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danza de Los Diablos

Afromestizos y sus raíces con los diablos

Con su armónica ha puesto a danzar a muchas generaciones de Cerros de las Tablas y sus alrededores durante 73 años. En este tiempo, don Juan también se convirtió en maestro de muchos, pero, dicen, muy pocos lo han igualado

Afromestizos y sus raíces con los diablos

Afromestizos y sus raíces con los diablos

AGENCIAS

La tarde del 23 de febrero los diablos se apoderaron de la comunidad de Cerro de las Tablas. Llegaron a la casa de don Juan Tapia Morales y se lo llevaron a la cancha para homenajearlo.

Don Juan es originario de Ometepec, un municipio vecino, pero desde que llegó a Cerro de las Tablas con su esposa, Bernardina Patricio Figueroa, aprendió a bailar y tocar los sones de los diablos. La danza de Los Diablos lo hechizó. Con su armónica ha puesto a danzar a muchas generaciones de Cerros de las Tablas y sus alrededores durante 73 años.

En este tiempo, don Juan también se convirtió en maestro de muchos, pero, dicen, muy pocos lo han igualado.

En la cancha del pueblo los diablos y los habitantes de Cerro de las Tablas lo homenajearon.

Los vecinos se organizaron: unos hicieron el agua fresca de jamaica y horchata, otros compraron las tortillas, unos más consiguieron el sonido, otros la res y entre todos arreglaron las sillas y sirvieron la barbacoa.

Don Juan hace apenas un mes vio de cerca la muerte. Un día despertó sin fuerzas. Sus hijas lo llevaron al hospital, donde le dijeron que no tenía sangre suficiente en su cuerpo. Necesitaba una transfusión. Así lo hicieron.

Ahora, don Juan respira lento y el aire le aguanta poco. Pero a sus 98 años, el sábado hizo bailar, otra vez, a los diablos: tocó con su armónica siete sones.

UNIDOS POR LA DANZA

En los pueblos afromestizos de Guerrero y Oaxaca la danza de Los Diablos no sólo es un ritual que heredaron de sus antepasados, sino una forma de mantenerse unidos, con identidad.

Es una tradición que han mantenido de generación tras generación. Incluso en la danza pueden estar bailando en el mismo grupo hasta tres de ellas.

La danza de Los Diablos en estos pueblos se encarna. Se comienza a bailar por intuición y, después, por la necesidad de cumplir con el ritual que se celebra en Día de Muertos.

"No conocemos el mito, pero sí el rito y ahí está: la danza de Los Diablos se sigue bailando", explica el periodista, escritor y promotor de la cultura afromestiza, Eduardo Añorve Zapata.

La danza se ha ida transmitiendo con simpleza, así como se contagian los hábitos: a través de la cotidianidad, de la vida diaria.

Una vez, cuenta Eduardo Añorve, llegó a estos pueblos el escritor mexicano Juan Rulfo para hacer una película sobre la danza y la cultura de los afromestizos. Rulfo buscaba que le explicaran el método de enseñanza de la danza. Nunca lo encontró.

Y remata: "Aquí los niños dicen: oye mamá, quiero mi máscara, y no la mamá les anda diciendo `ven, te voy a llevar a ensayar la danza´; no, aquí no es así".

Eduardo Añorve dice que en la danza de Los Diablos ha encontrado elementos que podrían hacer pensar que los antepasados no sólo bailaban por el ritual, sino también como una forma de organización y protección.

En la danza, dice, hay un momento en la Minga, un personaje que la hace de guía, comienza a jugar con la gente, con los espectadores, la gente se la lleva y los diablos reaccionan para rescatarla.

"Ese juego yo pienso que era un asunto que viene desde los ancestros como una forma de autoprotección. Hay que recordar que descendemos de esclavos, de fugitivos y en algún momento se tuvieron que defender y pienso que así lo hacían. La danza también es una forma de organización para actuar en momento preciso. Tuvo que tener un propósito social de protección, por eso la disciplina, el orden al momento de bailar", dice.

Por eso la importancia de reconocer la labor que ha realizado don Juan.

EN VARIOS ESTADOS

La danza de Los Diablos se baila desde José María Morelos, en Oaxaca, hasta Cerro de las Tablas, en Guerrero. Ese es el único territorio donde se practica.

Nadie recuerda cuándo comenzó, pero en los pueblos lo que sí saben es que tiene origen en sus raíces: en los esclavos africanos que fueron traídos a México de España y Portugal.

Eduardo Añorve explica que uno de los posibles orígenes de la danza está en el pueblo de San José Estancia Grande, ubicado en una zona ganadera en la región de la Costa Chica.

En la danza, la presencia de la ganadería y, en especial del caballo, es fuerte. La vestimenta del diablo está marcada por estos elementos; por ejemplo, la máscara es adornada con crin del caballo; uno de los instrumentos, la charrasca, es una cabeza caballo, mientras que el diablo mayor para distinguirse de los demás usa las chaparreras, el látigo (o la cuarta como lo llaman), el cencerro.

"En los lugares donde ahora se baila la danza de Los Diablos están relacionados con la ganadería, cercanos a San José Estancia Grande, como El Alacrán, El Cirguelo, Barrio Nuevo, Flor de Soto, Llano Grande, La Banda, Maguey, Cortijo, Rancho Santiago, Santo Domingo, Tapextla, Cuajinicuilapa, San Nicolás y Maldonado", refiere Eduardo Añorve.

También tiene elementos de origen africano. El bule, tambor, es de un instrumento que utilizaban los Abakua, que tenían uno parecido y llamaban la voz del dios tigre. Acá en Guerrero también llaman tigre al bule.

De acuerdo con la tradición oral, la danza de Los Diablos tiene el propósito de recibir y despedir a los difuntos durante el 31 de octubre, el 1 y 2 de noviembre.

HIJOS DEL DIABLO

Antes, la danza tenía una disciplina casi militar, recuerdan los viejos. En los días de muertos los diablos no tiene papá ni mamá, su papá y su mamá es el diablo viejo y la diabla. Ese día les tienen que obedecer.

Incluso en algunos pueblos, a los diablos viejos los comisarios les dan las llaves de la cárcel: si uno no obedece los pueden mandar a encerrar.

La disciplina consiste en que tienen que bailar bien, no se pueden quitar la máscara enfrente de la gente, se tienen que agachar bien si no, chicotazos. Todos aceptan.

Antes de entrar les dicen: "¿Van a aguantar?" Entonces a bailar.

Pero eso se ha ido relajando, luego no hay gente que baile: se van a Acapulco, a Chilpancingo, por la migración. Pero para donde vayan los diablos, bailan.

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