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ARMANDO CAMORRA

De Política y Cosas Peores

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El ardiente galán y su nerviosa novia estaban en el cuarto 110 del popular Motel Kamawa. Sucedió lo que suele suceder en los establecimientos de ese tipo. Acabado el amoroso trance la muchacha se echó a llorar llena de aflicción. "No llores, vida mía -la consoló él-. Mañana mismo iré con tus padres a pedir tu mano, y pronto nos casaremos". "Ah, bueno -dijo ella enjugándose las lágrimas-. Entonces vamos a echarnos otro". Doña Panoplia de Altopedo, dama de sociedad, sorprendió a su esposo don Sinople en la cama de la criadita de la casa. La linda mucama no traía más ropa que los dos moñitos de sus brunas trenzas, y don Sinople la estaba besando incluso en los labios. "¡Canallainfamepérfidobribón!" -le gritó la señora hecha una furia a su desleal consorte en un solo golpe de voz. "¡Panoplia! -exclamó el cachondo marido con simulado asombro-. ¿Qué no eres tú la mujer con la que estoy? ¡Ah, te digo que necesito lentes!". Dos certificados de impunidad parece haber extendido López Obrador: el primero a la CNTE; el otro a Peña Nieto. Visibles por demás son ambas licencias por las cuales campan libérrimos y orondos, sin temor a que la ley les sea aplicada, tanto los líderes del faccioso bando de dizque profesores como el ex presidente Peña, que encabezó uno de los gobiernos con mayores tachas de corrupción que ha habido en nuestra época. Los cenetistas han llegado al extremo de impedir el funcionamiento de uno de los tres Poderes del Estado. Son excepción a la regla obradorista según la cual "Nada al margen de la ley; nadie por encima de la ley". Si las cosas siguen como van su siguiente paso será bloquear el Palacio Nacional. Alegan incumplimiento de promesas hechas como candidato por López Obrador y a las que ahora, como Presidente, no hace honor. Los de la CNTE, que a cambio de tales ofrecimientos le dieron su voto, hoy le dan un gigantesco dolor de cabeza. Por su parte Peña Nieto puede andar muy quitado de la pena practicando golf y otros entretenimientos de mayor sustancia y gozo sin temor a ser perseguido y enjuiciado, como juró que haría con "la mafia del poder" el ahora Presidente, que hoy está a partir un piñón con aquéllos a quienes hace apenas unos cuantos meses fustigaba acusándolos de corruptos y llamándolos enemigos de la Patria. Razón tienen los norteamericanos cuando dicen: "Politics makes strange bedfellows". "La política hace extraños compañeros de cama". O, en traducción más libre, "La política hace que dos extraños puedan llegar a ser compañeros de cama". Esa frase es del periodista Charles Dudley Warner, cercano amigo de Mark Twain, con quien jugaba billar frecuentemente. Twain, lo mismo que Mozart, era supereminente billarista, a la altura quizá del Minnesota Fats. Pero advierto que me estoy apartando de mi tema. Vuelvo a él. Hasta los más fervientes seguidores de AMLO advertirán que nunca en sus comparecencias matutinas o en alguna otra de sus peroraciones toca a Peña Nieto ni con el pétalo de uno de sus anatemas. Eso da la impresión de que algún pacto secreto hubo entre ellos. Tampoco nombra ya al "innombrable". Cosas de la política son éstas que el pueblo bueno y sabio no tiene por qué saber. Don Chinguetas fue a visitar a un amigo suyo que estaba en el hospital. Lo halló postrado en el lecho del dolor y vendado igual que momia del Museo de El Cairo. Le preguntó: "¿Qué tienes?". Respondió con feble voz el infeliz: "Vionos". "¿Vionos? -repitió sin entender Chinguetas-. ¿Es algún virus o bacteria de los que modernamente han descubierto los patólogos?". "No -repuso con lamentoso acento el encamado-. Estaba yo con una mujer casada; llegó el marido y vionos". FIN.

Escrito en: armando camorra Peña, política, Presidente,, López

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