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De Política Y Cosas Peores

ARMANDO CAMORRA

ARMANDO CAMORRA

"¿Cuántos hombres ha habido en tu vida?". Esa pregunta le hizo Candorino a su novia Frinesita. Quizá no era el momento más indicado para el interrogatorio: estaban a punto de iniciar su noche de bodas. Ella no dijo nada. Transcurrieron unos minutos, y Candorino se impacientó: "Contesta" -le demandó irritado. "Espérame -respondió ella-. Apenas voy en la B". Una linda chica llegó al departamento de cosméticos de la tienda y vio el anuncio de un nuevo perfume: "Noche de pasión". Decía el cartel: "¡Garantizada!". Le preguntó a la dependienta: "¿Realmente los efectos del aroma están garantizados?". "¿Que sí están garantizados? -respondió la encargada-. Mira: con cada pomo del perfume va un frasco de píldoras del día siguiente". Tres casadas hablaban de lo que hacían sus respectivos cónyuges después del acto del amor. Dijo una: "Mi viejo se da la vuelta, se duerme y se pone a roncar". "No es extraño -apuntó otra-. Según Masters y Johnson el 90 por ciento de los hombres hacen eso. El restante 10 por ciento se da la vuelta y se duerme, pero no ronca". Otra señora declaró: "Mi marido sigue viendo la tele. Me hace el amor en los comerciales". Declaró la tercera: "Mi esposo se fuma un cigarro después de terminar el acto. Una cajetilla le dura entre 3 y 5 años". Don Cornífero estaba de viaje y llamó a su esposa por el celular sin obtener respuesta. Marcó entonces el número de la mucama. Le dijo: "No puedo comunicarme con la señora". Explicó la fámula: "Está en la cama con amigdalitis". "¿Cómo? -se indignó don Cornífero-. ¿Ahora con un griego?". Una joven mujer de exuberante busto acudió a la agencia donde había comprado su automóvil. El claxon del vehículo iba sonando sin parar y sólo dejo de oírse cuando ella descendió del coche. La conductora se quejó de que el claxon del vehículo sonaba de continuo mientras ella manejaba, y pidió que algún mecánico lo revisara. "No es necesario -le indicó el gerente contemplando las prominencias pectorales de la dama-. El claxon de su automóvil dejará de sonar con sólo que haga usted el asiento un poco para atrás". Una pareja llegó a registrarse en el hotel. Preguntó el de la recepción: "¿Tienen alguna reserva?". "Yo ninguna -respondió el hombre-, pero a ella no le gusta hacerlo con la luz encendida". El veterinario del pueblo iba a ir a la granja de don Poseidón a inseminar a una vaca. Días antes le había pedido al granjero que pusiera un clavo en la pared del establo a fin de colgar ahí su equipo. Cuando llegó a la granja don Poseidón había salido, pero no sin antes pedirle a su mamá que atendiera al médico. La anciana lo guió de mala gana al establo y le dijo con tono acre: "Ésa es la vaca que va usted a inseminar. Y ahí está el clavo que pidió. Supongo que es para colgar su ropa ¿no?". Himenia Camafría, madura señorita soltera, se quejó ante el juez de que un hombre la había besado sin su voluntad. El juzgador hizo que un gendarme le trajera al individuo. Cuando lo tuvo enfrente le surgió una duda. "Señorita -le dijo a la denunciante-. Usted es bastante alta y este hombre es tan chaparro que apenas le llega a la cintura. ¿Cómo pudo él darle ese beso?". "Bueno -se ruborizó la señorita Himenia-. Supongo que me agaché un poquito". Los pasajeros del jet en vuelo trasatlántico se quedaron estupefactos al ver entrar en la cabina del avión a las bellas azafatas y a los guapos sobrecargos completamente en pelotier, quiero decir sin ropa. En ese momento se oyó por el sistema de sonido la voz del capitán: "Damas y caballeros: no nos llegaron a tiempo las películas. Pensamos entonces en ofrecerles otro tipo de entretenimiento para hacer su vuelo más placentero". FIN.

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