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Desesperanza

YAMIL DARWICH

YAMIL DARWICH

Un lagunero visitaba a un amigo enfermo, cuando entró una llamada a su celular: era urgente que fuera a casa, había problemas.

Desde luego que de inmediato se dirigió al lugar y después de insertar la llave en la chapa de la puerta principal pudo entrar, encontrando a su mujer extremadamente nerviosa.

No era para menos, acababa de ser asaltada por dos jóvenes malvivientes y novatos ¡en su propio hogar!, amenazada con un cuchillo tomado de su cocina, quienes solamente se llevaron lo que alcanzaron a descubrir a simple vista.

¿Le parece novedad la historia?

Desde luego que no, es el padecer de cada día de las familias laguneras que ven incrementados los índices de criminalidad, particularmente en robos de vehículos y casas habitación, especialmente en aquellas viviendas en las que moran mayores de edad, quienes, por el propio paso del tiempo viven solos, ante el crecimiento de los hijos quienes fundan su propia familia o buscan alternativas de trabajo y superación fuera de La Laguna.

Otro asunto doloroso, cuando en diferentes encuestas los universitarios responden afirmando su interés de "escapar" de la violencia a la que estamos expuestos la región.

Es obvio que los viejos constituimos el sector de población más vulnerable; somos fácil blanco para robarnos con violencia, condenándonos - al igual que las mujeres solas, viudas o divorciadas - a vivir con inseguridad, aún en la propia casa y encerrados con doble llave.

¿Dónde perdimos nuestra paz social?; los más viejos - quienes también sufrimos la caída de calidad de vida - recordamos la tranquilidad de aquella La Laguna, cuando ¡hasta se podía descansar de las olas de calor vespertino sentados en sillas fuera de las casas, en la noche, conviviendo seguros con familiares y vecinos! Son tiempos idos, que difícilmente volverán.

El incremento de la violencia tiene diferentes causas; variados orígenes en los que se regodean los dedicados a la estadística social lagunera, demostrando una y otra vez que más allá de la pobreza, la razón se encuentra en los pésimos gobiernos municipales y estatales. Ellos buscan sus propios fines y prestan ineficiente atención a una de las urgentes necesidades de sus electores: paz y tranquilidad, para ellos y sus seres queridos.

Son desesperantes y no de dar risa las declaraciones de las autoridades policíacas, quienes sin el menor enfado dan cifras inexactas, calificadas por ellos mismos como "oficiales" y sin mediar el menor recato aseguran que habrá cambios en "la percepción de seguridad", decires que ofenden a los habitantes de la región, generándonos desesperanza ante la verdadera situación, la cual, según ellos, "¡en el breve lapso, estará bajo control!"

Imagino la respuesta del narrado y de otros tantos ofendidos por los hampones.

Luego, la decepción crece al ver y escuchar a los presidentes municipales ratificar lo dicho por sus colaboradores y dar su voto de apoyo y confianza al trabajo realizado.

Ellos, alcaldes y alcaldesas, fingen olvidar que son los principale responsables de nuestra seguridad y que al ser electos se comprometieron con los intereses ciudadanos, no los de sus partidos, de particulares o propia carrera política.

Después, desesperanzados volviendo la vista al gobierno de los estados y escuchar de ellos solamente propósitos y declaraciones, prometiendo "resultados positivos para el bienestar social"; también fueron electos para trabajar en nuestra calidad de vida y más allá de lo económico considerar la seguridad y la integridad de las personas incluidas sus pertenencias y ... tampoco encontramos buenas respuestas, efectivas y palpables en nuestra vida cotidiana.

Sé que la pobreza, sumada a la mala educación y falta de estudios es coctel adecuado para promover la criminalidad, pero también pienso que es solo un eslabón de la cadena que inicia con la corrupción que genera impunidad y la pérdida de objetivos de los partidos políticos y sus partidarios - ya no son político/sociales, ahora son particulares y económicos -

De nuevo vuelvo la vista atrás y recuerdo a aquellos que hacían política - buena o mala - que fueron desplazados por los politiqueros vividores del parasitismo.

El problema profundiza: ahora ya no solo se presentan los actos criminales en las zonas periféricas y marginadas; se dan en todos los sectores, violentamente, incluidas las supuestas "cerradas vecinales".

El problema social va en ascenso sin ser debidamente dimensionado; la cresta poblacional de La Laguna, muestra marcado y constante envejecimiento - lógico y normal - de sus habitantes mayores, que requieren de más atenciones especiales en temas de servicios públicos, entre ellos su seguridad personal.

Desesperante observar lo poco que se atiende a los viejos de hoy y temo que nada cambiará al futuro; que la incapacidad ... - ¿incapacidad? - de quienes debieran cuidarnos genera mayor criminalidad, entregándonos pocos o casi ningún caso correctamente resuelto.

¿Recuerda el desesperanzador índice de eficiencia en aplicación de las leyes?

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Escrito en: Diálogo quienes, nuestra, viejos, fuera

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