del 50 por ciento de las escuelas donde se repartieron los dispositivos no contaban con acceso a Internet. Finalmente, se localizaron irregularidades en las capacitaciones que supuestamente se ofrecerían a los docentes y alumnos para utilizar de forma adecuada los aparatos.

Para Natal la solución es superior al simple acceso a la redes sociales por medio de un dispositivo. Se debe educar a la gente para entender la relación de la información con la tecnología. Países como Colombia, con su Ecosistema de Ciudadanía Digital han desarrollado programas donde se capacitan a los usuarios en el ámbito social del ciberespacio. Lamentablemente, México aún está lejos de esos estándares.

“Antes hablábamos sobre una brecha digital entra los alfabetas y analfabetas digitales, pero hoy en día tenemos otro problema. Hay una brecha digital, ya no solamente entre los alfabetas y analfabetas digitales, sino también entre aquellos que son capaces a acceder a más y mejor información vía Internet. Se debe alfabetizar a la población, pero ya no en el término de saber utilizar las redes, más bien de ir más allá y que las sepan emplear para resolver sus problemas”, concluye.

Twitter: @BeatsoulRdz

Escrito en: información, redes, ciudadanía, México

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Siglo Nuevo

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas