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De Política Y Cosas Peores

ARMANDO CAMORRA

ARMANDO CAMORRA

Noche de amor. El ardiente galán y su linda dulcinea durmieron el profundo sueño que sigue a la entrega de cuerpos bien cumplida. Cuando llegó la mañana él se dispuso a hacer el desayuno para los dos, pues estaban en su departamento. Le preguntó, solícito, a la chica: "¿Cómo te gustan tus huevos en la mañana?". Respondió ella de inmediato: "Sin fertilizar". El papá de Pepito le anunció: "Vino la cigüeña y te trajo un regalito. Es una niña. ¿La quieres ver?". "No -declinó el chiquillo-. Niñas he visto muchas. Mejor me gustaría ver a la cigüeña". El orador empezó su conferencia con una declaración tajante: "Soy hombre realista: jamás despego los pies de la tierra". Babalucas levantó la mano y preguntó: "¿Y cómo chingaos le hace pa' ponerse los calzones?". Doña Gorgona, mujer de fea catadura y aspérrimo carácter, tenía una hija que era todo lo contrario de su madre, pues poseía belleza de ángel y gentil talante. Una noche la muchacha llevó a su novio a presentarlo con su mamá. Doña Gorgona le dijo con tono acre al pretendiente: "¿De modo, jovenzuelo, que quiere usted ser mi yerno?". "La verdad es que no, señora -replicó el visitante-. Pero si me caso con su hija no veo la manera de evitarlo". Un tipo le contó a su compadre: "Le retorcí el pescuezo al perico de la casa". Inquirió el otro: "¿Por qué hiciste semejante cosa?". Explicó aquél: "A cada rato le gritaba a mi mujer: '¡Piruja!'". "¡Infeliz loro! -suspiró el compadre-. ¡Es un mártir de la verdad!". Oratino, el tonto del pueblo, iba por la calle arrastrando una pesada cadena de gruesos eslabones. Un vecino le preguntó: "¿Por qué traes estirando esa cadena?". Contestó Oratino: "Porque empujarla está cabrón". La hermosa mujer vestía toda de blanco y lucía cofia de enfermera. Le dijo un individuo: "¡Cómo me gustaría tener un accidente y que usted me atendiera!". Respondió ella: "En ese caso su accidente se conocería en todo el mundo. Soy partera". En el programa de preguntas y respuestas el conductor se dirigió a una participante: "Por 500 pesos dígame: ¿quién fue el primer hombre?". Respondió la concursante: "Tendrá usted que perdonarme. Le prometí que a nadie se lo diría". Declaró un antiguo paciente del doctor Duerf, célebre analista: "Yo fui esquizofrénico. Ahora estamos bastante mejor". El sultán de Kashmir invitó a su amigo el sultán de Zama a una cacería de leones del desierto. Le indicó: "Será la próxima semana". "No puedo -se disculpó el sultán-. La próxima semana me caso el lunes, el miércoles y el viernes". Don Cornífero tenía la sospecha de que su esposa le ponía el cuerno. Contrató entonces a Pink Erton, el famoso detective, y le pidió que siguiera a su mujer. Esa misma noche el investigador privado le rindió su informe: "La señora salió de su casa por la tarde. A usted le había dicho que iba a merendar con sus amigas. No hizo tal. Se encontró con un sujeto en un barecito de las afueras. Ahí bebieron unas copas y bailaron al compás de música romántica. Después vi cómo en el automóvil del tipo se besaban y acariciaban apasionadamente. En seguida se dirigieron al Motel Cupido y ocuparon el cuarto número 210. Desde afuera pude oír, aparte de un intenso rechinar de cama, expresiones de contenido claramente erótico. Él le decía a ella: '¡Mamacita!' y le preguntaba: '¿De quién son éstas?', y ella le pedía con vehemencia a él: '¡Más aprisa, negro santo!' y gritaba con entusiasmo: '¡Yea, yea!'. Entre paréntesis, señor, lo felicito por tener esposa bilingüe. Ése es mi informe. Saque usted sus propias conclusiones". Respondió vacilante don Cornífero: "No sé qué pensar. Necesitaría más datos". FIN.

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