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JESÚS MENA VÁZQUEZ

El asesinato de catorce personas, incluido un menor de un año, en una fiesta privada en Minatitlán, Veracruz, es la primera gran crisis en materia de seguridad tanto para el gobierno federal como para el gobierno de ese estado, azotado por la violencia entre bandas del crimen organizado desde hace varios años. La percepción de la descomposición de la seguridad pública y los niveles de violencia en Veracruz fue una de las causas que llevó a los ciudadanos de ese estado a elegir al candidato de Morena como su nuevo gobernador, con la esperanza de cambiar las cosas.

Aun considerando el enrarecido ambiente político que priva en Veracruz por las disputas entre el fiscal del estado, elegido por la legislatura anterior, y el gobernador, es difícil entender que, en sus primeros comunicados vía Twitter después de la tragedia, el ejecutivo estatal fuera crítico del trabajo de la fiscalía. Independientemente de las filias y fobias políticas, lo que se necesita en estos momentos es colaboración entre todas las instancias de gobierno para esclarecer un crimen que ha enlutado a Veracruz y al país.

Lamentablemente lo mismo ha sucedido desde el gobierno federal. El Presidente de la República prefirió responsabilizar a los gobiernos anteriores de la situación de violencia que impera en el país, aunque desde hace más de tres meses las estrategias para disminuir la violencia relacionada con el crimen organizado son responsabilidad de su gobierno. Aunque se puede conceder que la Guardia Nacional, la estrategia definida por este gobierno para disminuir la violencia, todavía no se ha puesto en marcha, es preocupante que no exista coordinación entre los diferentes niveles de gobierno para hacer frente a este flagelo.

Además de que el gobierno federal y el estatal de Veracruz están en manos de Morena, también en Minatitlán gobierna un presidente municipal emanado de ese partido. Así, en el lugar donde sucedió la tragedia gobierna desde enero de 2018 un alcalde emanado de Morena y desde el primero de diciembre de ese mismo año el gobernador de Veracruz y el ejecutivo federal pertenecen a ese partido político.

Lo que supondría en ejercicio de coordinación entre los tres niveles de gobierno emanados del mismo partido, dado su interés común para garantizar la gobernabilidad de Veracruz y sus municipios, evidenció la desorganización que seguramente priva en el flujo de información que deberían hacer llegar los municipios al gobierno del estado y este a su vez al gobierno federal.

No es posible esperar resultados para disminuir la violencia con un alcalde de Minatitlán, en funciones por más de un año, que seguramente no tiene información de las células del crimen organizado que operan en la cabecera municipal, un gobernador de Veracruz que ha gastado tiempo y energía en su confrontación con el fiscal del estado y un gobierno federal que actualiza las cifras de muertos en lugar de obtener inteligencia detallada para luchar contra el crimen organizado con las herramientas que tiene en este momento.

La desorganización y la falta de comunicación y coordinación efectiva entre los tres niveles de gobierno, que pertenecen al mismo partido y se supone que comparten el interés por mantener la gobernabilidad de un municipio en Veracruz, ha cobrado ya sus primeras víctimas.

Twitter: @jesusmenav

Escrito en: Vida pública gobierno, Veracruz, crimen, violencia

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