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ARMANDO CAMORRA

ARMANDO CAMORRA

¿Recuerdas, Terry, amado perro mío, la primera vez que viste la nieve?

Cayó en la noche, cuando dormías el tranquilo sueño de los perros; cuando dormía yo el sueño inquieto de los hombres. El día amaneció y salimos a la puerta. El mundo estaba lleno de blancura.

Volviste los ojos hacia mí como para preguntarme qué era aquello; qué había sucedido. Yo te tomé en los brazos para tranquilizarte -eras un cachorro todavía-, y así supiste que no pasaba nada; que todo estaba en orden. Al rato andabas ya retozando entre la nieve.

¡Qué bien recuerdo esa mañana, Terry! La recuerdo como si fuera mañana. Te veo yendo y viniendo, jubiloso, por aquel blanco territorio tan nuevo para ti. Recuerdo tus ladridos -amenaza de niño- cuando el cuervo se posó en una rama del álamo sin hojas. Recuerdo también cuando, cansado de tus carreras y del frío, me jalaste con el hociquillo por la pernera del pantalón para que entráramos ya en el calorcito de la casa.

¡Cuántas memorias, perro amigo! En ellas sigues viviendo todavía. Morimos sólo cuando somos olvidados.

Recuérdame tú también, Terry. Sálvame del olvido. De la muerte sálvame.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador perro, recuerdo, estaba, Recuerdo

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