Cuando menos pensamos hemos llegado a la Semana Santa luego de transcurrir casi cuatro meses de este acelerado e impetuoso 2019.
Seguramente a usted como a este articulista, esta época del año le evoca innumerables recuerdos de la infancia y juventud, desde las vacaciones a playas y regiones naturales hasta las festividades cristianas con motivo de la Pasión y la Resurrección de Jesucristo.
Quienes profesan la fe estarán de acuerdo en ubicar estos acontecimientos como la parte medular de la religión católica que hace más de dos mil años fundó el Hijo de Dios.
Si bien la Navidad es importante por el nacimiento del Niño Jesús, los días santos son fundamentales para comprender por qué Cristo ofrece su vida con enorme sufrimiento para redimir a los hombres del pecado y después resucita para posteriormente regresar al Reino de los Cielos.
La Semana Santa, desde la llegada de Cristo a Jerusalén hasta su resurrección el domingo de Pascua, aglutina un compendio impresionante de vivencias humanas y sobrenaturales que no son nada fáciles de comprender.
La traición del apóstol Judas Iscariote, la negación por parte de Pedro en tres ocasiones y posteriormente la dolorosa crucifixión de Jesús son sucesos que ocurren en medio del desconcierto del pueblo judío para llegar finalmente a lo más trascendental: la resurrección del Señor.
Esta Semana Santa irrumpió con el incendio de una de las joyas arquitectónicas y religiosas más valiosas del mundo cristiano: la Catedral de Notre Dame que sufrió daños terribles por las llamas, sin embargo su estructura y buena parte de su acervo artístico quedaron a salvo.
La lección que deja el pavoroso siniestro es impresionante: la consternación por los efectos del fuego fueron rápidamente superados por las oraciones, los cánticos, los ánimos optimistas y por la generosidad de empresarios franceses que en cuestión de horas ofrecieron donar más de 330 millones de dólares para la reconstrucción del legendario templo católico.
Conocida como Nuestra Señora de París, la catedral se comenzó a construir en el año 1163 y fue terminada casi un siglo después en 1260. Desde entonces ha sufrido innumerables remodelaciones, pero sin perder su estilo gótico que la ha convertido en el inmueble más admirado y visitado de la capital francesa.
Esta Semana Santa --que tenemos encima-- se presenta como una oportunidad idónea para reflexionar sobre nuestra vida interior de cara a los acontecimientos que hace veinte siglos ocurrieron en una pequeña región del Medio Oriente conocida como la Tierra Santa.
¿Estamos viviendo la humildad, la generosidad y la capacidad para perdonar que mostró Jesús a lo largo de sus 33 años de vida? ¿O por el contrario somos como Pedro que negamos e ignoramos cuantas veces podemos a nuestros familiares y amigos? ¿O peor todavía estamos listos para traicionar a cualquier semejante con tal obtener unas mugrosas monedas tal como lo hizo Judas?
Esperemos que este Viernes Santo, cuando las manos y los pies de Jesús sean clavados en la cruz, podamos recordar el origen, motivo y la trascendencia de nuestras vidas.
Por razones más importantes de lo que creemos hemos venido a este mundo, busquemos pues cuál es la misión que estamos destinados a realizar.
Mientras la autoridad federal mexicana pregona que los homicidios van a la baja en este 2019, los vecinos del norte lanzaron una alerta para prevenir a los norteamericanos sobre el incremento de secuestros y toma de rehenes en territorio nacional. México fue clasificado como "Nación K" junto a otros 35 países entre los que destacan Argelia, Colombia, Irak, Nigeria, Venezuela y Rusia... No suena convincente la versión de que el teniente coronel Sergio Hernández Vega, ex miembro del Estado Mayor Presidencial, fue asesinado en un supuesto asalto en su domicilio. Habrá que esperar las indagaciones del caso para conocer la verdad en este trágico suceso ocurrido en el Estado de México.
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