Tratamiento láser para cicatrices

Las cicatrices tras un procedimiento quirúrgico son habituales en un buen número de personas. La forma en que cicatriza cada individuo varía y también el resultado. Hasta no hace mucho, había pocas opciones para evitar que el paso por quirófano dejase una huella de por vida en la piel del paciente. Sin embargo, la mejora en las técnicas de dermatología estética está permitiendo que tras una herida se minimice su rastro en la piel.

Las cicatrices se producen en miles de pacientes cada año. El tejido cicatricial puede generar dolor y comezón, junto con problemas funcionales y cosméticos que alteren la calidad de vida del paciente. El ejemplo principal de dichos trastornos es la cicatrización queloide.

El láser puede generar una mejora de la cicatrización ya que puede regular los mecanismos de reparación de la piel por el efecto térmico, modula el proceso inflamatorio y cicatrización.

Por este motivo, desde hace algunos años, se está utilizando la aplicación del láser en las cicatrices quirúrgicas formadas hace tiempo para intentar reducir su impacto. Esta tecnología ha permitido una mejora considerable sobre los procedimientos que existían previamente y que consistían en optimizar las técnicas quirúrgicas, comprimir la zona intervenida o vendar la herida. Es importante el uso temprano de láseres vasculares para regular, además del proceso de proliferación de los fibroblastos y la angiogénesis (formación de vasos sanguíneos). Estos vasos sanguíneos pueden nutrir el exceso de tejido cicatricial y aumentar la probabilidad de formación de un queloide o de una cicatriz hipertrófica.

No hay duda de que el uso precoz de los láseres fraccionados, en combinación con los vasculares, están cambiando el enfoque del tratamiento de las cicatrices a favor de una actuación temprana en vez de esperar pasivamente a que finalice el proceso de cicatrización como se hacía antiguamente.

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Dra. Dalia Rodriguez

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