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ARMANDO CAMORRA

De Política y Cosas Peores

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Susiflor, joven soltera, les informó a sus padres que estaba ligeramente enferma de gustos pasados, es decir embarazada. "¡Cómo!" -exclamó con azoro su mamá. Gruñó el progenitor: "El cómo ya lo sabemos. Lo que necesitamos que nos diga es el con quién". (A lo hecho pecho. O si no biberón). El manager de Kid Grogo, boxeador en ocaso, se sorprendió al verlo salir del vestidor luciendo una prenda femenina. "¿Qué significa eso?" -le preguntó asombrado. Explicó el púgil: "Usted me dijo que iba a entrar en la pelea de fondo".Ya conocemos a don Chinguetas. Es un marido especializado en adulterios, algunos de los cuales van más allá de los límites de un adulterio decente. Hace unos días su esposa dona Macalota llegó a la casa inesperadamente y sorprendió a su casquivano cónyuge en la cama en compañía no de una mujer, ni de dos, sino de tres. (En el argot del bajo mundo de la Ciudad de México una situación así recibe el extraño nombre de "pompino", el acto sexual en el que participan más de dos mujeres y un solo hombre). Al ver a su consorte en semejante compañía doña Macalota prorrumpió en expresiones peyorativas de las cuales la más suave era "cabrón". Don Chinguetas replicó: "No te entiendo, mujer. Si traigo amigos a la casa te molestas. Si traigo amigas te molestas. No hay forma de darte gusto". Babalucas le preguntó lleno de ansiedad a su novia: "¿Estarías dispuesta a entregarte a mí, amor mío? Dime, mi cielo: ¿estarías dispuesta a entregarte a mí?". Respondió con impaciencia la muchacha: "Si me vuelves a preguntar eso me salgo de la cama en que estamos, me visto y me voy a mi casa". "¡Qué hermosa es la primavera!" -suspiró Dulcibel, linda muchacha, en presencia de don Valetu di Nario, maduro señor pero todavía con rijos de galán. "Es hermosa, en efecto -confirmó el cachondo caballero-. Con la llegada de la primavera me vienen impulsos y deseos que también me vienen con la llegada del invierno, el verano y el otoño". Opinó Dulcibel: "Pero la primavera es especial. Es la temporada de las aves y las flores, del amor y de la poesía". "Y de las alergias" -añadió el señor Di Nario al tiempo que se sonaba la nariz. Preguntó luego: "¿De veras le gusta a usted la primavera, señorita Dulcibel?". "Mucho" -confirmó ella. "Qué bueno -se alegró don Valetu-. Pongo 70 a su disposición". Una señora le comentó a su amiga: "El siquiatra que fui a ver no me inspiró mucha confianza. Tiene diván matrimonial". La secretaria le aseguró al insistente vendedor: "Le juro que mi jefe no está. La blusa se me desabotonó sola". En altas horas de la noche Himenia Camafría, madura señorita soltera, llamó urgentemente por teléfono a su amiguita Solicia Sinpitier, célibe con ella: Le dijo en voz muy baja: "Acabo de llegar del cine, y creo que hay un hombre abajo de mi cama". Le contestó sin vacilar Solicia: "¡Pues súbelo, pendeja!". El médico recién recibido pidió la mano de su novia. Le indicó el papá de la muchacha: "Antes de casarse espere a practicar por lo menos un año". El pretendiente se volvió hacia su novia y le dijo: "Ya hemos practicado dos, ¿verdad, mi vida?". La maestra le preguntó a Pepito: "¿Qué es el píloro?". Respondió el chiquillo: "Ignórolo". El ardiente galán le pidió una y otra vez a su linda amiga que accediera a compartir con él los múltiples encantos de que la había dotado la naturaleza. Ella rechazó la erótica demanda y se negó terminantemente a abrir la doble puerta que guardaba el más íntimo de esos encantos. Exclamó él, anheloso y expectante: "¡Por lo menos dame la luz de una esperanza!". "Lo siento -respondió ella, esquiva-. Tendrás que arreglártelas con lámpara de mano". (No le entendí.). FIN.

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