Eran dos máscaras,
Sonrisa y lágrimas;
Tremor de piano,
Trasluz de luna,
Temblorosos labios...
Eran dos almas mecidas por el viento.
Dos en la sombra con sabor a otoño,
Con las pupilas prendidas a la rosa,
A las estrellas con amor prendidas.
Y no cabían en las caracolas, en las arenas...
En la mansa yerba,
En el suspiro del trigal
Que ondula cuando lo mueven
La pasión y el cielo.
Eran dos cuerpos que bañaba el alba
Con el desnudo de su luz-espejo.
Y sólo el viento se cubrió en la calma,
En el sosiego de su voz etérea;
Con la sonrisa que tiñó las lágrimas...
En la penumbra clara del espejo.