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PADRES E HIJOS

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IGNACIO ESPINOZA GODOY

Aunque desconozcamos cuándo podríamos abandonar este plano existencial, lo cierto es que los padres de familia (mamá y papá, ambos) deberíamos ser previsores con relación a algunos preparativos que se vinculan con trámites que, si bien pueden verse como con una actitud de pesimismo, tarde o temprano se deben poner en orden, como es dejar un testamento y contratar un plan funerario ante un acontecimiento inevitable como es el fallecimiento de alguno de los cónyuges, o de los dos, como en ocasiones ha ocurrido en percances como accidentes automovilísticos que involucran a la pareja.

Este es un tema que, debemos reconocer, a muchos matrimonios les cuesta trabajo abordar, por motivos como el temor a pensar siquiera que el deceso de alguno de los dos pudiera suscitarse, o como el hecho de pensar que si se no se platica de ello es mejor, como si así se alejara el riesgo o la posibilidad de que ocurriera. No obstante, debemos ser realistas, poner bien los pies sobre la tierra y aceptar que la muerte es un acontecimiento tan natural como la vida misma y que en cualquier momento se puede presentar, ya sea a través de un accidente o de una enfermedad repentina que podría terminar con la existencia de uno o de ambos cónyuges.

El deceso de algún miembro de la familia, por supuesto, representa un golpe duro para quienes conviven con él o ella, por la importancia que puede tener dentro de este círculo. Sin embargo, se trata de un evento inevitable que nadie desea pero que en cualquier momento puede ocurrir por múltiples factores que escapan del control de quien puede ser el protagonista ya que hasta basta un descuido para que se desencadenen una serie de hechos que pueden derivar en el fallecimiento de una o más personas en un solo percance.

Dentro de este contexto, los padres de familia deberíamos contar con un testamento, donde plasmemos nuestra voluntad sobre la distribución de los bienes materiales en caso de que fallezcamos, sin importar cómo suceda el deceso, ya que lo importante es precisar cómo se repartirán los bienes que sean susceptibles de adjudicación, en primer lugar, en beneficio de la pareja y, en segundo término, de los hijos, con lo que de esta forma se evitan y previenen conflictos y juicios legales que se pueden llevar hasta años cuando no se deja testamento y que forzosamente derivaría en la tramitación de un juicio sucesorio intestamentario.

Generalmente, con ese motivo, autoridades estatales y federales han organizado jornadas, en el mes de septiembre de cada año, denominadas "Septiembre, mes del testamento", a través de las que los notarios disminuyen al 50 por ciento su tarifa para realizar ese trámite, pensando en las personas de escasos recursos económicos que de otra forma no tienen acceso a ese tipo de procesos legales, que les ayudan a dejar en orden la forma en que se distribuirían sus bienes cuando fallezcan y así se eviten prolongados juicios que en ocasiones derivan en pugnas fuertes entre los hijos.

Asimismo, otro trámite que se debería realizar en vida es la contratación de un plan funerario, mediante el que se busca dejar cubierto económicamente ese gasto que representa desde el servicio por velar los restos de un ser querido en las instalaciones de una agencia funeraria o en el propio domicilio así como la erogación por la compra de un lote para el posterior sepelio, lo que significa un desembolso financiero para el que no siempre se está preparado, de tal forma que ante estas circunstancias la familia se tiene que endeudar para solventar todos estos servicios que no se pueden eludir una vez que se requiere hacerles frente.

En este tipo de casos, las agencias funerarias ofrecen contratos a través de los que se efectúan pagos mensuales que abarcan casi todos esos servicios pues, por ejemplo, la compra del lote sí se debe hacer por separado, mientras que en lo relativo a la velación y la sepultura del cuerpo sí se puede contratar a un plazo que varía dependiendo de la capacidad económica de quien realiza ese trámite ante una empresa específica y de los servicios que se desea contemplar, desde el tamaño de la sala de velación, hasta el material del ataúd que se desee adquirir una vez que se suscita el deceso.

Si bien, a ninguno de los padres de familia le gusta hablar sobre cualquiera de los temas expuestos anteriormente, se trata de una realidad que no se puede evadir ya que el fallecimiento es un suceso inevitable que tarde o temprano se presentará en nuestros hogares y que deberemos enfrentar, con todo el dolor que representará abordar los trámites legales que ello significa.

No hay nada más doloroso que perder a un ser querido, y los que ya hemos pasado por un evento de esta naturaleza (en lo personal, yo experimenté la partida de mi señor padre y de un hermano) sabemos que un fallecimiento es un suceso que nos deja en estado de shock. Sin embargo, también sabemos que debemos enfrentar los inevitables trámites legales, y qué mejor manera de hacerlo si lo previmos con la debida anticipación.

Escrito en: Padres e hijos fallecimiento, familia, pueden, debemos

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